martes, 10 de mayo de 2011

Hacia dónde va Venezuela por éste camino que lleva.




“El asunto de Pérez es una pequeñez comparado
Con los grandes robos que desde Zea se están
Cometiendo (…) Nosotros estamos acostumbrados a
La sociedad de los muy distinguidos y Excelentísimos
Señores Generales, Tesoreros, Ministros, siempre
Que hayan robado de doscientos mil pesos arriba:
Entonces los estimamos, los adulamos, (…) les
Hacemos versos y pronunciamientos; pero si un infeliz
Les hurta una peseta lo condenamos sin misericordia
A tres años de presidio, porque es una infame
Picardía la contrectación fraudulenta de lo ajeno”.

Núñez de Cáceres, Pedro (1993). Memorias.
Caracas: Fundación para el rescate del Acervo
Documental Venezolano, p. 104.



El placer dista mucho de ser lo que me hace sentir escribir sobre la política y sus resultados. Sobre todo en un incomprensible país como este. Y digo incomprensible no porque no pueda comprenderlo, sino porque tal vez lo que pasa es que no quiero comprenderlo por no llegar a entender algo que sobrepase mi capacidad de asimilación de lo sencillamente horrendo…

En líneas generales tiendo a evitar escribir sobre ese tema porque la incomodidad que produce en algunas personas, a las que quiero y respeto mucho, va más allá de una mera descortesía por mi parte hacia ellos.

Lo que pasa es que comportarse de modo exquisitamente educado lo aísla a uno en grado sumo, y al final, por no haberlo ni siquiera comentado, queda uno como cómplice de un grupo muy grande y poderoso que no tiene (o al menos eso parece) ni idea de hacia dónde vamos…, ni mucho menos a dónde vamos a ir a parar de seguir por el rumbo que vamos. Que no es lo mismo.

Los desastres son tantos y de naturaleza tan variada que no sé ni por dónde empezar.

Los poderosos de este país, tanto políticos nuevos, como los de siempre, empresarios, delincuentes, militares, en fin, todos, son unas mierdas. Unas totales mierdas estén del lado que estén, que siempre será del lado de ellos sin importar más nada.

Yo me sorprendo pensando en que vamos directo a una especie de guerra civil o de algún tipo de insurrección general, pero al mismo tiempo veo como no sucede nada, y no sucede nada, y no sucede, a pesar de que todo funciona mal y con una fuerte tendencia a empeorar.

Y cuando digo todo me refiero a todo.

Los servicios públicos por ejemplo. La energía eléctrica viene siendo últimamente la estrella de lo peor, el epítome de lo más malo, la cagada por antonomasia… Apagones generales, racionamientos, excusas malísimas…, el apagón de ayer afectó más del ochenta por ciento del país, y hasta ahora no se tiene idea de qué fue lo que pasó… El sistema de acueductos: pésimo. Roturas, bombas dañadas, la distribución en manos del sujeto que maneja las válvulas. La telefonía costosísima y no hay manera de poner un reclamo si no se cancela la factura primero, es decir, antes de introducir el reclamo.

El sistema bancario parece estar diseñado para que uno no pueda trabajar. Me he pasado tres horas y media en la fila de una taquilla. Sí, me pasa con frecuencia que no paso menos de cuarenta y cinco minutos en algún banco esperando para ¡depositar en él! Para darles mi dinero del cual se sirven ellos…, dígame si fuera a pedirles algo. No salgo nunca más…

La oferta de comida… Coño, uno va al mercado a ver qué es lo que se consigue, y a cuánto está… Y de las medicinas, ni hablar…

La inflación… En estos días salió un ministro (que además tengo como un hombre serio aunque no esté muy de acuerdo con sus ideas) diciendo que la inflación en Venezuela es una inflación estructurada… Supongo que quiso decir que forma parte de la estructura de la economía y por lo tanto es uno de los mecanismos que la hace funcionar o sobre la cual se sustenta… Yo no sé demasiado de economía, pero si la inflación forma parte de la estructura de la economía me parece que estamos jodidos.

