“Il faut cultiver notre jardin”
Voltaire.
Leí un artículo que escribió el Dr.
Axel Capriles en El Universal, ayer o anteayer, no me acuerdo ahorita mismo.
“Acostumbrarse a todo”, el título,
y el dramático deterioro de la calidad de vida en Venezuela, el tema.
Como siempre, impecable el Dr.
Capriles. Su libro sobre la picardía venezolana y el triunfo de Tío Conejo es
uno de los tres pivotes sobre los cuales giró la toma de decisiones que nos
trajo hasta aquí por el momento.
Leer. Leer es una buena manera de
complementar y apuntalar los puntos de vistas propios añadiendo ángulos y
aristas, y confrontando dogmas y paradigmas.
Personalmente prefiero leer autores
que me planteen diferencias, ya sean completamente contrarias, o en algún grado
divergente. Lo escojo así porque quién está de acuerdo conmigo no suele
aportarme nada nuevo con lo cual enriquecer mi acervo. Claro que muchas veces
también lo hago porque necesito un cariñito de vez en cuando, como casi todo el
mundo.
No respeto nada ni a nadie, ni le
hago ascos a género alguno. Mis tópicos van de lo sublime a lo ridículo, y lo
mismo leo el “Rubaiyat” que un comic de Superman… Me cuesta tanto terminar un
libro (uno sólo, lo admito) de Coelho igual que uno de Asturias, pero por
razones diferentes.
Disfruto muchísimo ver la de
martingalas que hace el ser humano para despegarse de la gallina de corral de
la cual desciende (¿o era al revés?) con mucho éxito, diría yo que no he puesto
un huevo en mi vida aunque sí habré cacareado alguna vez, estoy seguro.
Tengo mis preferidos a los cuales
recurro periódicamente entre búsqueda y búsqueda. Es lo mismo que volver a la “Basse-de-terre”
después de cada giro del planeta.
Considero a “Don Quijote”, “El
Conde de Montecristo”, y “La Tía Julia y el Escribidor”, los tres mejores
libros jamás escritos… “Cándido”, “Las Mil y Una Noches”, y “La Fierecilla
Domada”, los tres mejores libros jamás escritos… “El Obsceno Pájaro de la Noche”,
“No me Esperen en Abril”, y “De Cronopios y de Famas”, los tres mejores libros
jamás escritos… Y así podría estar todo el día nombrando los tres mejores
libros jamás escritos en los que seguramente estarían “Fausto”, “Madame Bovary”,
“El Diablo Cojuelo”, “El Shock del Futuro”, “Un Mundo Feliz”, “El Decamerón”, y
“El Siglo de las Luces”… En fin, que la lista de los tres mejores libros jamás
escritos es espeluznantemente larga y tengo que incluir en ella en un puesto
preponderante, “Delirio”.
Pero “La Picardía del Venezolano o
el Triunfo de Tío Conejo”, es revelador. No pude dejar de pensar en la última
frase del Generalísimo Francisco de Miranda dirigida a los venezolanos. ¿Han
leído “El Lazarillo de Tormes”? Lo leí en castellano antiguo y es tan
esclarecedor como en la versión actualizada.
En ese caso ya sabemos de dónde
venimos, cómo hemos sido, y principalmente qué tal estamos.
“El Capital”, “El Castillo”, y “Crítica
a la Razón Pura”, los tres mayores ladrillos jamás escrito, junto con “Mi Lucha”,
“El Príncipe”, y “El Manifiesto del Partido Comunista”, los tres mayores
ladrillos jamás escritos…, y así…
Pero de dichos ladrillos hay que
decir que son fieros y sesudos intentos de “desgallinizar” a la humanidad ¿Sus
efectos? Según su punto de vista, claro. Ahí se lo dejo y bautícelo como
quiera.
Las ecuaciones para cálculo de
trayectoria en balística parecen complejas a simple vista lo mismo que cualquier
frase escrita en griego. Supongo que la manía de poner tantos símbolos cirílicos
en una formulita es parte del denominado “Síndrome de profesor de Matemáticas”.
