domingo, 21 de abril de 2013

Paralaje



“Bien decepcionado por estos resultados
Respeto a todos mis amigos y familia chavistas, pero ya estoy cansado:
Estoy cansado de tener que dejar todas estas opiniones en la sombra porque si se habla de
Política en cualquier sitio donde hallan opiniones encontradas hay problema.
Estoy cansado de amistades que se han perdido porque opinan diferente.
Estoy cansado del fanatismo que rompe relaciones familiares, porque ya no se
Puede comer en paz sin que te nombren a Chávez.
Soy humano y tenemos derecho a diferir en opinión y que se me respete la mía.
Estoy cansado de la inseguridad en este país.
Estoy cansado de que el carro más sencillo  se vea inalcanzable con mi sueldo y ni decir una casa.
Estoy cansado de que vayamos hacia la igualdad,
Llevándonos a todos a bajar nuestra calidad de vida en vez de subir la de la mayoría.
Estoy cansado de que con nuestros impuestos se paguen miles de autobuses para traer gente a marchas
(que se han convertido, aparte, en una tonta pelea de niños).
Estoy cansado de ver que se favorece la vagancia en vez de favorecer el trabajo duro.
Estoy cansado de ver que se obligue a trabajadores y pasantes (fui pasante PEQUIVEN) a ir a marchas.
Estoy cansado de mil cosas más y de verdad no puedo esperar seis años a ver si puedo cumplir mis sueños en este país.
Ya me cansé de estar en la sombra para evitar confrontaciones.
No digo que haya fraude, me da igual si lo hubo o no, igual me decepciona.
P.D.: Cualquier comentario a favor o en contra evítenlo,
Lo borraré de una porque no quiero una línea interminable de opiniones.
Es mi opinión y quiero que se me respete, así como siempre respetaré la de ustedes.
Sólo aceptaré que marquen el me gusta”.

Tomado del Facebook. Con el permiso expreso de,
Carlos Francisco José Laya. 15 de abril de 2013.


Mi padre tiene nueve hijos de los cuales dos, la ínfima proporción de dos a nueve, disienten de sus ideas políticas. Somos minoría, indudablemente.

El desacuerdo no está enfocado en el contenido social de la política, sólo en la forma de aplicarla.

Es decir que el desacuerdo no es del qué sino del cómo. Lo que significa que las diferencias no son sustanciales.

Sin embargo esos dos hijos han tenido que excluirse voluntariamente ante la democrática desaprobación desagradable del entorno para evitar problemas que causen daños irreparables en la paz de la familia. No es que no intentaron el entendimiento a través del razonamiento para alcanzar ese punto medio neutral en el cual convivir como la familia que ha pasado las de Caín juntos, para salir del atolladero, trabajando en equipo.

Me refiero al respeto que debería idealmente haber entre los que se han querido mucho.

En fin, la democracia es una entelequia. Por definición es el gobierno ejercido por el pueblo para el pueblo (y ¿quién es el pueblo?).

Acaso algún gobernante habrá salido ocasionalmente de él, del pueblo, pero al designarse como jefe tiene que excluirse del vulgo de a pie para comenzar a regir y regular. En teoría éste personaje debe tener unas ideas, una tendencia (al menos), un criterio, un plan, etc., y basándose en eso llevar a sus electores hacia donde él supone (o sabe, ese no es el punto) que quieren o les conviene ir.

Obviamente, a menos de que la elección se dé por unanimidad, habrá exclusión. Y a menos de que la dirigencia haga especiales esfuerzos por gobernar también para los excluidos, éstos terminarán por asumir su exclusión y hacer algo al respecto. Para evitar, o paliar más bien, los efectos negativos de los criterios únicos en los grupos excluidos, se ideó la alternabilidad del mando, los partidos políticos, las elecciones, etc., para garantizar que nadie se perpetúe en el poder. Es decir, para contrarrestar el absolutismo (término que se niega a sí mismo tanto como la anarquía). El resultado es una especie de “mediocridad perfectible” que presumiblemente tenderá con el tiempo a irse ajustando para todos.