Para darles una idea de la inflación venezolana puedo dar un ejemplo: mi hija necesita una medicina con mucha frecuencia por culpa de una vaina que se llama “dermatitis atópica”, no es grave, sólo muy molesta para ella. Bueno, hace unos diez años cuando fue diagnosticada dicha medicina era carísima y valía unos cuatro mil quinientos bolívares… Esta mañana se la fui a comprar y me costó ochenta y un mil quinientos bolívares… Vamos a decirlo ahora en bolívares “fuertes” de éstos nuevos: costaba cuatro con cincuenta, y ahora ochenta y uno con cincuenta… Casi veinte veces en diez años, y mis ingresos no han aumentado casi nada. O sea, que si hace diez años estaba medio jodido, hoy en día estoy cerca de diez veces jodido…

Cierto que no sé mucho de economía, pero sé lo suficiente como para darme cuenta de que si ningún venezolano trabaja para producir bienes de consumo ni servicios, y todo es importado, porque hasta lo que vende la cadena del gobierno es importado (pollos brasileños, caraotas chilenas, diversos artículos argentinos, y todo lo demás así por el estilo), la única manera de medio paliar la economía es echándole más agua a la sopa.

Este país es minero. No hay más nada que extracción de minerales del subsuelo. Petróleo, hierro, aluminio, y algunas otras cositas por ahí, como el oro (que se lo llevan casi todo sin que nadie lo controle pues de las cuatro grandes concesiones solo una cumple más o menos con sus compromisos), y sabemos bien que las zonas mineras son grandes generadoras de corrupción, robo, especulación, prostitución, abusos, asesinatos, ausencia de autoridad… Un país minero es una desgracia de país, y lo estamos viendo en su casi totalidad de esplendor en estos momentos.

Extraemos petróleo, sí, y nos vemos beneficiados de ello porque un tanque de combustible para nuestros carros no vale mucho más de medio dólar, pero por lo demás sólo sirve para que quienes lo administran hagan pingües negocios con ese dinero que se supones es de todos los venezolanos, pero que lo que es a mí, jamás me han dado nada.

Con el hierro pasa algo vergonzoso. Somos explotadores de mineral de hierro y poseedores de una de las mayores minas del mundo, tenemos una supuesta industria siderúrgica, pero no hay cabillas para la construcción. Cuando se le pregunta a los responsables acerca de esto se escudan en el pésimo argumento de que la producción está comprometida para exportación, cuando todos sabemos que no es así. Vayan a la zona de Bolívar y entérense de quienes manejan, y cómo, todo este lío… Da vergüenza… La industria del aluminio está casi quebrada, la industria maderera lo está (y me refiero a la del gobierno, porque la concesión de los chilenos crece y crece con mucha salud económica en la medida en la que el gobierno se lo permite, claro)…

Se adoptó un sistema que arrancó muy bien, para puentear a las corruptas alcaldías que se llama las juntas comunales, y el gobierno otorgaba los recursos directamente a las comunidades en la medida en la que se fueran necesitando y de hecho arrancamos muy bien. Aquí se construyó el acueducto hace ya más de un año. Falta solamente la interconexión de nuestro acueducto con la subestación de bombeo que está como a un kilómetro de distancia, y no hay manera de que nos entreguen los recursos (que ya no sirven pues el presupuesto que teníamos para hacer esos trabajos perdió vigencia por culpa de la inflación esa de las estructuras del ministro zoquete ese), y al preguntarle al personero responsable de eso aquí en su flamante oficina nos recomendó que trancáramos la carretera con cauchos quemados para que nos pararan bolas… Igual que el policía que vino a atender una llamada que hicieron unos vecinos a los que se les metieron en la casa y los robaron dejándolos a ellos amarrados por un lapso de unas cinco horas hasta que otro vecino oyendo los gritos entró a desamarrarlos… Bueno, el policía les recomendó que atraparan a ese güevón, le pusieran una almohada en la cara, y lo echaran en una cuneta por ahí… Ja…

Aquí cerca hay un cruce de calles principales que es muy complicado, nadie respeta el semáforo, pasa el más agresivo o el que tiene el carro más grande…, y nunca hay un fiscal de tránsito ahí… Sin embargo andan por ahí poniendo alcabalas para extorsionar a todo aquel que tenga algún documento vencido… Y yo no los culpo del todo, porque cómo hacen para vivir con el miserable sueldo que cobran… Si se ponen muy exquisitos, se joden más de lo que ya están…

