sábado, 15 de enero de 2011

Óscar Guzmán nos explica exhaustivamente su gran aventura.

“Los rayos catódicos son
Doña Isabel y Don Felipe
De España…
Son ángulos los que caminan
Dormidos…”.

-Mario Moreno Cantinflas.

“Para mí nada es definitivamente
Mientras que no lo sea”

-Ruyío.

“… Ni lo uno ni lo otro,
Sino todo lo contrario…”

-Carlos Andrés Pérez Rodríguez.



-Coloque su mano izquierda sobre la Biblia y levante su mano derecha.

-¿Jura decir la verdad y solamente la verdad?

-¡Lo juro! Y ponga cuidado que se le está saliendo la goma (gum, gun)

-¿Qué dijo usted?

-¡La goma, la goma, pum, pum, que se le cae!

-Ah, la pistola! Gracias a usted! (ah, the gun! Thanks you!)

-¡Es usted bienvenido, amigo mío!

-¡Diga su nombre!

-Óscar Pancracio Guzmán Rebolledo.

-¿Puede usted decirnos, señor Riboulirou, a los presentes qué fue lo que ocurrió la noche de marzo veintiuno de éste año?

-¡yes, clear, His Majestic the horrible mister Fudge!

-Your highness, the honorable mister Judge!

-¡Señor Guzmán! Si me hace el favor, y ¡Gracias a usted, pero no! The same thing it is not a trap. You call me Riboulirou, and I say to you as I can… (lo que es igual no es trampa, usted me llama Riboulirou, y yo le digo a usted como yo pueda). Mejor le sigo contando: fue esa noche precisamente la celebración del equinoccio, o más bien la entrada de la primavera…, porque antiguamente, en la época de la paganidad, se celebraba entonces que se acababa el invierno y comenzaba el verano… Y es que esto es realmente digno de celebrarse si piensa usted que en esos tiempos no existía ni el jersey ni el banlón, y que por fuerza se pasaba the cold that plays with a big stick (el frío que juega garrote), pero ahora, con éstos géneros modernos (modern genders), sin alusiones impropias…, uno está calientito aunque igualmente que se acabe tanta nieve que trae este fenómeno de niña y que por fin empiece a calentar, usted me dirá…, usted sabe que…

-No, señor Asca Pan-crazy-o Gazzmann Riboulirou, céntrese en los sucesos ocurridos en la tienda en la que usted trabaja, por favor.

-Claro, Su Majestad horrible señor Fudge…

-Your highness the honorable mister Judge…

-Usted empezó…

-Siga adelante, por favor.

-¡Precisamente! ¡the same thing i am saying to you! Pero para allá iba, no me interrumpa tanto por favor…, lo que pasa es que por culpa de estos cambios climáticos debido a que el sol está en una posición determinada en lo alto del firmamento (higher at the signaturing), la gente se pone un poco loca, y los muchachos con pistolas mas grandes que sus cerebros (the kids who have guns bigger than there brains) tienden a cometer locuras. Fíjese usted, Su Majestad horrible señor Fudge…

-Your highness the honorable mister Judge! Si continúa en la falta de respeto lo encarcelaré por desacato!

-¡Caramba! ¡qué cosas dice! Mejor dejemos eso para después y permítame por favor continuar mi reporte… Le decía que entraron en la tienda estos tres muchachos quienes tienen las pistolas más grandes que sus cerebros a cometer actos de los que después se iban a arrepentir…, si es que se ve a la legua (you can see this at the to’gue) que son buenos muchachos que tienen las pistolas más grandes que sus cerebros, pero ¿qué va usted a hacerle? ¿va usted a matarles? ¡hay que dejarles! (what do you will do to them? You will kill ‘em? You have to leave ‘em!) Yo los vi rápido porque mi Amo señor el Dueño (my master mister owner) puso cara de haber visto un espanto y se metió corriendo en su nido con ventana blindada y se puso como loco a llamar por teléfono…, y eso que no era la hora en la que llama a las chicas hermosas y atractivas de las voces aterciopeladas (0-800-porn)…, por eso fue que yo volteé rápido y vi a los muchachos con sus pequeños cerebros y grandes pistolas que venían hacia mí… Pero yo estaba atendiendo a la señora Fat Bitter (Pat Peters) y como a ella no le gusta que uno se distraiga mientras la atiende les pedí que esperaran su turno y que con gusto les atendería…, indicación que tuvieron que acatar pues en este país se respeta primero que nada la mentira (law, lie)..

