jueves, 9 de agosto de 2007

Y se metieron los ladrones.

Pues sí, se metieron los ladrones en mi casa. Se metieron utilizando un procedimiento que en primera instancia me hizo sentir una vez más reñido con el género humano o más bien desesperanzado con el futuro, pero que en lo que lo medité un poco casi cambié de opinión, por culpa del péndulo, hasta el extremo de sentirme un héroe protector de las clases oprimidas, un paladín deshambreador, y hasta miss alguna cosa por razones que ya se verán.

Vivo, ya lo he dicho, en una urbanización tipo “rinachimento” porque rinache tutto ma con chemento. Con arquitos de piedra de utilería que tratan de emular el estilo romano y todo eso, vía empedrada comme la via Appia o algo así. En la ladera de un pequeño Vesubio cuya lava no presta la batea, pero si proporciona una via que conecta el “chabolarium” con Pompei vía el acueducto del sebillo, que no existe, como dice muy bien cualquier maracucho.

Mi casa, bueno, la que tengo en alquiler, es la última de arriba y por eso tiene más vista, más brisa, y más rejas. Eso no me preocupa en nada porque no soy fanático de la vida libre ni nada parecido. Lo que pasa es que el estilo rinachimento pasa por eso que tantos problemas ocasiona porque parece pero no es. Es decir, que se ve muy de fortaleza romana pre-mundo-musulmán, pero en realidad suele estar como una pulgada y media, más o menos, fuera de norma por defecto en todo.

No hablaré de los sumideros flagrantemente fragantes porque los pusieron sin sifones, ni del travertino pegado con saliva de loro porque por ahí no se metieron. Se metieron por la reja de la sala comedor cuyo intervalo es mayor a dieciseis centímetros. Pulgada y media más de lo que se debe utilizar y de hecho se utiliza normalmente en cualquier reja que se precie.

Claro, rinachimento adelante, pulgada y media más en una casa cubierta de espinas lisas de media pulgada fy=4.200kg/cm2 significan un ahorro, junto con lo de los sifones y la saliva de loro ¡ah! Y la unión universal del tubo de succión de la bomba del hidroneumático, como para comprar, digamos, una camisa. Pero una camisa de buena calidad, de calidad italiana, claro.

Total que para nuestro disgusto, pero al mismo tiempo alivio porque estábamos durmiendo en nuestro cuarto de más de veinticinco metros cuadrados que usa un acondicionador de aire de nueve mil BTU porque más ni de vaina y nos han podido joder como a unos benditos, esa pulgada y media permitió el acceso de un niño percentil veinte o menos pero perfectamente adiestrado en la búsqueda y localización de las llaves de la puerta principal en completo silencio. Lo hizo.

Permitió el acceso de por lo menos un compinche más y de talla mayor a juzgar por lo merendado del rato. Pues sí, se comieron media nevera pero la proteina nada más. Se comieron las chuletas, la carne de res, y el pollo. Una buena paella que tenía ahí esperando su turno fue despojada de los sólidos proteicos pero dejaron el arroz completico. No le entraron al puré de papas, no le entraron a la ensalada…, comé yuquita desgraciao…

Arepa, pan, pasta, nada de eso. Salchichas debrecziner, cochino ahumado, y salchichas de pavo. Mejillones, camarones y vieiras. Todo con aceite de oliva y un pinot noir que sobró de una cena de días anteriores. Comieron bien. Lo suficiente como para tener fuerzas para arrear con el botín que consistió en un DVD sin karaoke, un teléfono telcel fijo más malo que pegarle a la mamá de uno una nochebuena, y un tostiarepas biplaza que sí que nos dolió.

Claro que revolvieron el cuarto de Zoé pero si acaso se llevarían una alergia por los ácaros propios de lo inmóvil en estos climas no tan benignos. Revolvieron la camioneta pues las llaves estaban en el pone llaves de la puerta como debe ser. No encontraron nada porque ya el reproductor se lo habían llevado otros cacos previos. No registraron el Falcon Milennium, ni la camioneta de Francisco Javier, que la tenía prestada porque él había ido a Punto Fijo a enfermarse de lechina…, hay gente así…

Me arrecha un poco que se llevaron mi navaja trapera de sesenta y cuatro usos bisiestos marca Victorinox para venderla por cuatro perras gordas y comprar piedra para matar el hambre que los lleva a comerse mis debrecziner con lo que me sobró del tokay del Barón Munchausen…, pero qué, tampoco me voy a quejar porque esa navaja me la encontré yo en el mostrador de una panadería… De dónde iba a sacar yo medio palo para comprar un Rolls Royce como ese… Bueno, pero la disfruté mientras la tuve, y estoy seguro que por ahí anda mi compensación. No tengo lio con eso.