Hacen operativos de bacheo de vías de comunicación, sí, pero lo hacen de forma indebida y a los quince o veinte días los huecos se vuelven a abrir… Yo le pregunté al ingeniero responsable del bacheo de la vía de Guacuco hace como tres meses que por qué no estaba aplicando el RC2, y me miró como si yo acabara de bajar de Ganímedes. No me respondió nada… Pensaría que yo era chavista o algún tipo de filósofo tal vez…

La delincuencia. Ese es un tema tremebundo… No sé cómo estaremos en comparación con otro países del mundo ni me interesa, pero aquí sé que estamos muy mal. Pésimamente. Nos roban, nos hieren, nos persiguen, nos matan…, y nadie paga. No se puede hacer nada al respecto. No hay ley, la que hay no funciona, y la que funciona no tiene quien la haga cumplir… O sea, que no es sólo un problema de delincuencia y anarquía, sino que no hay respuesta de parte de ninguna autoridad… Por cierto, aquí en este país, autoridad quiere decir abuso con licencia para ello. Abuso legalizado.

Una inmensa mayoría de jóvenes venezolanos no van a engrosar las filas de las fuerzas laborales, sino que se dedican a la delincuencia. La cantidad de asesinos menores de edad, en este país, es abrumadora. Y no hay esperanza de cambios como no sea para peor.

No hay voluntad política en ningún lado de la balanza para el cambio. Sí, hay gente especialista en números, en enunciados políticos, escupidores profesionales de consignas, y sobre todo manipuladores y manejadores de la opinión pública.

Cuando uno oye a en chavista hablando se siente transportado al país de nunca jamás, o a Disneylandia. Y cuando oye a uno de la oposición se siente que tiene quien lo represente en la disensión… Pero la realidad es que ese país de las maravillas de la que nos hablan los chavistas está en la teoría de unas políticas inviables en el mejor de los casos, en una intención, dándoles el beneficio de la duda nada más que porque somos muy ingenuos y generosos… Y dígame la realidad de un opositor…, lo primero que hace es mentir como un gitano y más también, que un gitano es un tipo perseguido e incomprendido y secularmente obligado a adoptar la defensa del débil, pero con garbo, eso sí… Aquí un opositor es alguien que aboga por el regreso de un sistema horrendo de corrupción, abuso e inoperancia que fíjense si no sería lo peor que existe, que vino a dar a luz esto que tenemos ahora.

La así llamada oposición no hace sino capitalizar el cacareo de la estúpida, cobarde, ignorante, y cómplice clase media que tenemos para su propio beneficio. No existe un discurso real, no hay ninguna propuesta, ningún plan…, Chávez está de presidente porque la oposición no sirve para nada… Mienten, mienten, mienten…, lo único que defienden es su camioneta, su whisky, y su sacrosanto derecho a hacer toda clase de negocios, que mientras más sucios e impropios, mejor… Y si es con el gobierno, la tapa del frasco…

Esta es la razón por la cual nos vemos sometidos a una presión enorme por tantos y tantos factores horribles y no termina de haber una revuelta violenta (y entiéndanme bien, yo no quiero guerra, no abogo por ella, no recomiendo la violencia…, pero tienen que estar de acuerdo conmigo en que si a uno lo joden demasiado termina por explotar ¿no?), es simple: el venezolano ya se acostumbró a lo que llamamos la pesca en río revuelto. Esto quiere decir que si no hay ley para una cosa no la hay para la otra, y si no agarran a ninguna clase de delincuente, a mí no me van a agarrar tampoco cuando cometa ningún delito… Sí, los venezolanos vamos hacia convertirnos en un país delincuente si es que ya no lo somos… ¿Qué no? ¿Quién no le ha mojado la mano a un policía para que no nos multe por tener el certificado médico de conducir, vencido? ¿Quién no ha hecho alguna trampita para obtener algo? ¿Quién no se ha puesto agresivo y cometido los abusos necesarios para poder pasar el semáforo de La Asunción? ¿Quién no ha tenido que engrasarle la mano a alguien (un funcionario del ministerio del ambiente por ejemplo) para que nos facilite un trámite que debería ser gratis? Sí, es triste, pero Venezuela se está convirtiendo en un país delincuente, y delincuente impune, además… Al final, si yo puedo ponerme en tremendo apartamento, en tremenda camioneta, le pongo las tetas a la mujer, me puedo comprar el blackberry, puedo seguir viajando para afuera dos veces al año, y comprar mi whisky por cajas, no me importa nada más…, el que venga atrás, que arree…, total, yo saco a mis hijos de aquí, pero sigo echándole mierda al país para seguirle extrayendo más y más juguito, como en la reinyección de gas para la extracción del petróleo…