Idealmente el ajuste de las diferencias vendría dado por las distintas concepciones que hay sobre la vida social y culturalmente hablando incluyendo desde lo espiritual hasta lo económico, por supuesto, yendo hacia la inclusión de todos los grupos llevando las diferencias a un plano en el cual coexistir en cambio constante, lo cual es esencial en la dinámica de la vida misma.

Vamos a verlo un momento desde un punto de vista evolutivo poniendo como ejemplo a las jirafas. Todo el mundo sabe que éstas son unas bestias de cuello largo. Pero ¿cómo es eso que tienen el cuello largo? Bueno, eso pasó con el tiempo (evolución): los antecesores de ellas no tenían el cuello largo. Unas lo tenían tal vez un poco más largo que las otras (porque según Stephen Hawking “la perfección no existe en ninguna parte del universo, y es la imperfección el motor de todo cambio”). El forraje bajo empezó a escasear tal vez porque ellas mismas se lo comieron dándole el éxito reproductivo a las de cuello largo que podían comer el que estaba un poco más arriba, grupo que terminó por ser el que preservó sus genes. Por eso las jirafas son animales de cuello largo.

De igual modo que un proyecto socioeconómico basado en la esclavitud (por jugar con los extremos para ilustrar una idea) debe sostenerse a la fuerza siendo ésta superior a la que se le opone (los esclavos para el caso dado), también tiene que generar una escala de valores que afiancen esta fuerza para perpetuar el procedimiento. El amo se ve obligado a conservar de su lado a Dios y a la pólvora (“Put your trust in God, my boys, and keep your powder dry”. Según Cromwell), y una descendencia con el cerebro entrenado para ver sólo lo que tiene que ver para que todo siga así.

Pero nadie puede frenar la rueda del cambio (y cada grupo exitoso trae en sí mismo su propia semilla de la destrucción como ya vimos que le pasó a las jirafas de cuello corto que se comieron todo el forraje bajo). Es demasiado grande y le importa muy poco nada. Ninguna creación humana es imprescindible para el funcionamiento del universo.

Tengo indicios fidedignos de que las elecciones en Venezuela fueron un robo, un atraco a mano armada. Tuvo que serlo. Hubo de hacerse. Mis indicios no son fidedignos más allá de lo que sería una percepción humana, es decir, que sólo lo son en el sentido de lo que debe atenderse sin mirar por un tubo. Eso nada más.

Si uno echa un ojo sobre la historia (y las historias también) de las revoluciones que se han dado a través del paso de la humanidad por éste, el plano de la existencia, encontramos unos cuantos elementos comunes. Hay un hartazgo, un cansancio que genera una enorme rabia a la cual podemos ver como una especie de diferencial de potencial entre dos cargas, una tensión en un sistema eléctrico o una presión en uno hidráulico, y mientras los aisladores o tuberías resistan, la energía será encausada y transmitida en la dirección en la que se diseñó.

El problema (la revolución) se desata en lo que algo falla. El aislante está sucio y se moja, el tubo se corroe y se raja. La energía salta afuera causando La Toma de la Bastilla, que es un modo de ver la justicia.

Luego de drenada la inmensa presión, degollado los Romanov, decapitado Luis XVI, y expulsado el último Emperador, roto todo, se comienza a sustituir las viejas estructuras y hasta los nombres de los meses del año.

Poco a poco, según la idiosincrasia de los grupos humanos envueltos, cada revolución toma su rumbo mal que bien hasta el punto en el cual Francia es lo que es del mismo modo que la URSS ya no existe, y los chinos van pa’lante con miras colectivas puestas en los próximos trescientos años.

Hoy tenemos una Venezuela producida por una mezcla en la cual participan desde los pícaros y héroes (referirse al “Triunfo de Tío Conejo” del Dr. Axel Capriles) españoles que nos colonizaron (ya sabemos cómo anda España por estos días), los inescrutables indígenas que fueron esclavizados, aventureros de cada región del planeta, y los bonchones bantú (también sabemos cómo está el África por estos días que corren) que fueron importados para reforzar el esquema y nuestra carga genética (porque como dice Virulo en su Génesis, “el que no tiene de Congo, tiene de Carabalí”). Carga genética que produjo esta peculiar jirafa de cuello retráctil más caribe que andina contentiva de extremos asombrosos.