Pero dejando de lado la gafedad humana mediante la cual cualquier conocimiento
debe ser celosamente rodeado de penumbras para su usufructo y obtención de
poder sobre las masas legas, podemos simplificar el asunto diciendo que, malas
hierbas aparte, dichas ecuaciones de lo que hablan es de un ángulo y un impulso
inicial (aplicado al proyectil), y luego una serie de factores que inciden en
la trayectoria (fuerza de gravedad, roce con el aire, etc.) que llevan lo arrojado
hasta su blanco final… O al menos, lo más cerca posible.
Así pues, sabemos de la mezcla de
quiénes estamos hechos los venezolanos. Un batiburrillo espléndido de razas que
ha venido a dar un híbrido indestructible, con más o menos las mismas
motivaciones… No hace falta enumerarlas principalmente por no ser reiterativos
y redundantes, ni herir sentimientos incluyendo los míos propios que pese a lo
que suele decirse, sí los tengo, y me joden una barbaridad.
Es decir que sabemos el peso y
forma del proyectil, el ángulo inicial, y el impulso aplicado. A buen
entendedor, sobran palabras.
Conocemos perfectamente, por más
que nos queramos hacer los ciegos, las condiciones que inciden sobre la
trayectoria balística de lo social. Incidiendo sobre todo en eso las conocidas
balas locas, balas perdidas, y balas muertas… Y los muertos generados por
ellas.
Digo con esto, que sabemos
redomadamente bien en qué punto de la trayectoria nos encontramos como
sociedad.
De un lado los blandengues (me
incluyo en este grupo de una vez y para el resto del año) cuyas razones no
alcanzan, e incapaces de calzarse la bota y calar bayonetas para salir a
masacrar contrarios.
De otro lado las fuerzas desatadas
del destino conocidas como malandros de todo tipo de cuellos que no van a ceder
sus espacios conquistados a punta de pólvora y malversaciones de fondos. Todo
lo anterior impune, por lo demás…
Y como tercera pata del trípode,
los teóricos panglosianos que sostienen que vivimos en el mejor de los mundos
posibles y que no existe efecto sin causa…, que todo esto responde a un
propósito específico… Gente hasta inteligente y bien formada que han invertido
sus vidas en pro de un sueño que ha venido a resultar en esto en lo que ya no
creen pero no están dispuestos a dejar de cacarear.
De resultas, Venezuela, no es un
buen sitio para vivir. El “Noble Salvaje” no existe. La anarquía como de
costumbre es una utopía. Y el péndulo que viene no es el de Foucault. Lasciate Ogni Speranza Voi che’ntrate
podría decirse.
Pero aun ese proyectil en
particular (Venezuela) está en el aire. No ha caído en ninguna parte. No se ha
extinguido la energía del impulso. Sigue cambiando, sigue cambiando. Decadencia
también es cambio. Ojo con eso.
¿Han seguido lo que ha venido
ocurriendo en Brasil? La gente en la calle protestando. La energía primordial
del pueblo, de la gente de a pie. La gente que sabe que se está financiando un
mundial de fútbol, unas olimpíadas, un qué sé yo qué más, con el dinero de los
brasileiros, para beneficio y usufructo de una camarilla la misma de siempre…
El negocio redondo… ¡Coño! Que se cansa la gente y por más que se minen las
calles con las guardias pretorianas la presión no puede detenerse ¿qué va a
pasar allá? No lo sé, pero seguiré el asunto de cerca (bueno, no de tan cerca) a
ver si aprendo algo.
Ninguna parte del mundo es la
idealmente buena para vivir hasta donde yo sé. Ningún tiempo fue fácil, según
también vengo sabiendo. Es ese “surfear” el cambio lo que viene a ser el vivir.
Me parece.
¿Otro cadáver en el medio de la calle?
¿Se volvió a cortar la electricidad? ¿Casi matan al vecinito para quitarle el
teléfono celular? ¿No consigues repuestos para tu carro, ni empacaduras para la
llave de la ducha? ¿No hay producción? ¿Gobierno y oposición son la misma
porquería? ¿No se ve luz al final del túnel? Todo eso es energía potencial.