El caso es que después de que pasó el disgusto por la violación de nuestro espacio vital, concepto este que me divierte mucho principalmente cuando no hay luna llena porque en esos días los fluídos andan alborotados y las mareas marean, pero ese es otro asunto y me voy a enredar si lo añado, me sentí medio Sting, o Angelina Jolie, porque de algún modo le di de comer a la niñez oprimida, y no caraotas con espaguetis, ni cazabe con sardina de lata.

No se molesten conmigo, que tener una Angelina Jolie por dentro debe tener su lado bueno digo yo. Mejor que una Lady Di, que se dejó joder por unos paparazzi que ni siquiera portaban la maldición de Tutankamón ni nada medio digno de Lara Croft, y que la aureola que lleva en el cielo viene a ser el volante del Mercedes Benz de Doddie… El caso es que directa e indirectamente siempre hago algo bueno por alguien. Y la verdad es que me siento muy bien por mejorarle la dieta a un percentil quince o menos, y contribuir con la ampliación de sus horizontes culinarios.

En alguna parte de sur américa, Han Solo y Chubby, o míster Solo e Illia Kuriaki, están pensando en que la vida no es solamente piedra y mazamorra, mortadela frita y empanada de nada. Saber que he contribuído, que he sido factor determinante en el proceso de “exquisitación” de estos percentil cinco o menos, me hace sentir miss la cual, o algo así. Me falta admirar a Bolívar y a mi papá…

Por otra parte espero que para la próxima esperen la invitación formal ya que no tendré problemas con el diseño del menú.

Por si acaso, le cambié el intervalo a la reja de la ventana y se lo bajé a un percentil uno, o menos…

lunes, 6 de agosto de 2007

Mentira





Creo que es la palabra con la cual he tenido la más difícil relación en toda mi vida. No con el concepto ni con las consideraciones morales, ni nada que se le parezca o tal vez sí. Hasta sí, diría yo. Pero no es de eso de lo que quiero escribir porque todo lo relacionado con la moralidad o moralismo, según mi concepto, raya necesariamente con la inmoralidad.

Me recuerda algo que siempre decía el abuelito italiano, de mis queridísimas hermanas Perna, que había pertenecido en su momento al partido fascista allá en su Roma natal pero que en lo que Mussolini tomó el poder devolvió muy molesto el carnet y renunció al partido porque ese inmoral no era fascista de verdad sino que lo que quería era tener el mando sirviéndose de los verdaderos fascistas de corazón.

Las gentes se reían de esa historia con caras de que no saber muy bien de qué carrizo se reían, pero lo hacían. Confieso que yo me reía también. Por parejería básicamente, pero al mismo tiempo sabía que era el tipo de cosas que debía mantener en la memoria el tiempo suficiente como para que maduraran un poco y lograra entender la implicación tan profundamente humana que se encerraba en tamaña desilusión.

Y es que frente a cualquier idea humana, de frente y atravesada, se encuentra precisamente la naturaleza humana, que es medio antinatural si se está bien atento y se observa el comportamiento de las personas en un supermercado por ejemplo.

Cuando en un río se estrecha un paso, en la parte anterior a la restricción se hace un embalse y las aguas pierden velocidad, pero precisamente en la parte estrecha se acelera hasta con un rugido dependiendo de la cantidad.

Pero en un supermercado, justo en la parte estrecha se para alguien y atraviesa el carrito y hasta ahí llegó la cosa. No es natural.

Y así todo lo demás, desde la justicia, la supervivencia, y por supuesto la mentira que es la mejor herramienta que conozco para hacer la existencia humana más natural y llevadera por divertida. Y relativa. Digo.

Se estresa un perro doméstico. Un dingo no se estresa. O sí se estresa pero quién es el machito que le va hacer el test para determinarlo.

Es ahí dónde entra en juego la mentira, que no es el engaño. Ese no, ese implica mala intención y acaba uno endeudado con el plan de crédito del karma. Come carne hoy, y en la próxima vida reencarnas en tigre. Eso no lo inventé yo, porsia, eso lo dijo Baktivedanta Swami Prabhupada, y si no se escribe así me perdonan.

Claro que esta es una actitud de mentiroso malo y debería terminar de decir la verdad de una vez por todas, porque tratar de sustentar una mentira le quita el encanto y es moralmente incorrecto, encima. Esto tampoco lo digo yo, lo dice Oscar Wilde, y lo refrenda Bryce Echenique, además de Borges y Cortázar… Basta, estoy cagándola feo.