Venezuela me da tristeza, es la patria de políticas del fingimiento, de las tetas de goma, del botox (la máscara de la muerte), la inflación, la especulación, el engaño, la picaresca llevada al extremo, y del que venga atrás que arree… Aquí se mea y se caga en el mismo plato en el cual se come, pero eso sí, que nadie se dé cuenta de eso. Mientras la camioneta esté limpiecita, la ropita sea importada, la comida no sea muy rara (pero de autor), lo demás no importa, y ¡sale, muchacho del coño! ¡Anda a buscar trabajo! Eso es lo que le dicen al zarrapastroso que se le acerca a la ventana de la camioneta para pedirle unas moneditas…

Y no se crean, digo todo esto sin rabia. Lo digo nada más para hacer una lista no muy exhaustiva de lo que sucede. Lo digo porque quiero marcar distancia de esto… Por decir como decíamos cuando éramos niños: maestra, yo no fui… Y ya que no puedo hacer nada para cambiar esta mierda, marco distancia. Le doy la espalda. Yo no soy un héroe, y no me da vergüenza declararlo. Soy un esposo y padre de familia que tratará de ser lo más consecuente que pueda frente a la responsabilidad adquirida.

Por ahí dicen que irse no es opción, que si se va todo el mundo quién hará el cambio… Yo no sé. No tengo idea de quién lo hará. No me interesa en lo más mínimo quién será, o quiénes… Ciertamente no lo hará un venezolano, no uno de mi generación, ni de la que me sigue… Y veo más. Veo que si este gobierno y su cómplice oposición (porque uno va con el otro de forma indivisible) tienen algún plan, algún plan o algún proyecto, éste pasa por que todo el que no está de acuerdo con él, mejor es que se vaya, que se busque a donde irse a joder lo más lejos posible… Yo acepto la propuesta… De mejores fiestas me han botado, la verdad…

Señores, la vida es demasiado corta como para seguirla desperdiciando en un país tan pichirre que no ha hecho otra cosa que acostumbrarnos a lo malo, a cotidianizar la calamidad, a vivir saltando pozos de mierda como si fuera lo más natural, y, la verdad, yo no quiero esto para mis hijos…

Quédense con su especulación, sus estructuras inflacionarias, sus productos de importación comisiones mediante, sus injusticias, sus improvisaciones, su ignorancia, su incultura, su chabacanería… Yo no quiero que mis hijos sean delincuentes ni víctimas indefensas.

No se confundan, no los odio, sólo me pongo a cubierto de ustedes porque resultan perniciosos y hasta funestos. Y sí, son más que yo y nada puedo hacer para defender a los míos. Así que pongo tierra de por medio.

Sigan tranquilos atronándose con vallenato y reguetón que ya no podré oírlos. Sigan bebiendo alcohol como cosacos y matándose a botellazos, que a mí no me alcanzarán. Sigan mintiendo y robando…

Les regalo mi parte y, que con su pan se la coman… Ladrones de mierda…

martes, 3 de mayo de 2011

Éste ciclo tiene que ser detenido.



“¡Paren el mundo!
¡Quiero bajarme!”.

Consigna atribuida al Dadá,
A Goucho Marx, a Mafalda,
Y a quién sabe cuantos más.

“Qué alivio para el porteador que ha caminado
Mucho tiempo por el mundo del sufrimiento
Dejar en el suelo su pesado e inútil fardo”.

Longchen Rabjam. (1308-1363)
Representante de la tradición Nyngma
Del budismo tibetano.


Para un sencillo ejemplar de la formación occidental, como yo, hijo de la tradición judeo cristiana no es nada fácil simplemente acatar aquello que sabemos que nos dará tranquilidad, por la tonta razón de que la culpa está profundamente enclavada en la totalidad de nuestro ser.