Somos capaces de construir y destruir. De amar y de odiar. De compartir y de “pichirriar”. De compasión y de indiferencia. De clarividencia y de ceguera. Todo muertos de la risa y bromeando al mismo tiempo. Bueno, mejor así, digo yo.

Por eso permitimos a los adecos y a los copeyanos entronizar su nefasta guanábana en nombre de Dios y alguna “Petroleum Company”, dólares mediante, sin darnos cuenta de que en cualquier medio físico, al superar el contenido al contenedor, éste se derrama poniéndonos a un Chávez como merecido gobernante salido del pueblo mismo, pero de la parte militar y armada del pueblo…, y como no hay peor ciego que quien no quiere ver lo adversamos tildándolo de loco gritón improvisado ignorante…, y allá rodamos…

No entendimos que él tenía un plan tan bien trazado que le sobrevivió y sobrevivirá a Maduro después de que su entorno lo convierta también en mártir a él.

¿Quiere usted que les cuente mis suposiciones infundadas y subjetivas? ¿Quiere usted mis reaccionarias y vende patria cavilaciones? Sírvase usted un whisky doble, o fúmese un cacho, o apriete ese culo, que ahí van:

Pongo (nada más que por comenzar) como punto de inflexión el “Caracazo” ¿se acuerdan del paquetazo de Miguel Rodríguez y la coronación de Pérez? El aislante fue insuficiente o el tubo se rajó. El bestia de Italo del Valle tardó demasiado en sacar al ejército a la calle para hacer contención, y la degollina fue espantosa. Tal vez si Chávez se hubiera alzado en aquel momento ésa hubiera sido nuestra “Toma de la Bastilla”. No fue así, y la oportunidad se perdió. Él lo sabía, por eso no le quedó otra que inventar su “Revolución Bonita” (porque creativo sí era El Comandante) en la cual la matazón se da por cuotas (nada nuevo pues desde hace lustros la mortandad de venezolanos en los fines de semana es normal), calculada, porque no está listo para romper la tubería (50% a 50% en las elecciones así lo refrenda) y sustituir las estructuras existentes con un personal con el que todavía no se cuenta.

No puede trancar el juego y patear la mesa sin riesgo de ponérsela dificilísima a la revolución. Por eso usa un principio parecido al que usan las Artes Marciales Orientales, es decir, la fuerza del oponente para que se jodan como “Chacumbele” ¿se acuerdan del paro nacional? Destruyó la oposición porque ésta no entendió contra quién lidiaban. Pensaron que era un bruto aprendiz de político improvisado. Pelón horrible.

Nos dio a todos los venezolanos una tregua después de eso con las políticas sociales que favorecieron a muchos, acciones mediante las cuales  el país se llenó aún más de taxistas y buhoneros -¿cómo? Les contaré una de mis experiencias, ciertamente no la peor: fuimos a uno de estos bancos del estado a ver si era verdad que nos prestaban plata para construir nuestra casa. Después de mil y un filtros, y zancadillas todas sorteadas con mucha paciencia chocamos con la realidad que era que de la plata que nos prestaban había que darle un porcentaje al gerente, a descontarse de la primera “bajada de recursos” que era la única que nos garantizaba él.

O sea, que nos prestarían un monto del cual nos darían un tercio del cual tendríamos que darle una tajada al gerente… O sea, que de lo que nos quedaba lo único que podíamos hacer con eso era comprar un taxi o ingresar a las roscas buhoneriles… Ja. Y el monto nominal sería a un tiempo nuestra deuda, y más propaganda para ellos… Ja, otra vez…

Pero la realidad promediada fue que esa montaña de dinero en la calle distendió la tensión social. Tregua que fue aprovechado para seguir pinchando la sociedad. Aclaro que “pincho” le dice en Cuba a los soplones anónimos con los que el gobierno de allá mina la sociedad.

El pueblo no tumba gobiernos, lo hacen las armas.