-Por favor, señor Asca Gazzmann Riboulirou, hable usted más claro que no le estamos entendiendo del todo ¿solicita usted los servicios de un traductor (translater)?

-Gracias, Su Majestad horrible señor Fudge… But is badness that the little Chicken says pio pio because the hen doesn’t have tits…

-Your highness… what did you say? olvídelo, mejor siga usted…

-Sí, seguiré con usted pero antes de trasladarnos vamos a terminar aquí. Usted sabe, primero la mentira (law, lie), después los viajes y traslados (trips and translates).

-Your higness! La clara intención de éste hombre es la de confundirnos con una palabrería imposible de entender y ganar el juicio haciendo dudar al jurado…

-Protesto, your highness!

-Déjela, déjela usted señor atornillado (attorney), que miss liar (lawyer) se ve muy bien cuando se enoja, y mire usted que bien le luce el sweet (suit)…

-A lugar! Miss lawyer, no confunda más!

-Your higness! El acusado me ha faltado el respeto!

-His Majestic the horrible mister fudge! Si no me dejan de interrumpir jamás terminaremos de descubrir qué es lo que pasa aquí, y no podrá triunfar la mentira (the law, the lie).

Óscar Guzmán era un hombrecito bajo, enjuto, muy serio y formal, amable, con esa amabilidad grave que se adquiere con el oficio. Frente amplia, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y bondad en el proceder… Un hombre de piel morena, cuello muy corto, cabellos negros lisos y lustrosos que siempre llevaba cortado al estilo de los años setenta (lo cual exageraba lo corto de su cuello además de su ademán de quien sufre de artritis cervical), con las grandes patillas y peinado con la carrera a un lado. Estaba en la cincuentena, es decir, en la flor de la edad. Un hombrecito vestido siempre de pantalones que le quedaban cortos por encima de los tobillos y chaleco negro que no le llegaba a la cintura y de tela sintética, una camisa blanca si estaba trabajando, o roja, o mostaza, o de bacterias…, y las medias a juego. Se le subían los pantalones casi hasta las costillas por culpa de los tirantes, circunstancia que lo hacía lucir más o menos como un torero de luto… Y en invierno, un cardigan y una boina con visera. Óscar Guzmán nunca faltó a un sólo día de trabajo, fuera en su Caracas natal, o ahora, en Cincinnati Ohio…

Pero dejemos que sea él quien siga echando su cuento…

Toda la confusión causada por los gritos destemplados de la abogada acusadora que reclamaba una supuesta falta de respeto, las tímidas intervenciones del abogado defensor de oficio, los intentos del juez por imponer el orden, no hicieron sino exacerbar la verborrea de Óscar Guzmán quien humildemente, pero con la autoridad que se adquiere forzosamente por haber sido el mesonero principal del Palacio de la Pasta en la avenida Baralt de Truco a Balconcito, solicitó y obtuvo el orden…

-Yo no sé por qué estoy aquí, pero sospecho que estamos por hacer valer la mentira (the lie, law) así que escúchenme, por favor: ¡oído al tambor! (ear to the drum!)

-Puede seguir adelante usted, señor acusado. Pero no se vaya a poner a tocar el tambor!

-Gracias su majestad horrible señor fudge. Pero yo no juego con tambores (play drums)