Dicen que en San Francesco De’ll Deserto, en la laguna de Venecia, llegó San Marco, o San Francisco, o San Domenico, no sé ya porque he leído la misma historia con distintos santos todo el tiempo y lo único que me quedó claro es que fue un santo el que llegó ahí, portando una rama de olivo en forma de bastón formando parte de su exiguo equipaje que logró preparar por su huída de tierra santa, y que cuando desembarcó en la isla lo clavó en el suelo como símbolo de toma del sitio y esta ramita de inmediato arraigó. Dice una de esas versiones que leí, que aun hoy en día, en el centro del monasterio que comparten franciscanos y dominicos se conservan como reliquias santas también, cómo no, los restos de dicho árbol, razón por la cual sé que el Mediterráneo se ha retirado mucho o nuestro santo no lo clavó en el suelo apenas desembarcó o el monasterio está en tierra de un lado y en un muelle el resto como un palafito y que por eso es que nos pusieron Venezuela, y que todos los olivos de los que aun dan sus aceitunas ahí son hijos, nietos, biznietos, tataranietos, y nietos choznos de aquella ramita contrabandeada de tierra santa en tiempos de guerras ídem, o sea, en cualquier momento de la historia, que no es mentira sino historia porque está en los libros y alguien se ha servido bien de ella.

Mentira. Simón Bolívar no leyó a Rousseau, ni comió mangos. Él leía el Gallo Pelón y el Caudillo Soir que le enviaba Miranda para demostrar que su tesis del bochinche era y sigue siendo cierta.

Paco Goya no murió loco sino desangrado por su esposa aprovechando su locura después de haberle parido incontables hijos, y de haber formalizado su matrimonio y usar el “de”, la señora “de” Goya.

Y así como Jesús fue el primer greenpeace de la historia, San Pedro fue el primer adeco e inventor de los mocasines pulidos y cancerbero de oficio.

Yo vivo en Margarita, y Margarita es una isla. Es decir que está rodeada de agua por todas partes y en esas aguas hay infinidad de sitios dónde ir a bucear, muy hondo, si se quiere. Pero yo tenía sinusitis crónica desde que tengo memoria y esto es mucho, sin ánimos de alardear.

Pues me harté de la sinusitis, porque teníamos un pacto de no agresión mediante el cual, si yo no hacía nada que le disgustara, me dejaba en paz. Ella empezó, rompió el pacto y me obligó a liquidarla.

Fui a verme con una doctora especialista en sinusitis, porque hay muy buenos doctores especializados en este aparte aquí en Margarita porque, no sé por qué, hay mucho enfermo de esa vaina aquí en laisla. De sinusitis, asma, y alguna que otra anomalía del sistema respiratorio.

La doctora, la más dulce de cuantas doctoras me han visto como paciente o como quiera que haya sido en mi vida que es tan extraña, me metió una cámara de video por cuanto hueco respiratorio encontró, y por todos los recovecos de estos. Mi pituitaria, tabique, cuerdas vocales, epiglotis (palabra que me recuerda a una tía mía que no siendo médico no hay término de esos que no maneje por haberse enfermado también de eso) cornetes, adenoides (que no deberían haber estado ahí, según me pareció escuchar, pero a mí no me crean porque estaba concentrado en ver lo mismo que veía el aire cuando era respirado por mí) pelitos, mocos, y qué sé yo cuantas intimidades de esas, salieron en televisión presentándose en cadena nacional privada vía cable coaxial del que tenía la camarita que parecía un aardvaarq.

Terminando la programación ella me preguntó rutinariamente que si sostenía relaciones anales y que si utilizaba cocaína. Confieso que me agarró descuidado porque yo seguía pensando en los pelos de mi pituitaria y en la desviación de mi tabique nasal por culpa de un carajazo que me metí corriendo olas en Playa Mansa con una tabla que había hecho mi Papá que estaba pintada de rojo con una raya plateada por el medio.

Como yo soy muy respetuoso, sobre todo con mis doctoras sean dulces o no, ni siquiera me pregunté que qué tenía que ver el ano con la pituitaria. Lo que sí hice fue decirle que yo por la nariz solo aserrín, ácaros, y los olores del baño, porque cómo hacía si los sumideros habían sido instalados sin sifones y que siendo mi casa la más alta de la urbanización no me quedaba otra que respirarme todos los mojones de la comarca.

Ella me miró muy dulcemente y me preguntó que si era alérgico a algo y estuve a punto de decirle que sí, que a la vaselina, pero no lo hice porque me podía preguntar que cómo sabía yo que La Guaira es lejos. No. Le dije que era alérgico a la hipocresía y que lo único que padezco de modo crónico es de sinusitis, y tal vez de algo de amargura pero que quién sabe si es por la misma razón.

Me mandó tal cóctel de antibióticos que no sé cómo sobreviví. Me di cuenta que tal vez usa el mismo principio de la acupuntura que te puya tan duro que no solo se te quita el dolor, sino que no se te ocurre volverte a enfermar nada más que de recordarlo. Pues bien, esta vez fue la misma cosa. Me dio un dolor de tripas tan bravo pero que no hubiera sido nada si no fuera por la diarrea (aunque eso me dijo claramente por dónde salieron los mocos y todo lo demás) que estoy seguro que no me vuelve a dar la sinusitis esa y si me da no me va a dar. No sé si me explico.