Por eso la base sobre la cual se construye el proceso de la Revolución Bonita es un trípode del cual una pata es la conversión de las Fuerzas Armadas en milicianos bolivarianos usando el bozal de arepas y el adoctrinamiento. Otra pata es la creación de más milicias por el trueque del malandraje en luchadores sociales (son legitimados y tratados como compatriotas respetados por fin, empoderándolos al decirles que la actividad hamponil es lucha de clases, de ahí la impunidad) instrumento ágil de amedrentamiento contra una clase media víctima del acomodaticio viejo esquema incapaz de contestar los ataques y así equilibrar las fuerzas. Y la tercera pata es el adoctrinamiento de las generaciones de relevo con instrumentos como las Cátedras Bolivarianas y todo eso. Así tal vez no nuestros hijos pero sí nuestros nietos estarán convertidos por hipnopedia aunque sea ¿se acuerdan del “Mundo Feliz” de Huxley?

Es decir, el plan cae completamente fuera de nuestro plano de comprensión porque lo nuestro es el individualismo y la inmediatez, no faltaba más.

El plan es como una pelota soltada en un mundo bidimensional: un fenómeno incomprensible interpretado por algunos como un círculo que aparece y desaparece aisladamente aquí y allá en el suelo con cada rebote de la pelota al tocar el suelo.

Es un plan a largo plazo que sobrevivió a Chávez y sobrevivirá a Maduro, métanse eso en la cabeza.

A continuación veremos un recrudecimiento serio de aparentes disparates, desatinos, gazapos, errores, payasadas, excesos, balandronadas, etc., destinados exclusivamente a la distracción y el desánimo de la oposición por vía de la gran demostración de quién es quien realmente tiene el poder.

Luego paulatinamente una serie más o menos larga de acciones destinadas a remontar la ola de la popularidad aprovechando la desmemoria y el individualismo de los venezolanos para seguir pinchando la sociedad.

¿Por qué van desmontando la inversión privada y desestimulando la inversión extranjera aun destruyendo el exiguo aparato productivo nacional? ¿Será que son tarados? No, si así es. Es porque están sentados sobre las reservas petrolíferas más grandes del mundo y no importa más nada. Su riesgo es mínimo. Pueden esperar a que todo vaya cayendo para poder sustituirlo después. No lo hacen a lo Maquiavelo (de un solo tajo) porque aun una importante porción del país que los adversa sigue en puestos claves que requieren destrezas y formación que no les ha dado tiempo de fabricar, pero ya tienen universidades  en eso. Y no se engañe diciendo que son universidades de mierda, porque no lo son.

Esto no es una distopía, ni lo de ellos es un plan siniestro. Es un plan muy bien concebido para acabar con una situación de injusticia masiva consuetudinariamente cometida contra los desposeídos a través de los siglos. Di tú que es justicia.

Son cosas de la unidimensionalidad de la percepción que a veces sea para unos lo mejor y para otros lo peor.

Estoy elucubrando usando las maravillas del paralaje para ver otros puntos de vista ya que los anteriores me han fallado. Es decir, me han servido en un punto y han parecido funcionar en la siguiente sucesión de puntos, pero ya no. Hace tiempo que he tenido que empezar a cambiar mi ángulo de visión y mi marco de referencia. Eso indudablemente reiteró mi exclusión. Por eso escribí lo de la patria y lo del clan en entregas anteriores (¿se acuerdan de mi post “RoboCopp” del 3 de julio de 2010?), y por eso escribo esto y seguiré escribiendo a medida que vaya cambiando mi punto de vista.

La idea de La Revolución Bonita no es mala en absoluto, y como plan resulta mucho más que brillante, y veo que claramente ayuda a un sector muy grande de la sociedad venezolana, pero a mí no me sirve. Por eso me fui, porque soy individualista y mi vida es ahora, no dentro de trescientos años a lo mejor porque no soy suficientemente chino, ve tú a saber.

Mis hijos, si puedo evitarlo en un contexto razonable y promediado, claro, no serán adoctrinados en ese esquema de exclusión por muy justas y fundadas que sean sus premisas. Y conste que el sistema anterior también me excluía, o sea, que lo que soy yo sigo jodido. Antes por adecos blancos y verdes, y ahora por adecos rojos.