-Les decía que los muchachos con aquellas pistolas más grandes que sus cerebros tuvieron que esperar su turno no muy contentos a juzgar por los gritos y rugidos que daban, pero aquí no hay protesta que valga ¡en turno de llegada se les atenderá, señores! Tenían que esperar porque después de la señora Fat Bitter (Pat Peters) que ya metía su compra en las bolsas, estaba la señora Mariada (Mary Fairy) que sólo llevaba leche para su niño que no paraba de llorar… Después de ella era que le tocaba a ellos, y fue cuando me informaron que era un atraco… Yo les dije que no, que si no les gustaban nuestros precios que se fueran a comprar en otro almacén, que en éste país había libertad de mercado y eso significaba que uno podía vender al precio que quisiera y que usted podía escoger con libertad el mercado al cual iría a comprar, que enseñando pistolas no era como se obtenían los descuentos, y que yo no iba a correr el riesgo de perder mi trabajo desde el cual llevaba el pan a mi mesa todos los días (i take the bread to my table every day) por una crítica hecha por unos muchachos tan maleducados, que estaban en la tienda equivocada del país equivocado y frío, que aquí se respeta la mentira, honestamente, que si no ven CSI Miami, que así se pierde y se congela, la vida…, que allá se ganaba muy poquito y aquí los hoteles buenos son caros, claro que no tan caros como allá…, que se fueran a sur América, que allá hay países calientes que no conocen la mentira, en los que es muy fácil vivir con unos cerebros tan pequeños y unas pistolas tan grandes (pero que éstas me las iba a quedar yo mientras venían sus padres a retirarlas ¿saben sus padres dónde están ustedes ahora?)… pero como no me entendían, ya les dije que tienen las pistolas más grandes que sus cerebros, cerré la caja como siempre me dice que lo haga mi master mister owner y me dispuse a hacerles un dibujito en el empañado del vidrio de la puerta de entrada, porque todavía hace frío con todo y el equinoccio y el fenómeno éste de niña y el vidrio se pone nublado y es un fastidio porque hay que limpiarlo todo el tiempo pero resulta muy bueno para dibujar y ya sabe usted que dibujando es que se entiende la gente, para indicarles dónde estábamos, y a dónde debían ir ellos a ejercer ese oficio sin peligro de morir congelados odiados por la mentira... Yo les preguntaba a cada nada (y asked to each nothing) si me estaban entendiendo, pero ellos con cara de lobotomizados (wolftomized) no daban signos de estar presentes. Para mí que estaban preocupados o algo por tan grande error (o estaban chateando por sus blackberrys) y las nuevas posibilidades que se les abrían por delante con esto de hacerse internacionales –ni que fueran Magallanes o Colón, o Walter Raleigh… Para cuando llegaron los respetables representantes de la mentira en sus vistosamente iluminados vehículos (gay illuminated vehicles), ya los muchachos de las pistolas más grandes que sus cerebros se habían ido con nuevos horizontes espero yo, y yo estaba intentando cobrarle la leche, porque ese es mi trabajo, a la señora Mariada (Mary Fairy) que lloraba más que su niño y me miraba como si las pistolas que yo tenía aun en mi poder fueran serpientes o fantasmas, o peor, una devaluación del dólar… Llegaron los respetables representantes de la mentira, me pidieron muy amablemente que les diera las gomas, yo no les entendí pero como las pistolas me pesaban ya se las di para que se entendieran ellos con los padres de los muchachos cuyas pistolas son más grandes que sus cerebros…, y me hicieron muchas preguntas sin llegar a la cuestión (to make many questions without arrive to the question), hablaron con las dos señoras presentes, convencieron a mi amo el señor dueño de que saliera de su nido, salió tan sudado como siempre lo hace después de hablar largamente con las chicas hermosas de las voces aterciopeladas (0-800-porn) y hablaron con él, pasó un buen rato, y nos pidieron que fuéramos a casa pero que no saliéramos de la ciudad… Eso fue lo que pasó…

-¿Alguna otra pregunta?

-No, su señoría.

-Puede usted bajar del estrado, señor Asca-Gazzmann-Riboulirou…

-Gracias, mi estimado… eh…, su majestad, señor horrible, señor fudge…, y me disculpa, I know when i emotion to myself i talk more that I was vaccinated with the pick up needle…

-Su señoría… Y váyase a sentar en su puesto… Calladito, si me hace usted el favor… La aguja del qué?

-Ah? Ah! Pick up, gramophon…, you know…

-Sí, sí, sí, gracias, gracias… I guess… Señor teniente, por favor, suba al estrado!

-Ponga su mano izquierda sobre la biblia y levante la mano derecha.

-¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?

-¡Lo juro!

-Por favor, diga su nombre.

-Lieutenant Gordon Black.

-Por favor detalle usted lo sucedido con el acusado.

-Your highness, la noche en cuestión, marzo 21, fuimos llamados para atender una emergencia por robo en la tienda en la que trabaja el acusado. Acudimos para encontrar dos señoras muy asustadas, al dueño encerrado en su oficina, y al señor Asca-Gazzmann-Riboulirou en posesión de las armas que tiene la abogada acusadora sobre su escritorio. Hicimos las preguntas de rigor, y dejamos ir a todo el mundo a sus casas pues no se había perpetrado el robo… Aparentemente el señor acusado aquí presente ya había disuadido a los ladrones por lo del robo, convencido de que se fueran, y además los había desarmado.