El caso es que vivo en una isla rodeada de sitios profundos dónde ir a bucear y no me había animado porque si no me había curado después de tanta diarrea, me iba a tocar acupuntura.

Bueno, cómo lo digo. Vivo en una casa que no tiene sifones en los albañales con la pendiente alrevés en unos baños cubiertos de travertino inverso, que tiene mármol hasta en el techo pero que se viven despegando, y sócates italianos para bombillos de quince vatios porque uno de veinte ya los queman y no se pueden cambiar porque son los que ajustan con las lámparas italianas.

Vivo en una casa en la que el tubo de succión de la bomba del hidroneumático es, desde la bomba hasta la válvula check que llaman maraca de una pulgada y que está en el fondo del tanque de agua, de una sola pieza porque es de plástico para evitar la corrosión y porque es más barato y porque se arma pegado y más fácilmente.

Hoy se dañó la válvula check conocida como maraca de una pulgada y tuve que hacer plomería con una llave de cadena y un alicate de presión, con careta y tubito, cabeza abajo, a un par de metros de profundidad con visibilidad de cincuenta centímetros más o menos, porque el tanque tiene una cantidad de sedimento como para hacer dinteles egipcios, y la revolví toda.

Seis inmersiones en dos grupos de a tres. Una para colocar la llave de cadena, otra para colocar el alicate de presión, y otra para destornillar la pieza. Luego entrar de nuevo para quitar el teflón viejo, otra para poner el nuevo, y otra para poner la pieza en su sitio.

Mi vida es más rara que el carrizo, no me lo puede negar nadie. Pero si es verdad o es mentira solo lo será según se vea.

La buena noticia es que la diarrea surtió efecto con, o sin vaselina.

Lo que pasa es que uno come y luego viene y descome



El del título es un fenómeno particularmente a propósito para hacerlo perder el norte a uno, si uno no está pendiente de lo que pasa con las cosas.

Bueno, lo que quiero decir es que a veces uno come y come y come, disfruta la comida pero en el fondo sabe y hasta comenta y lamenta, que después le toca recibir a la poceta, pues comió comió y comió.

Lo que me maravilla es que aun sabiendo todo lo que hace la comida por uno, sea tan sorprendentemente preponderante el hecho de la descomida.

Uno come y se nutre. Se nutre en cuerpo y alma: crece, se mantiene sano, obtiene la energía para enfrentar y llevar a cabo todo lo que hay que hacer con buen humor o no, irascible o no, plácidamente o no, engorda o no, y por último descome sí, o sí. Mucho o poco, pero descome.

Y de verdad se puede hacer del acto de comer un fastidio, un ritual, un aquelarre, una fiesta para los sentidos, o simplemente un trámite para seguir viviendo. A veces uno escucha barrabasadas tales como aquel juego infame con la frase despectiva se come para vivir, no se vive para comer. Me ha tocado escucharlo de gente que hasta creo que disfruta del sexo. No entiendo, pero bueno, cada cabeza es un mundo.

Tengo varios amigos que son chef de profesión y casi religión. Yo mismo cocino cada día como si fuera la cosa más importante en el mundo. Alimentar almas y cuerpos. Me gusta.

Una vez casi llegué a pensar que en especial uno de mis amigos, el más chef, el más refinado, el más elegante, solo comía. Es decir, que no descomía por comer solamente alimentos sublimes. Naranjas de la china. Una vez coincidió mi llegada a su barco con el momento en el que él bajaba la poceta y pude ver desde el muelle que lo que salía por el cock era exactamente el descomido normal de aquel que come.

Lo interesante es que uno come lo que coma y crece, y piensa, y crea, y cree que es una especie de ser levitantemente racional pero luego viene y descome, como decía.

Entendí hace un tiempo que ese es el elemento más importante a ser tomado en cuenta para sobrellevar aquello que no se logra entender. Sobrellevar no con estoicismo ni con perdón judeo cristiano, ni con resignación porque está escrito lo que está escrito y que se jodan.

Hasta para tal vez ir entendiendito y qué carrizo, así es la vida, más buena que la comida que nos comemos y que nos permite todo lo que nos permite, aunque después venga uno y descoma, porque si no lo hace terminaría siendo peor. Imposible. No vale despotricar ni negarse. Basta con comprender el fenómeno y luego ver qué se va a hacer con esta megaverdad descomida.

Sé de gente que simplemente baja una palanquita y se desentiende de lo que por ahí se fue. Algunos piensan un ratito alguna vez sobre un remoto sitio mítico al que van a morir todos los descomidos. Pero pronto se olvidan de esto porque el olor es uno de los activadores de reacciones más potentes de todos cuantos tenemos, y hablo por mí, claro. Paparo no es tan mal lugar después de todo.

Hay personas que hacen donde pueden buena o malamente, y dejan el regalito ahí, para que el que venga atrás que arree. Por ahí aparece una que otra lluviecita que en equipo con el sol hacen un buen trabajo y las matas obtienen su comida descomida para que vean que la relatividad de las cosas es capicúa. Además.