Sí, y aquí no voy a meter a más nadie sino a mí mismo, tengo la estúpida convicción celular de que si no sufro mucho, no estoy viviendo en plenitud. Parece tonto y ciertamente lo es, pero me he sorprendido en medio de mis períodos de felicidad preguntándome si eso estará bien, es decir, que si el ser feliz mientras hay tanto sufrimiento en el mundo no será una retorcida forma de egoísmo.

Sí, sí, sí, está bien, hasta el Dalai Lama ha dicho que hay que ser “inteligentemente egoísta”, y yo, humildemente, estoy más que de acuerdo con él y no añadiré ningún pero, porque ya es mucho llover sobre demasiado mojado.

Acabo de pasar por un período de profundo sufrimiento, como bien se refleja en el artículo anterior y no abundaré en el tema porque ya eso es, no voy a decir que clavo pasado, pero sí material procesado.

Lo que quiero tratar aquí es el cómo. Sí, cómo hice para procesar tamaña amargura y salir de pie. Quiero decir con esto que si bien sigue existiendo un fondo de tristeza sé que todo va a estar bien, por decirlo de un modo simple, aun sabiendo que ninguna parte de esta realidad ha sido modificada.

Soy un hombre normal, un representante típico de una parte de la población pseudo intelectual del hemisferio occidental como ya he dicho. Fui formado en un hogar dicótomo en el cual mi madre nos envió a un colegio de padres jesuitas, y mi padre nos hablaba de Marx, de Sartre, de la revolución cubana, de Descartes, de Serge Renaud de la Ferriere, y del método de control mental Silva. Es más, cuando se supo la noticia de que habían matado al Che mi padre lloró, y mi madre rezó por él.

Leíamos a Nietzsche, a García Márquez, a Julio Verne, a Dickens, a Melville, a Cortázar, y a los demás también…, sí, Facundo Cabral era el trovador de la casa… Y para enviarnos a la cama interrumpían nuestro juego cantando “Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”… No es de extrañar que llegara a considerar a Puebla como un aguafiestas.

Poner en duda la existencia de dios era un ejercicio de lógica corriente, matemática, filosófica, o cartesianamente hablando, pero al mismo tiempo era un proceso que dejaba siempre un rastro de culpa, porque después de que hizo todo lo que hizo para que existiéramos y fuéramos perdonados por ello, para luego venir a dudar, era una cosa difícil… Cuando se lo comenté al hermano Zelaya no se molestó conmigo, me sonrió con dulzura y me explicó con una profunda lógica jesuítica a secas el por qué de mi equivocación, que era natural, normal, y deseable, porque según él, la fe que procede de la duda termina resultando la más sólida…

Bueno, no terminó siendo así, pero la herramienta que me dio el hermano Zelaya a mis ocho años de edad me ha servido toda la vida de mil y una manera distinta. Aunque el hecho real es que me quedé flotando durante mucho tiempo entre el desencanto por la no existencia de dios, y la esperanza de que me hubiera equivocado y él existiera. Y ciertamente a la manera de Miller, durante mucho tiempo deseé que existiera básicamente para tener a quien patear por lo requetemal que van las cosas.

Uno de los Rimpoché, no me acuerdo exactamente cual pero prometo buscar el dato antes de terminar aquí, dijo que la infelicidad mayor procede de buscar nuestra propia felicidad, y que por el contrario, la mayor felicidad procede de buscar la felicidad de los demás… ¿O tal vez fue el propio Sakyamuni? Bueno, lo buscaré porque el margen de error es demasiado grande para mi gusto…

Entiendo entonces el por qué de muchas cosas. Una de las cosas es la educación en el sufrimiento y el sacrificio que nos (me) ha inducido la tradición judeo cristiana. Como lo veo yo, simplemente se trata de un problema de profundidad de campo en el enfoque del asunto… Digo que si la enseñanza dice que la búsqueda de la felicidad de los demás nos hará personas felices, entonces yo me sacrifico mucho y seré feliz… ¡Buéh! No se puede culpar al primer hombre que mintió, que mintió, pon pon…, como dice la canción de Silvio Rodríguez… Es una cuestión de que no se puede saber nada que no esté previamente dentro de nosotros. Es como abonar y regar la tierra dentro de la cual no hay ninguna semilla y pretender obtener alguna cosecha… Pero no nos pongamos puntillosos al respecto para no pasar por anticlericales, o antisemíticos (por aquello de la mala maña de inculcarnos la culpa para todo) porque no es cierto. De hecho, estoy leyendo historias tradicionales en lengua sefardí y las encuentro, bellas, interesantes, y sabias…