-¿Trata usted de decir, Lieutenant Black, que el señor Gazzmann-Riboulirou es un héroe? ¿No le pareció sospechoso que el señor Riboulirou tuviera en su poder tres pistolas?

-No lo sé, señorita abogada acusadora, la verdad es que yo no sé qué decir sobre el señor acusado. Y en cuanto a las pistolas ¿ha oído hablar usted de la segunda enmienda?

-¿Pretende usted que no conozco nuestra constitución?

-No pretenda usted enseñarme a mí a hacer mi trabajo y estamos a mano.

-¿Pretende decirnos, Lieutenant Black, que el intento de robo no fue ejecutado por una banda de la cual forma parte el señor acusado?

-No hay sólidos indicios de eso. Todo es menos que circunstancial…

-¿Pretende usted que le creamos, Lieutenant Black, que el señor Riboulirou desarmó a tres peligrosos ladrones inocentemente? ¡Eso es una falta de respeto a nuestras inteligencias!

-Parece que no son sujetos peligrosos. Más bien unos novatos.

-¿Y qué me dice, Lieutenant Black, del complicado plano de la ciudad que el acusado dibujó en el vidrio de la puerta para explicar el sitio que debían haber robado en vez de ese?

-Verá usted, la verdad es que nadie entendió lo que el señor Riboulirou le explicaba a los atracadores frustrados. Se hicieron los estudios forenses y los análisis debidos, y en el vidrio parece haber una extraña coincidencia entre las formas de un rudimentario mapa del norte de sur América y un plano del sur de Ohio River entre Covington y Newport, donde Covington vendría a ser Colombia, y Newport Brasil… Todo muy vago, si lo quiere usted ver…

-¡Esto es totalmente enfermo (insane)! No me parece que su oficina se esté tomando muy en serio su trabajo…, Lieutenant Black…

-Mire, señorita abogada, con el debido respeto, yo fui con mi compañera a casa del señor Riboulirou a investigar y no encontramos nada que indique que el señor es un delincuente… En realidad no sé qué es el señor, ni cómo interpretar lo que encontramos allá pero se lo puedo referir aunque todo consta en el informe, para que ustedes mismos se hagan una idea.

-Sí, por favor, hágalo usted.

-Gracias, your highness… Al día siguiente de los hechos nos dirigimos mi compañera la teniente Sue Tyler y yo, a casa del señor Gazzmann. Llegamos allá y nos hizo pasar a su cobertizo pues la señora Riboulirou acababa de encerar el piso y según nos explicó el mismo señor Gazzmann, ella se molesta mucho, descontroladamente (completly out of herself, según las palabras del propio señor Riboulirou) cuando le pisan el trabajo del día, que debe ser algo con repollo… Pasamos al cobertizo de mierda (shit shed, según Riboulirou, es decir, mister Gazzmann) porque hacía mucha ala y ésta estaba fría (a very cold wing). Al dicho cobertizo se le entra por una escalera que sube a su techo donde hay un jardín que él llama Al Jerrau y después, a través de una trampilla practicada en él, se baja por otra escalera al interior del cobertizo…, exactamente: no tiene puerta exterior…, el señor Riboulirou bajó primero para encender las luces, y cuando mi compañera y yo veníamos bajando por las escaleras, él, nos había pedido que nos detuviéramos un momento para tomarnos una foto (to drink a photo)… Entramos en un lugar decorado como un salón de escuela, con algo escrito en el pizarrón, pero sin sillas… La verdad es que ahí seguía haciendo mucho frío y el señor Gazzmann nos pidió amablemente el favor de que bajáramos al sótano del cobertizo mierda (shit shed Basement), que allí hacía menos frío pues no llegaba el ala (minus cold because the wing don’t reach us)… Abrió otra trampilla y bajamos otra escalera igual pero más pequeña. Él había bajado antes, encendió las luces, y mientra bajábamos nosotros nos pidió que tomáramos otra foto… El dicho sótano era exactamente igual que el superior, pero mucho más pequeño. Inclusive en el pizarrón estaban escritas las mismas palabras que en el de arriba, pero más pequeñas… Ahí también hacía mucho frío y el señor Riboulirou nos pidió que bajáramos a otro sótano exactamente igual, pero como se adivinará, mucho más pequeño…, él había bajado antes, prendido luces, y nos pidió que tomáramos otra foto… Esto se repitió dos veces más… Un salón al que se le entra por el techo con cuatro sótanos debajo, exactamente iguales, pero cada vez más pequeños. Cada vez, una foto…, ahí están las mencionadas fotos consignadas junto con el informe…