Para mí particularmente, esto es un asunto que me preocupa porque le doy mucha importancia a la comida. La buena comida, que no es necesariamente o exclusivamente la más refinada. Esto me hace pensar mucho en todo lo relativo a la comida capicúa y algunas de sus consecuencias.

Por esto estoy haciendo un sistema de trampas y floculadores artesanales para procesar las aguas servidas de mi casa en construcción y que estas vayan por la vía más corta posible a las matas que comerán y beberán de nosotros. Como dato especialmente curioso digo que cada productor de aguas servidas tendrá su sector determinado de verde, como para determinar cual sector de la población de mi casa es el más generoso con las matas, detalle muy fácil de notar porque el verdor de las agradecidas matas delatará esto claramente.

Pero voy más lejos, que es a donde quiero llegar: me doy cuenta de que hay que aceptarlo todo. Absolutamente todo, y encima agradecerlo, porque las consecuencias de lo que hacemos y recibimos y damos no nos son tan claras en el momento y quién sabe si tarde o temprano terminamos siendo alimentados por el desalimento más inesperado. Tengo que aceptarlo, y con gratitud.

Hacerme mayor me tenía asustado. Lo admito. Levemente asustado principalmente porque tengo problemas serios para entender y sobre todo aceptar las contradicciones esas que normalmente hasta nos definen como seres humanos, que es lo que somos o hasta dónde sabemos creemos ser. Bueno, trataré de no enredar tanto las cosas.

Hacerme mayor implica aceptar, buena o malamente, que si como descomo. Que aquello que olió bien y entusiasmó, luego olió mal y produjo rechazo. Pero no porque está escrito voy a venir a aceptarlo así nomás. No. Lo acepto gracias a que si me voy a hacer mayor de todas maneras, mientras coma y descoma, claro, mejor lo acepto buenamente y me hago mayor del mismo modo.

Porque he crecido. Esto lo atestigua el cuaderno que celosamente guarda mi Mamá donde tiene anotados mi peso y estatura al momento del nacimientos, que según sé, fueron cincuenta y tres centímetros, y tres kilos ochocientos cincuenta gramos. Cuarenta y tres años después tengo un metro ochenta centímetros, y ochenta y siete kilos. O sea, que sí crecí.

También he disfrutado como loco, hecho y deshecho buena y malamente, me las he visto negras, y pelirrojas…, bueno, pero no es parte del tema en este momento…, aunque sí. También.

O sea, que no solo como y descomo. También soy feliz grandemente, casi irresponsablemente. Pero no porque sea irresponsable especialmente, sino porque no termino de entender por qué es que soy tan requete feliz, y como no lo entiendo pues como que no termino de sentirme tranquilo merecedor. Pero sí, no tengo problema en aceptarlo.

Y entiendo que aquello que uno dice en algún momento construye y destruye o por lo menos molesta. Lo que pasa es que uno come y luego viene y descome, pero en el medio hizo y fue hecho.

Mi Papá es de lejos la persona más importante en mi vida. No es que los demás no valgan. Sí valen, y mucho. Pero mi Papá me enseñó a ser como soy y a mí me gusta así. Me siento bien conmigo hasta cuando me siento mal. Me forjó suertudísimo como yo solo aunque pasé por muchos momentos descomidos, por qué no.

Recuerdo el Papá de mi niñez y era un tipo genial. Un poco tajante y tiesito si lo veo con los ojos de cuarentón que tengo ahora, pero en aquella época era lo máximo en todos los sentidos. Yo le preguntaba por el significado de una palabra y él se presentaba con el Diccionario Hispánico Universal, que es de dos tomos. Por supuesto que este par de libracos aumentaron mi léxico hasta el punto en el que algunas personas me llamaban rebuscado y pedante, pero esto no es lo importante, porque cuando llegué al colegio me comía el rato de competencia de búsqueda en el folletín así llamado diccionario escolar, y luego me aburría, claro, pero no importa.

Mi Papá me enseñó cómo funciona una central hidroeléctrica, me enseñó el funcionamiento de un reactor nuclear, el de una pistola automática, una sierra eléctrica, los motores de combustión interna, y externa también porque recuerdo que hicimos un motorcito a vapor que calentábamos en la hornilla de la cocina y daba vueltas como loco.

Me fabricó un carrito de pedales, el LG deportivo, con unos guardafangos de lámina, chasis forjado y las ruedas de mi cochecito de bebé. Verde botella y negro. Elegantísimo y sólido. Me duró un millón de años, hasta que se le fundió una biela y ya no lo recuerdo más.

Dibujaba, construía y volaba aeromodelos. Dibujaba, construía y navegaba canoas de remo, y botes de vela. Me explicaba cómo se sacaban las curvas y entonces yo podía dibujar, construir y navegar mis propias canoas, o avioncitos, o lo que se me ocurriera.

