lunes, 16 de enero de 2017

Nueve.




¿Para qué evadir la realidad si ésta sólo existe si nosotros mismos la creamos?

No falta hace ponerse cuánticos ni mucho menos esotéricos, es una cuestión de punto de vista.

Si es verdad que interpretamos los estímulos y con eso nuestro cerebro se inventa todo el escenario para qué nos evadimos entonces con subterfugios artificiales.

Suelo cruzar la ciudad en mi moto y no me pondré puntilloso aquí, pero la cantidad de gente que maneja su carro mirando la pantallita de su teléfono me carga siempre a la defensiva porque yo estoy ahí justo en frente de sus parachoques y no me registra su realidad virtual, y si me pisan no me puedo recargar la vida recogiendo un corazón que está en un pasillo de mi recorrido ¿me explico?

Hay una esquina ahí en la tercera y Broadway que cuando uno la cruza de sur torciendo al oeste debe preocuparse de los carros que vienen hacia el sur cruzando a match 1 y en bajada en sus juegos de video, o en sus whatsapp, y de los peatones que cruzan hacia el norte también caminando en sus granjas virtuales del facebook. Es un reto, porque el que viene detrás de mí me carga correteado para que pase antes de que cambie la señal de cruce y como tampoco salgo en su pantallita, si me pisa ni se entera.

Aquí no es como allá, que me puedo bajar de la moto, darle una patada a su puerta y arrancarle el retrovisor. No, ni de vaina. Aquí si pasa cualquier cosita me las tengo que arreglar con los abogados de las aseguradoras, me suben las primas, me joden con el deducible y adiós luz que te apagaste.

En consecuencia ando navegando una matriz que no es enteramente la mía y eso me hace pensar en la pregunta al principio de este texto, y en cómo crear una realidad en la cual no tenga que evadir los parachoques de las otras evasiones.

Es decir que son realidades virtuales o no que se me hacen demasiado sólidas aún para una interpretación.

Sin embargo me parece que no es que ande descaminado sino que aun no he andado ese camino lo suficiente.

Trataré de explicarme.

Uno crea la realidad en la que vive ya que esta es una interpretación basada en la percepción que nos entregan los sentidos y el bagaje de cada quien. Es decir, que uno percibe una serie de, digamos, estímulos, y los compara con las experiencias y teorías, y elabora una cosa ahí a la que toma por la realidad que está grandemente condimentada con sentimientos.

Y mi realidad está llena de gente que se evade de ella de un modo que muchas veces me intriga y hasta me llega a hacer sentir en peligro dependiendo del contexto.

Curiosidad con un dejo de reprobación, y sensación de peligro. Interesante.

Cuando era niño aprendí a correr delante de la ola como estrategia para evadir padres un poco más irreflexivos de la cuenta y una escuela católica sumamente desagradable. Las consecuencias de una habilidad tan exitosa a una edad tan inmadura generó una tendencia a la que le debo en gran medida mi mutabilidad, mi facilidad para desarraigar y moverme, y adaptarme, y volverme a mover si las condiciones vuelven a enrarecerse.

Se desarrolla una capacidad de observación que funciona en distintos niveles pero que no es infalible. El asunto está en que parte de la observación se hace con los sentidos, pero también está la comparación con el archivo, y está claro que no todo lo tienes ahí. Ni las situaciones ni las combinaciones posibles de estas las puedes tener todas porque habrá alguna que no has llegado a vivir aun, como también puede suceder que comenzaste a observar cuando ya era tarde o dicho de otro modo, entraste al cine con la película empezada.

De ahí que la capacidad de observación por grande que sea no es garantía de infalibilidad. Sin embargo, tenerla es mejor que no tenerla.

Se aprende con el tiempo a romper el juego, es decir, que aprendes a decir o hacer lo necesario para cortar la cadena de sucesos que llevan al desastre.

Esta habilidad tampoco es garantía de que no habrá conflicto porque está también el interlocutor que te toma por antipático, indolente, o qué sé yo qué más, mentiroso por ejemplo, creando rencor en su realidad ya que nunca quieres jugar su juego, y un hábito que termina por hacer al monje. Queriendo decir que terminas por reaccionar así sin ni siquiera pensarlo y peor aun, sin necesitarlo.