Ser auténticamente altruista es una tarea. Digo que es una tarea porque hay, en una buena parte de los casos, que ponerse a trabajar en ello. Hay que someterse a una estrecha y constante vigilancia nada más que para estar consciente de las razones por las cuales busco la felicidad de los demás… Es que resulta muy común hacerlo, como diría Thomas Hobbes alguna vez “que el altruismo no existe, que cuando uno realiza una acción de caridad o de ayuda a los demás, lo hace por razones meramente egoístas”. Pero no nos desviemos, que no es para allá para donde quiero ir…

El caso es que nada de lo que sucede, bueno o malo, cambia por el simple hecho de que nos atribulemos y angustiemos, o lo aceptemos con tranquilidad. No cambia nada hablando del hecho. Es decir que si se nos cae la casa encima por culpa de un terremoto o una inundación, y nos desesperamos horriblemente por ello, la casa sigue en el suelo. Y claro, si nos lo tomamos con calma, la casa sigue igual de destruida… Pero…, la diferencia está en que obnubilados por la tribulación tardaremos mucho más en encontrar una solución para esta desgracia. Y, si nos mantenemos lo más serenos posibles estaremos en mejor disposición para tomar una decisión ya sea ponerse manos a la obra para la reconstrucción, o emigrar, y me perdonan la machaconería con el término.

Pero no puedo negar que soy un occidental judeo cristiano, pseudo intelectual, y millerianamente ateo… Esto hace que necesite echar mano primero a conocimientos cercanos y conocidos aunque sea como catarsis para no explotar cuando se me llena de conflictos la cabeza por culpa de los pensamientos tormentosos textualmente hechos de aire caliente… En muchos casos hago como Martín Romaña, personaje de Alfredo Bryce Echenique, quien decidía volverse loco un rato cuando las circunstancias lo desbordaban. Lo hago porque no puedo evitar que me quede más cerca Bryce Echenique que el Dalai Lama. Sí, puede ser una vergonzosa confesión para alguien que busca seriamente la espiritualidad, pero no por eso es menos cierto.

Esto no quiere decir que no esté caminando en una dirección espiritual en la búsqueda de mi propia paz mental. Claro que voy hacia allá, pero aun las cosas que tienen que ver con mi rol en el mundo, me detonan una carga explosiva en mi talud de las malas ideas, y viene el derrumbe de mis aprendizajes… Veo el desplome mientras se da la reacción en cadena, pues una carga hace detonar la siguiente y esta a la próxima, y así, hasta que se viene abajo una buena cantidad de material, hechos escombros. No es nada raro que me desespere.

Mi proceso pasa por verlos caer, tratar de aislar las cargas para que una no haga explotar la otra, y a veces lo logro. Es decir, trato de desmontar la cadena de pensamientos que ya sé bien que me hacen caer en la desesperación (ya seré más específico al respecto), pero es después de que se calma todo que puedo evaluar los daños y ver qué puedo hacer al respecto… A veces es tanto el estropicio que para no volverme loco de verdad decido volverme loco un rato y profiero cuanto improperio conozco. Es una válvula de seguridad… Por eso escribo… Buéh…

La cadena de pensamientos que en mi caso me convierten en un cerro de escombros emocionales tiene como primer escalón mi rol de protector. Es decir que todo el lío empieza por ahí, por mi desempeño que considero real, comparado con lo que yo creo que debe ser el ideal. A mi ego le atormenta profundamente ser un mal padre, o un mal esposo, o un mal hermano mayor, o un mal jefe, y cuando siento que fallo en mi tarea. Cuando no puedo darles comodidad a mi esposa y a mis hijos, cuando no puedo protegerlos, cuando no puedo ayudarlos, cuando no puedo darles tranquilidad, paz, y sosiego, me siento muy mal, un completo fracaso… De inmediato comienza la cadena de explosiones: primero está el fracaso como protector, después arranca la voz de mi madre cuando me decía que cuando yo creciera no me iba a querer nadie, luego el fracaso económico y la voz de mi ex esposa diciéndome con odio que jamás serviría yo para nada en la vida, y a continuación la memoria se esmera en enumerarme y detallarme las veces que me he equivocado (que han sido muchas, pero la verdad no más que cualquier otro hombre de cuarenta y siete años), y eso me lleva a un profundo estado de pesimismo que me va ralentizando más y más hasta que me detiene y atrapa en el fondo de un hueco de nihilismo.