Me hizo un transformador rectificador de corriente con un diodo y no sé qué más, para usarlo con mi pista de carritos y no tener que depender de las pilas. Yo descubrí que dependiendo de la altura del embobinado del transformador que conectara uno de los polos, los carritos corrían más duro. Por supuesto que los jodí rápido porque les estaba metiendo dieciocho voltios a unos motorcitos de doce. Cosas de la vida. Uno come y luego descome, ya lo dije.

Preparábamos un combustible con metanol, aceite de ricino, y creo que llevaba ácido nítrico pero no estoy seguro ya. Recargábamos los cartuchos de la escopeta para ir de cacería, e íbamos. Luego limpiábamos los animales y los preparábamos.

Mi Papá debe tal vez haberlo olvidado un poco, pero es un grandioso preparador de curry. Lo aprendió en Inglaterra porque tenía algunos compañeros orientales, desde indios hasta indochinos. Tenía también unas amigas españolitas más bonitas y agarronas que el carrizo, pero de eso no diré nada. Digo, allá en Inglaterra.

Por cierto que allá, mi Papá nos llevaba por toda la rubia Albión, y en cada recodo nos contaba una historia sobre lo que estuviéramos visitando. Íbamos a las carreras de carros y él me explicaba cada carro, qué mecánica llevaba, qué potencia, qué velocidad. Todo eso.

Fuimos a Francia y me enseñó a comprar el pan en francés. Me dijo: la panadería es aquella que está allá, buscas a la muchacha (no al señor) a la muchacha, le sonríes, le dices “pan”, le das esta moneda, le recibes el pan, le sonríes, y le dices “mercí”. Eso es todo. Esta es una de las mejores cosas que me ha enseñado mi Papá. La uso todo el tiempo para todo. Voy al banco y me pongo en la cola en la que atiende la muchacha (no el señor) y a la muchacha le digo “pan”, le enseño el cheque y le sonrío, ella me da la plata y yo le digo “mercí” mientras ella me mira entre desconcertada y divertida y yo paso un buen rato. Lo uso todo el tiempo y para todo. Por eso es que no me gustan los juegos de bolas criollas, pero este es otro asunto.
Mi Papá me compró una moto y me enseñó a manejarla. También me enseñó a manejar el carro y a agarrar las curvas como Fangio.

Yo quiero enormemente a mi Papá y la verdad es que si me pusiera a contar todas las cosas que he aprendido de él, tendría que escribir por cuarenta y tres años, y cuarenta y tres años más, ya que cada día aprendo hasta en retrospectiva a veces, porque es que así, de pronto, me acuerdo y asocio algo de lo que me ocurre con alguna cosa que le escuché alguna vez a mi Papá y termino aprendiendo algo nuevo de mi Papá, que vive a mil kilómetros de dónde yo vivo.

Recuerdo a mí Papá junto a mí, tranquilizándome en las noches cuando yo tenía pesadillas. Él era el que se levantaba en las noches a darnos las medicinas cuando enfermábamos, nos llevaba al pediatra, al parque, al circo, al zoológico, de excursión, al colegio, a casa de los amiguitos, cocinaba los domingos y nos llenaba la casa de amigos y de actividades divertidas. Tenía mucho cuidado con mis orejas al peinarme en las mañanas para llevarme a clases… Una vez, estando ya grande yo, terminé con una novia que tenía y me deprimí mucho. Mi Papá cruzó medio país para venir a escucharme la depre y darme ánimos.

Yo soy como soy, sea lo que sea que esto sea, en grado superlativo gracias a mi Papá, que a veces con las manos a veces con los pies, me enseñó a aprender. Me enseñó a estar alerta, con los ojos y los oídos atentos. Cierto, a veces para no decir aquello que a él no le gustaría escuchar, pero la mayoría de las veces para estar propenso a aprender y esto es lo que importa finalmente.

Lo que pasa es que uno come, y luego descome, y termina espantado por un olor y un pegoste que hasta cierto punto nos hace olvidar que la comida no solo se convirtió en ese tristemente desagradable mazacote.

Yo soy el hijo mayor de mi Papá. Tal vez su menos meditado experimento. Un poco Frankenstein con mi cabeza cuadrada mi tornillo en el pescuezo y todo, pero declaro esto en pleno uso de mis facultades:

Papá, he crecido, he echado peso, soy feliz, he estado atento… He entendido.

Te quiero mucho. Pero por encima de todo, gracias por mí.

Don Tirso Guatanero



Esta es la primera historia de Carmen Luisa Velero y Don Tirso Guatanero escrita como teatro pero en realidad viene siendo una muy buena travesura, la que más me ha gustado a mí, de las que he elaborado y llevado a cabo. Comienza así:

ENTRA DON TIRSO GUATANERO, EN LA MAÑANA, A LA HABITACIÓN PALACIEGA Y CORTESANA DE CARMEN LUISA VELERO, CAJA DE HERRAMIENTAS EN MANO Y ENCUENTRA A CARMEN LUISA EN CAMA DE BALDAQUINO, DE ROSTRO PÁLIDO Y EXPRESIÓN SUFRIDA.