Siempre he pensado que cuando te defiendes sin haber sido agredido te conviertes en el agresor, y eso es pésimo para la creación de una realidad más limpia, digamos.

Claro que uno no tiene por qué cargar con la inmadurez de los demás, pero de lo que estoy hablando es de la creación de una realidad en la que la realidad de los demás no te ponga a ti en su juego de video, o algo así.

Y aquí está la reprobación otra vez: “El infierno son los demás”.

Esta es la parte que quiero trabajar porque los demás también son mi creación y no tendría por qué crear unos compañeros de excursión tan fastidiosos ¿no?

Hasta ahora lo que he hecho es moverme. Si no me gustas, me voy y ya. Creo que en líneas generales ha estado bien porque he evitado problemas más profundos, sin embargo, como daños colaterales me he alejado también de gente de la que no quería alejarme, y en algunos casos de gente de la que no hubiera querido tener que alejarme aunque ahora me alegro en cierto modo de haberlo hecho.

Suena enrevesado.

Pero otra vez, si mi realidad la creo yo ¿por qué he creado una realidad en la que he tenido que hacer esas cosas?

Por el otro factor de la ecuación realidad: el bagaje.

Uno vive, se equivoca, lo medio arregla, y aprende. También cuando se acierta se aprende aunque tarde un poco más ya que toda estrategia por exitosa que sea alguna vez falla y ahí  se presenta la oportunidad para aprender.

Eso que aprendes se guarda en un archivo inmenso que es el cerebro. Es tan inmenso éste, que cabe el universo y “todo lo demás” en él.

Y en ese “todo lo demás” está también ese bagaje que menciono: es todo lo que cargas, creado, tomado, asumido, aprendido.

Manías, fobias, miserias sí. Pero también otras cosas que se le oponen y equilibran haciéndonos gente con habilidades sociales, es decir, con la capacidad para vivir con las demás personas ahí mal que bien por mala persona que seas, o lo mal que te puedan a llegar a oler los pies.

¿Sí me explico?

Conozco personas, insignes, probas y paradigmáticas, que viven encerrados en una burbuja de yoísmo tan impenetrables que no evolucionan, no cambian, perseveran en su inmutabilidad a todo costo. Hablar con ellos es como ver la televisión sin capacidad de cambiar de canal, ni bajarles el volumen, ni apagarlos. Una especie de tortura china que a mí me hace, ver un poquito, sonreír con desgano, y huir tan lejos como pueda.

A veces estas personas son unas que yo quiero y el tener que alejarme me lastima un poquito. Pero alejarme me lastima menos que quedarme así que adiós. Esto ya lo dije.

Ahora pienso en consecuencia y me pregunto: “¿Qué puedo hacer por mi realidad para crearla de manera idónea?”

Tengo la respuesta: “reinterpretar mi bagaje y ajustarlo a mi edad”.

Sí, todo lo que tengo en mi cerebro lo he adquirido en el pasado y el pasado ya no existe (ha dejado unas marcas aquí para que yo tenga material para echar cuentos, inventar vainas, y solucionar problemas más que todo, pero está dentro de mi cabeza por decirlo de algún modo. No es real en el modo material de la realidad si es que tal cosa de hecho existe. Bueno, al final de cuentas y para recortar un poco vamos a decir que no le otorgo al pasado el estatus de realidad para que mi teoría cobre sustancia, ultimadamente) y de lo que se trata aquí es de crear una realidad en presente contínuo, mi bagaje tiene que evolucionar, mis estrategias tienen que ajustarse, mis capacidades deben ser centradas, sólo así podré crear una realidad en la cual yo no esté frente al parachoques de alguien que se está evadiendo de su realidad.

En lo personal este año que pasó fue uno que me hizo trabajar mucho, lograr mucho, y pensar mucho. Un año agotador, revelador, y renovador.

Sé que entre las decisiones que hemos tomado, la de no correr más es la más constructiva de todas. Constructiva en más de un modo, y en el más grande de todos.

En el de crear la realidad en la que uno es enteramente uno sin evasiones.

Y sí, también me comprometo a crearme unos idóneos ustedes para, digamos, poner mi granito de arena y así todos felices.

Feliz 2017.