Esto sucedió imperceptiblemente durante tres cuartas partes de mi vida hasta que logré identificarlo. Lo hice con la ayuda de mi terapeuta, la lectura, y un desnudo auto análisis. Esta es la parte mas difícil, porque es muy fácil volverse una especie de hipocondríaco mental y ver síntomas donde no los hay, y no ver los que realmente existen. Es, supongo, lo mismo que pasa con las adicciones… Bueno, finalmente sentirse mal también es una adicción. Lo es porque cuando en el cerebro las neuronas se alinean en ciertas sinapsis dan órdenes a las glándulas para que segreguen ciertas sustancias a las que luego se vuelve adicto, y por eso es que el cerebro seguirá procurando alinear las neuronas de la misma manera… Es decir, que uno es susceptible de hacerse adicto a las cosas más estúpidas e inconcebibles… Esto es una buena noticia, porque quiere decir que también puede hacerse adicto a la felicidad, y cosas por el estilo.

Ahora tengo identificado el primer eslabón de la cadena y muchas veces soy capaz de aislar esa carga explosiva de las demás, pero no siempre, lamentablemente. Y el problema radica en el método que escogí para combatir esta situación… Sí, ciertamente soy un generador de métodos supongo que por carecer de lo que creo sería una genuina inteligencia integral, y me refiero a la inteligencia formada, no a la potencial, que de esa sé que tengo la que necesito. Por eso genero y genero métodos para todo. Algunos rayan en lo absurdo ¡pero qué carrizo! también hay que divertirse en la vida…

En ese sentido diseñé un sistema (no pretendo decir que yo inventé este procedimiento ni mucho menos, ya se sabe que las ideas emergen de manera simultánea en muchas cabezas al mismo tiempo) que llamé sustitución de pensamientos, y que funciona así, y expondré mi caso: surge la ilusión ególatra del fallo en mi rol de protector, se detona la siguiente carga que es la de no haber sabido (según mi mamá en aquel entonces) proteger a mis hermanitos, y después la de mi ex esposa por no haber sido rico antes de los treinta (ya se sabe, si a los treinta no eres rico, borrico)…, y después todo lo demás… Bueno, la primera explosión es muy difícil de atajar porque para el primerizo es casi imposible verla venir, entonces se toma cualquiera de los pensamientos subsiguientes y antes de que exploten se le sustituye por otro totalmente diferente, y de preferencia constructivo. Por ejemplo, al de mi mamá le anteponía que mis hermanos de hecho me quieren y no me consideran de ninguna manera un mal hermano mayor. Esto funciona porque rompe la cadena. Lo que pasa es que también se rompe lo que me dio por llamar la ecología del pensamiento.

No, no es ningún disparate porque, vamos a ver ¿quién no ha sabido que para combatir determinada plaga se hayan introducido una especie nueva y esto haya desencadenado una plaga mayor, como pasó con los conejos en Australia? Imaginémonos lo que puede pasar con la introducción voluntaria de un pensamiento artificial. Total, no hay manera de garantizar que los pensamientos tengan determinados caminos y resultados a la larga. Es muy probable que terminen causando algún otro tipo de desastre en el tiempo.

Una alternativa que me parece viable es la del no pensamiento de Krisnamurti, pero ¿quién es el machito que puede decir que la domina?

En condiciones ideales puedo ver a mi esposa molesta porque está incomoda en un momento dado, y aunque eso me haga sentir puntualmente mal sencillamente porque no puedo hacer nada inmediato al respecto, puedo darme cuenta de que ella ha decidido vivir conmigo y apañar con lo malo que tiene lo bueno y lo bueno que tiene lo malo, y que lo nuestro es un camino, una situación dinámica (sí, claro, la vida es, digamos, una situación dinámica idealmente hablando), y que si esta vez nos toca pasar un momento incómodo no hay ningún síntoma de que esto sea definitivo. De hecho, estamos iniciando un movimiento que cambiará radicalmente nuestro entorno y circunstancia, y que indudablemente influirá en nuestro confort, y en todo lo demás.