COMIENZA EL ACTO DESCORRIENDO DON TIRSO LAS CORTINAS Y HABLÁNDOLE ZALAMERO:

1er Acto

DON TIRSO: ¡Buenos días, mi querida!
Ruegote, no os mováis
Por curarte las herida,s
¡que largo me lo fiáis!

I

D.T.G.: Es amor muy venturoso
El que me trae hasta ti,
Y no me mueve de aquí
Todo mi atraso moroso,
Ni el devenir azaroso
Que me niega la comida,
Tú que pareces dormida
Y yo que te quiero gozar,
Te tendré que despertar:
¡Buenos días, mi querida!

II

CARMEN LUISA: Tú solo vienes a eso, (DESPEREZÁNDOSE)
No me lo puedes negar,
Trata de disimular
Que en mi pecho hay un peso,
Esconde pronto ese queso
Y no finjas que lloráis,
Vano oropel adornáis,
No me vengas con canciones:
Ruégote, no os mováis.

III


D.T.G.: pero si yo lo que quiero
Es avanzar mis trabajos,
Que jurungarte los bajos
He de hacerlo con esmero.
Si me hago lisonjero
Porque estás adolorida,
Por encontrarte aterida
Es que te quiero abrigar,
Y empiezo a desesperar
Por curarte las heridas.

IV

C.L.V.: “Por curarme las heridas”,
Bellas palabras sí son,
Ya está larga esa canción
Tengo maderas podridas,
Soy de bichitos, guarida,
Y vos, que no os apuráis,
Con tu atraso me cansáis,
Ya necesito irme al mar.
Si tanto pago por gozar:
¡que largo me lo fiáis!

SALE DE ESCENA DON TIRSO CABIZBAJO. QUEDA CARMEN LUISA SOLA Y DE MAL TALANTE.

2do. Acto:

UN RADIO MONAURAL DE TRANSISTORES QUE CON VOZ METÁLICA DICE:

Cuán gritan los malditos
Pero mal rayo me parta
Si en terminando esta carta
No pagan caros sus gritos…

ENTRA DON TIRSO DE NUEVO Y ENCUENTRA UNA CARMEN LUISA MÁS CALMADA Y DULCE.


I
C.L.V.: cuando pueda navegarte
Y mi quilla vuelva al mar
Acendraré el disfrutar,
Nada podré ya negarte.
Intenta no retrasarte
Quítame estos mosquitos
Que sus zumbidos y pitos
Se me antojan carnaval,
No descanso, duermo mal:
Cuán gritan los malditos.

II

D.T.G.: Perdona, querida mía,
Es que tardo atando cabos,
Con las papas, con los nabos,
Con los niños, con la tía,
Si es de noche, si es de día,
Es la suerte que me ensarta.
Yo comprendo que estés harta
Si me persigo la cola.
Procuraré echarle bola,
Pero mal rayo me parta.

III

C.L.V.: yo que te quiero tan bien
Y tú te me vuelves anhelos,
No me arranques más los pelos
Pa’que te espere también
¿quieres que cuente hasta cien?
¿Qué con paciencia comparta?
¿mi necesidad reparta?
¿A que soledad despejes?
Me matará que no llegues
Si en terminando esta carta

IV

D.T.G.: flaco servicio te hago
Parapeteando tus partes,
O remendarte sin artes,
O con hablillas de mago.
Si no realizo mi pago,
Ni redondeo mis ritos,
Las razones de chorlitos
Ya se me harán principales.
Que me aspen si tus males
No pagan caros sus gritos.

CIERRA EL TELÓN MIENTRAS ELLA PERMANECE EN CAMA, Y ÉL SENTADO A SU LADO TOMÁNDOLE EL PULSO SOLÍCITO.

3er. Acto

ABRE EL TELÓN Y ENTRA DON TIRSO GUATANERO A PASO MARCIAL PORTANDO CAJA DE HERRAMIENTAS Y PATO DE LAVATIVAS. ROSTRO SEVERO:

C.L.V.: (REGAÑA) Es historia que se fragua
Desde el portal hasta el mar…
D.T.G.: (CANSINO) ...Que me apure en trabajar
Por llevarte raudo al agua…

I

D.T.G.: (DOCTORAL) No es el caldo de la agalla,
Lo que nutre del pescado,
Que el andar muy apurado
Te encarama en la rocalla…
C.L.V.: (ENTUSIASTA) …de la sopa, la vitualla,
En los ríos, la piragua,
Como estandarte la enagua,
Pa’trabajar basta un beso (SE LO DA)
D.T.G.: (RÍE) …si te hablo tanto de’so…
C.L.V.: Es historia que se fragua