Presión dentro de un ambiente cerrado que no conduce necesariamente a una
explosión. Puede que el ambiente cerrado sea muy grande. Puede que las válvulas
de escape sean muchas. Puede ser que después de todo el movimiento se extinga
de muerte natural ¿Quién sabe? Yo no.
Por el momento leo. Leo diferentes
autores y trato de hacerlo en su idioma original gracias al tesón, el Google
Translator, y a una cierta desesperanza. Qué maña se da la barrera idiomática
para quitarle a uno angustia de encima de la vida. No entender más de la cuenta
ayuda mucho.
De ahí que ahora he pasado a
respetar mucho a las gallinas superficiales, y ya que no puedo ser la dos cosas
simultáneamente, me empeño mucho en entender lo menos posible leyendo a Goethe
en alemán y a Saramago en portugués (qué idioma tan particular es ese) no
sabiendo ni papa de esas lenguas.
Venezuela, el ser venezolano a
pesar de todo, la composición físico química asimétrica del nacido y criado
allá, tiene muchos lados buenos. Algunos malos, que todo hay que decirlo. Pero
los tiene buenos y hoy quiero ver lo bueno a pesar de ese otro cadáver más en
medio de la calle.
Vivir en éste país me ha hecho ver
más de cerca quién soy, y qué soy. He descubierto, entre otras cosas que soy un
“Snob”, y eso me tranquiliza. Me ata a la humanidad. Me galliniza. Me hace oír
mi propio cacareo. Sí, ya lo dije, me tranquiliza, esa es la palabra.
Veo el país donde nací peor que
nunca, pero al mismo tiempo lo veo viviendo como ente en total, un umbral
evolutivo doloroso mediante el cual pasará a un estado nuevo completamente
fuera de toda previsión. Y aquí no puedo dejar de pensar en las jirafas por
culpa del pesimista que vive en mí. No, lea usted, por favor: en la teoría de
los nodos evolutivos dice que probablemente las jirafas tienen el cuello largo
por culpa de un evento catastrófico que eliminó de su entorno la vegetación
baja en un momento dado. Esto mató de hambre al acervo genético de las jirafas
de cuello corto al mismo tiempo que les dio el éxito evolutivo a las de cuello
largo. Esto explica perfectamente la existencia del okapi.
Por esto pareciera Venezuela ir
hacia “Pinochet”, pero sinceramente habiéndolo pensado mejor, no lo creo ya más.
Me parece que el tambor y la guarapita, el reguetón y la mafafa, los mocasines
y las misas, están haciendo su parte. Y ni hablar del “New Age” panacea donde
las haya.
Pero irá a algún lado. Irá aunque
sea por el simple efecto del devenir. Irá o se irán, que para el caso es más o
menos lo mismo. El evento catastrófico que está eliminando la vegetación baja
está sucediendo en éste preciso momento.
¿Los intereses creados? ¿Los nichos
alcanzados? ¿Los privilegios? ¿Formación e información? Hablillas mendaces.
¿Soluciones? Que cada quien se
ponga a cultivar su propio jardín, y a esperar.
No sé si vuelva a vivir allá alguna
vez. El país que me vio nacer no forma parte de mis amores, sea esto bueno, o
sea esto malo.
Tal vez nada más que por snob,
condición venezolanísima por demás, termine haciendo lo que ahora quiero hacer
que es ir por ahí, y por allá. Más bien tranquilo. Tranquilo como un okapi.
La vida es corta. No más ayer tarde
andaba por ahí tumbando mangos y jobos de río, y ahora mis lentes para la
presbicia ya están en su versión 2.0…
Estoy aprendiendo inglés y cerámica
(para lo segundo parezco estar mejor dispuesto), me mantengo de manos ocupadas
y de cerebro activo. Tengo, es imperativo, que hacer ejercicio pues comienzo a
anquilosarme.
La vida es corta, y a ese extraño
país jamás escrito llamado Venezuela, el final le queda lejos. No sé si me
provoca leerlo hasta allá…