En esas mismas condiciones ideales puedo generar un pensamiento de resultados y consecuencias más o menos conocidos, e intercalarlo entre la generación de la incomodidad y la siguiente detonación anímica, y así romper la cadena de la desesperación.

El problema se presenta cuando la situación me agarra con un mal estado de ánimo. Sucede que, o no lo veo venir, o me le cae más leña al fuego…, y una vez que esto sucede ya se pone mas cuesta arriba detener el proceso intercalando pensamientos.

He estado usando un simple sistema de lo más pavloviano entrenando mi mente con la repetición como un mantra hipnopédico de frases que me ayuden a cambiar el tema de los pensamientos. El problema surge cuando la reacción está desencadenada porque la voz de mi ego es tan fuerte que acalla y avergüenza cualquier intento de apaciguamiento.

¿Qué puedo hacer contra eso? He encontrado que la sustitución de pensamientos es un subterfugio difícil de tragar por mi polifacético ego. Pero, la sustitución de pensamientos desagradables por emociones agradables puede ser un camino viable para lograr lo que busco y no correría peligros al destruir el equilibrio ecológico del pensamiento… No sé, déjeme usted explicarme, o al menos intentarlo.

Una de mis actividades que más tranquilidad me genera es mi trabajo. Sucede que me encanta mi trabajo. Soy básicamente un artesano de amplio espectro. Todo lo que hago lo hago artesanalmente. Trabajo la carpintería artesanalmente, hago mi casa artesanalmente, reparo cosas artesanalmente, fabrico cosas artesanalmente, y me gusta la sensación que esto produce por partida doble: porque me gusta hacerlo y porque me da la sensación de que ocupo mi tiempo provechosamente… Esto merece un comentario aparte: desaprovechar el tiempo es algo que me molesta tanto que hace algunos años saqué la cuenta de que un hombre de treinta años ha dormido diez, y padecí seriamente de insomnio llegando a tener que tratármelo para dejar de padecerlo… Bueno, pero no nos desviemos.

Lo que estoy experimentando ahora y me ha permitido salir adelante, es una sustitución de malos pensamientos por buenas sensaciones. Las llamo buenas sensaciones por el simple hecho de ser agradables y constructivas… Pienso en mí trabajando en algo en lo que haya tenido que invertir pericia e ingenio, y cuyo resultado me haya hecho sentir satisfecho. Luego llevo eso a un siguiente estado evolutivo y vivo la sensación de lo no creado aun, como dado por hecho… Es bonito, es agradable, es constructivo, rompe el ciclo malo del pensamiento, y no genera (hasta ahora) ningún desbalance ni obsesión.

Acabo de salir de un mal ciclo compuesto por todo lo que relaté en el artículo anterior, y una desagradable sensación de fracaso relativa a la construcción de nuestra casa ecológica. Cuando hablo de fracaso me refiero exclusivamente al hecho de que nuestra situación económica aquí en la isla Margarita nos esté obligando a dejar el proyecto por la mitad para ir en pos de mejores oportunidades de trabajo y de las consabidas y deseadas mejorías económicas. Exclusivamente a eso.

Debo hacerle honor a la verdad y añadir aquí que el procedimiento ha sido tan eficaz que no sólo me sacó del hueco en el que estaba metido, sino que no me ha permitido volver a él. Me doy cuenta con anticipación de lo que mi ego se trae entre manos pues constantemente estoy vigilando y sustituyendo sus nefastas invenciones… Pobrecito ego, no es más que un parásito ignorante y malcriado. Ojalá se ilumine ¿eh? ¡Jajaja! Mejor no me burlo. Ha resultado un enemigo formidable…

Además de todo lo anterior, este sistema me ha permitido tener las ideas claras y la mente receptiva, y esto me ha llevado a encontrar alternativas para uno y otro problema que no hubiera podido ver antes simplemente porque la vastedad del panorama que podemos percibir está limitado por la capacidad de nuestro sistema sensorial, y todavía se reduce más cuando tratamos de verlo desde el fondo de un hueco…

… Por cierto, la cita que más arriba atribuí a alguno de los Rimpoché o al Buda Sakyamuni es realmente de Shantideva. Me disculpan esa por favor…