Tal vez suceda que tenga que lidiar con muchos funcionarios de inmigración a lo largo de mi vida y a lo ancho de éste mundo ajeno, pero no tendré que ser desplazado, ni absorbido por ideales contradictorios que no comparto, o serlo constantemente pero por ahí, conociendo vainas nuevas.

Tal vez porque soy un clase media barrigón, blandengue y amante del dinero (¡je je! Escribo esto y no puedo evitar cagarme de la risa, usted perdone) no agarraré un fusil y me iré a la montaña a defender mis ideas imponiéndoselas a los demás.

Porque soy tan socialista que me niego a ver a la gente tratada como recurso natural renovable, lo mismo que si fuera un árbol o una vaca sin identidad aparente. Gente con afán reproductivo, con sueños, con pasiones, con nombres y apellidos ¿qué te hace pensar, cabrón, que los puedes meter en una operación de contabilidad tal vez en la columna de las cuentas malas? ¿Y te haces incluir en la histórica lista de los justos? ¿Junto con quién te retratas? Soy tan socialista que la demás gente, la diversidad de criterios, me hacen dudar de los míos propios. Soy tan  socialista que la gente me importa demasiado como para acribillarlos nada más que por no poderles convencer de que mis ideas son las que valen y son justas.

A mí ese principio de que la gente es prescindible no me cuadra. Al fin y al cabo eso es lo que hacen las corporaciones: enumerarte, despojarte de identidad, deslomarte sin clemencia, y cuando ya no sirvas a sus fines, chao pesca’o.

Venezuela está en manos de un grupo de estrategas con ideas y un plan. No son payasos ineficientes. Son expertos en lo que hacen y según sus ideas no son ni de cerca siniestros por muy zurdos que gesticulen. No han fallado una desde que empezaron, y a menos de que en concordancia con la teoría del caos por medio de la cual un sapito se ahoga y el otro se salva (el cuento de los dos sapitos que caen en un pozo) pase algo ajeno a nuestro plano de comprensión, obtendrán todos y cada uno de sus objetivos echando a la oposición, matándola por cuotas, o asimilándola por vía del encochinamiento primero (valiéndose de nuestra inmediatez, hambre secular, rabia irreflexiva, bochinche perenne, inconsciencia, y oportunismo pues al fin y al cabo nadie es imprescindible y “mejor agarro yo antes de que lo agarre otro”) y el adoctrinamiento consuetudinario. Por lo tanto, a no muy largo plazo, en Venezuela tocará correr o encaramarse.

Claro, éstas son consideraciones completamente infundadas de un observador estrábico sujeto a obsoletos y reaccionarios puntos de vista, con la información más tendenciosa y desencaminada del mundo defendiendo mi fortuna inmensa amasada por la explotación del hombre por el hombre, y todo eso ¿ah, mi hermano?

Podemos acomodarnos con la Revolución Bonita dejándonos de tantos apasionamientos porque nuestras habilidades serán siempre de un modo u otro, necesarias. Hasta el camarada Stalin (por jugar con los extremos otra vez) necesitaba panaderos y zapateros, contables y oficinistas, siempre y cuando no lo miraran feo. Claro. Repito, estos son intentos míos de interpretar los indicios bajo otra luz, desde otro ángulo, otra perspectiva distinta a la mía propia. Cada quién que vea qué hace.

Lo intento por desbanalizarme ante mí mismo, por sentir que aporto algo útil para éste y aquel que anda tan confundido como yo en esta vida del carrizo aunque corra el riesgo de confundirlo aún más. Tal vez sea un conjunto de balbuceos incoherentes producto de haber vivido tanto entre ideólogos de izquierda que me inculcaron La Teoría de la Conspiración obteniendo como resultado esta versión tercer mundista de la pesadilla ominosa que hoy me hace vaciar la tinta que da tristeza, aunque sea virtual.

Debe auto revisarse todo aquel que se sospeche a sí mismo “Control Freak” porque son la semilla que perpetúa el error convirtiéndolo en exclusión e injusticia en nombre precisamente de lo contrario. Sirviendo nada más como un híbrido de sacristanes y verdugos empujando al péndulo que a veces es un mazo, y a veces un hacha.