II

C.L.V.: No te persigas el rabo
Que tú a mi ya no me engañas,
Si por lo menos te bañas
Y sigues atando cabo,
Reuniéndote el centavo,
Sí que me podré esperar
Que hasta mí tu caminar
Te atraviese en el futuro,
Pues me llevarás, seguro,
Desde el portal hasta el mar
III

C.L.V.: Arráncate ya el tapón
D.T.G.: ¿de qué me hablas? Mi bien
C.L.V.: si tú lo sabes también,
Abandona el vacilón…
D.T.G.: (APARTE) Debo montarle el timón…
C.L.V.: Nada me habrás de inventar
D.T.G.: (APARTE) ya en artes de adivinar
Barca o mujer ha aprendido,
Y me insiste de corrido
Que me apure en trabajar…

III

C.L.V.: Rezonga mucho si quieres,
O camina con las manos,
Más son tus esfuerzos vanos
Pues de cansancio te mueres…
D.T.G.: Regáñame si prefieres
C.L.V.: (APARTE) ligero agarró el paragua
Ya se sube en su piragua,
Mejor le vuelvo a besar (LE BESA)
D.T.G.: Así sí me puedo apurar
Por llevarte raudo al agua

DON TIRSO GUATANERO SE CONCENTRA EN LO QUE HACE Y CAE EL TELÓN

4to. Acto.

ABRE EL TELÓN Y APARECE DON TIRSO MASAJEANDO, FROTANDO, MIDIENDO, PALPANDO, DENTRO DEL CORTINAJE DE LA CAMA.

D.T.G.: Todo apareció muy junto
Entre el agosto y enero
Y me he insertado al punto,
En oficio e’guatanero…

I

C.L.V.: No lo digas con disgusto…
D.T.G.: …No me quejo de trabajos,
Que repararte los bajos,
Alguna costilla y el busto,
No me da mínimo susto…
C.L.V.: …y te entretiene el asunto…
D.T.G.: Date vuelta que te unto,
No te asustes que no es ajo,
No ando buscando relajo…
C.L.V.: …Todo apareció muy junto…

II
C.L.V.: Si tú quieres un relajo
Apúrate en terminar,
No cejes en prodigar,
Esa mermelada de ajo…
D.T.G.: …que dignifica el trabajo…
C.L.V.: Y sí se goza un puyero
Porque yo soy tu velero
En quién podrás solazar
Tranquilo, irte a gozar,
D.T.G.: entre el agosto y enero…

III

C.L.V.: Entre el agosto y enero
D.T.G.: También de enero pa’lante
C.L.V.: Se endulzará mi talante
D.T.G.: montado en este velero (LA MIRA CON CODICIA)
Que ha de salir primero
Que otro engorroso asunto
Por el que inquieto barrunto
Y quién me escucha lo entiende,
Porque es que ella me atiende.
(APARTE) Y yo me he insertado al punto…

IV

C.L.V.: quiero que ya te insertes
D.T.G.: más antes lo hubiera hecho
C.L.V.: porque es que existe derecho
Destos dolores tan fuertes
D.T.G.: si se ha cruzado las suertes
Y tengo, medio velero,
De galera soy remero
Manque me vuelva porquería,
Yo troco marquetería,
En oficio e’guatanero…
CIERRE:

VAN AL CENTRO DEL ESCENARIO CARMEN LUISA VELERO Y DON TIRDO GUATANERO TOMADOS DE LA MANO. SOBRE UNA GANDOLA ENJAEZADA COMO CARROZA DE CARNAVAL.

D.T.G.: (APARTE) yo creo que ella me ama
Lo adivino en el acento
Que pone en su juramento
Al levantar de la cama
¿sabré qué la suerte trama?
C.L.V.: (APARTE) ¿y ahora este qué murmura?
¿qué prolonga esta tortura?
D.T.G.: (APARTE) Es que la veo tan casta
Y mi palabra no basta,
Yo que la veo tan pura

UN JUGLAR: Palabras y nada más
Son las que lleva el papel,
Ella se muere por él,
Y él, la ama además.
En esta historia jamás
El pasado referimos
Y por esto preferimos
Voltearlo cara al futuro
C.L.V.: hacerlo, aunque sea duro,
D.T.G.: o en laureles nos dormimos…

VAN SOBRE LA CARROZA RUMBO AL MUELLE.

CIERRA EL TELÓN. MIENTRAS EL JUGLAR DICE EN NOMBRE DEL AUTOR:

JUGLAR: ¿es corto hombre y no ve,
Que cuando a un cortesano,
Una dama da su mano
Da, para otras cosas pie?

TODO EL ELENCO A MODO DE DESPEDIDA FRENTE AL TELÓN CERRADO:

Disculpen a este animal
Que a Don Tirso robe estilo
Sin atinarle a su filo
Más allá del santoral…
FIN DE LA OBRA…