-Sí, son estas fotos desquiciadas en las que su compañera y usted se ven cada vez más grandes…, ya me preguntaba yo cómo se había logrado el efecto…

-¡En efecto, su señoría! Y ¿sabe usted qué explicación me dio el señor Gazzmann de esto?

-No tengo idea, pero usted me lo va a decir, igual que las palabras escritas en el pizarrón cada vez más pequeño.

-¡Eso es irrelevante, su señoría!

-Tiene usted razón, señorita abogada… Pero me parece importante para establecer el perfil de la personalidad del acusado.

-Díganos usted, señor teniente díganos lo que le explicó el señor Riboulirou, y qué palabras había en los sucesivos y cada vez más pequeños pizarrones…

-Seguro, su señoría. En el pizarrón habían nueve palabras en dos grupos: “more deep, more true, more little”…, y, abajo: “drawing people understanding”…, no entiendo el sentido… Y la explicación de esas excavaciones hablaba sobre un viaje al centro del grano (traveling to the center of the grain, pero yo creo que quería decir ground por Earth, no sé)… Yo tampoco entendí…, pero la verdad no me animé a pedir más explicaciones ya que mister Asca-Gazzmann hablaba más y más sobre su pasatiempo: investigación sobre unos programas de computadora que se llamaban adobe reader, tapia draw, y un impronunciable bahareque shop, que debe ser linus o algo así…, pero yo le entendía cada vez menos y comenzaba a marearme…, sobre todo con algo sobre la aguja de un gramófono que tampoco entendí…

-Muy bien señor teniente, tranquilícese usted, tómeselo con calma… Señorita abogada acusadora ¿quiere preguntar algo más?

-No, su señoría, la fiscalía ha terminado el interrogatorio.

-¿Abogado defensor?

-No, su señoría… eh…, gracias…

-Señores, pueden proceder a efectuar sus discursos de cierre. Señorita abogada acusadora…

-Gracias su señoría…: señores del jurado, este es un claro caso de complicidad en un intento fallido de atraco. El señor Asca-Gazzmann Riboulirou, aquí presente es obviamente el cerebro de la banda –¡fíjense en qué maestría para enredar y confundir!- Obviamente sus secuaces por alguna turbia razón equivocaron sus planes…, si no ¿cómo se explica la facilidad con la que el señor Gazzmann los desarmó? ¡Miren su cara! Esa mirada indescifrable, esa apariencia anodina, ese hablar endemoniado… Señores del jurado, pido para él la pena máxima sin penas en sus conciencias: ¡que sea deportado!

-¿Pero qué dice la señorita bonita? ¡tan bonita que se ve cuando se molesta y tan bonito que se le ve ese sweet! ¡pero lo que dice…!

-¡Silencio señor acusado! Abogado defensor, su discurso.

-Eh… Gracias, su señoría…

-¡No! ¡Qué va, su majestad! ¡De ninguna manera! ¡Nunca he tenido que ser defendido por nadie en mi vida! ¡Permítame por favor que yo mismo me defienda y no el atontao este! ¡Perdón, mi carnal, pero la verdad es que eres un maleta y estás botado! (sorry, my fleshed, but the true is you are a luggage and you are thrown away!)

-Señor Riboulirou, no grite por favor… Si su abogado se lo permite puede usted asumir su defensa pues tiene el derecho.

-Thanks you His Majestic The Horrible Mister Fudge! Your heart is bigger than a water mellon!