Los grandes gobernantes asesinos que pululan en la historia comenzaron con un ideal determinado que convenció a unos, compro a otros, obligó aquí y allá, y asesinó a los disidentes. Qué caray, no se hacen tortillas sin romper algunos huevos ¿no? Y sí, cualquier idea explicada convenientemente puede parecer justa para un grupo determinado, el detalle está en que no existe la justicia como valor absoluto. Es un concepto que hay que asumir en un cierto contexto, como ya hemos visto, siendo hasta la idea de Dios susceptible de ser injusta porque excluye a creyentes de otras ideas, y se convierte en el nombre por el cual se ha matado más gente a lo largo de la historia. Tal vez ese sea el destino, o la finalidad más bien, de la humanidad: crear ideas y después matarse en su nombre. Quién sabe.

Dolerá mucho a algunos saberse peones del ajedrez y hasta achaquen sus anhelos y pesadillas, y sus descontentos, a inefables voluntades superiores. Lo siento mucho, pero ya transité mi infierno con los ojos perfectamente abiertos saliéndole por el otro lado. Todavía tengo malos sueños de cuando en cuando, pero ahora los manejo poniéndolos en su sitio. Así que abra los ojos o ciérrelos. Usted decide. A mí, déjeme tranquilo que ya tuve suficiente.

No quiero, no acepto que nadie haga nada por mi bien si es contra mi voluntad y criterio.

Déjame meter tranquilo los dedos en el toma corrientes. Te juro que pase lo que pase no lo haré más. No me hables de verdad ni de justicia. No me hables de lo que debería aceptar porque tú lo consideras bueno. Y por sobre todas las cosas te digo que no por no estar de acuerdo contigo soy tu enemigo, un podrido, y quién sabe qué más. Acepta que veo las cosas de otro modo. Acepta que te quiero loco y controlador además de ególatra, pero no me obligues a estar presente donde no cuadro. Soy de los que se van. Y me voy porque por más que me empeño en permanecer siempre le veo los mocasines pulidos al compañero dirigente, siempre le veo las costuras al disfraz, siempre veo el miedo en quien me miente, siempre detecto el ruido de cadenas que emite el que trata de convencerme. Ni mis propias convicciones me convencen pues las sé transitorias.

Pido mil disculpas y digo adiós a los convencidos hacedores del mal en nombre del bien por contradictorios, capellanes de un Dios en el cual no creo. Y no crean que me voy liso. Llevo en mi alma el peso de un millón de despedidas amargas, las querencias ya abstractas, la incomprensión de los que sinceramente me quieren hacer el bien. Tengo sus fotografías tamaño carnet en el fondo de mi bolso donde también llevo mis perolitos varios: una navaja suiza, un lápiz, ligas, pedazos de alambre, tornillitos surtidos, un cordel, una caja de fósforos “strikes everywhere”, una libreta, una brújula, ningún mapa, adaptabilidad, veinte dólares en versátiles billetes de a uno, y carencia absoluta de convicciones.

Todo va a estar bien, se los aseguro. Nada más asústense si desaparecen las camionetas de lujo y el whisky, el tiempo libre para ir a la playa, y para rumbear. Eso sí sería un absoluto mal síntoma.

Y dejen la pendejada de llamar esa vaina y que castro comunismo, porque es la Revolución Bonita por culpa de la relatividad de las cosas.

A los que ven en blanco y negro les digo que piensen que pagan justos por pecadores provocadores de la ira divina como pasó en Sodoma y Gomorra incluyendo a los que no eran ni sodomitas ni gomorritas.

Esto en un bando.

Al otro les recuerdo la existencia del inexorable péndulo de la historia que no conoce de justicia ni de verdad, solo pone abajo a quien está arriba y viceversa, siempre.

¿Yo? ¿Recuerdan la canción del “Pueblo Blanco”, aquella de Serrat? “… Agarra tu mujer y tu arreo, y toma el camino del pueblo hebreo”…  En fin…

A ambos grupos les digo que no se preocupen, todo va a seguir igual, nada más es que le llegó el turno a la otredad, y viene arrecha.