-Adelante, adelante, proceda con su discurso y deje de decir tonterías…

-Mire, su majestad, señores que me la llevan jurada y yo no sé por qué pero seguro que ustedes sí (ni sombra de duda me cabe pues la duda en éste caso ofende), señorita del dulce bonito, mi carnal el abogado más maleta del mundo, chicos con las pistolas más grandes que sus cerebros, presentes todos…, el señor de allá, sí, usted…, gracias también a los como hermanos teniente lío, el gordo flaco y su trailer (Lieutenant Gordon Black and Sue Tyler)… La cosa es que cuando mis abuelos llegaron a Caracas viniendo de España con mi papá pequeñito, sí, como de cinco años, venían huyéndole a una guerra y una hambruna feísima que había en toda Europa… Ellos llegaron sin dinero, sin trabajo, con toda la vida en un pequeño baúl… Llegaron a una pensión que unos conocidos de unos conocidos tenían por allá cerca de Guanábano Bridge, bajando como quien va hacia Two Little Batteries Corner (Near Puente Guanábano. Esquina de dos pilitas), y a pesar de tan poco, sacaron adelante a mi Papá, pusieron una carpintería y llegaron mal que bien a tener estabilidad y tranquilidad. Mi abuelo sabía blanquear las nobles maderas y hacía piezas magistrales de ebanistería muy fina… Con el tiempo mi padre casó con la hija de la dueña de la pensión, mi madre, hija de una malagueña más bien de Tarifa o Tánger, que hasta podía venir siendo de Melilla y un señor de Maiquetía o Pariata que vendría a ser mi abuelo que no conocí…, y al poco tiempo nací yo heredándole a mi madre este colorcito de piel tan noblemente numidio y al mismo tiempo duradero que le viene directamente del litoral por vía paterna… Después esa parte de Caracas que me vio nacer se fue poniendo fea, mucho ladrón, mucha hambre, mucha basura, mucha rata, y se mudaron para la esquina de Pele el Ojo (Peel the eye corner), en la planta superior de la lonchería que tenía un portugués venido de Francia ahí… Yo, para hacerles corto el cuento, entré a trabajar con el portugués que se admiraba de que yo, ya desde chiquito supiera hablar el español (es un don que tengo con esto de los idiomas), y él, que era un noble hidalgo, llegó a viejo y lo hablaba mal…, fíjese usted que aquí estoy, hablando fluidamente en éste extraño papiamento salido alguna vez de la lengua de la tierra de la reina alopécica, rubia y pérfida Albión…, y bueno, con el tiempo el portugués me agarró cariño y me casó con su hija (los hermanos teniente lío el gordo flaco y su trailer no la pudieron conocer porque el día que fueron ella había limpiado la casa), con quién asumimos la conserjería de un edificio que quedaba cerquita de Mooneta corner (esquina de la Luneta) que fue donde ella le tomó tanto cariño al sacar brillo y comer repollo hervido… Se imaginará usted, señor Horrible, que con el sueldo de conserje no se llega muy lejos, y como entre repollo y repollo habíamos hecho repollos, pues qué le digo, que venía un retoño en camino y necesitábamos más entradas… Fue así como conseguí un little place de mesonero en The Pasta Palace, from Trick to the Balcony, y bad that good nos mantuvimos hasta que el lumbago and the asiatic nerve of my wife le impidió seguir trabajando… Primero muy innoblemente nos botaron de la conserjería, luego mi retoño tuvo que ponerse a trabajar conmigo en The Palace para ayudarnos a pagar la pensión que conseguimos near Upside down Christ corner (esquina de Cristo al revés). Pero por ahí hay mucha droga y mi muchacho corría el riesgo de echarse a perder (throwing to loose), las colas en el hospital no ayudaban a mi mujer con el lumbago, yo hacía diariamente dos turnos seguidos en el Pasta Palace que sumaban dieciséis horas diarias de trabajo seis días a la semana a sueldo mínimo…, nos íbamos a morir tratando de ganarnos la vida… Luego, el hermano del portugués que era mi suegro (rest in pieces and my word don’t ofences to him) , que había emigrado de Francia directo a éste país después de la misma guerra que espantó a los míos en su momento, se enteró de que nosotros estábamos pasando more work than Mouse in hardware store en Caracas, nos escribió proponiéndonos que nos viniéramos a trabajar aquí, en éste país donde the lie garantiza the freedom, donde quién trabaja vive, donde la violencia está sólo en la televisión, donde la única falta de respeto que he sufrido ha sido la de perder mi nombre y confundir mis apellidos… País en el cual my master mister owner puede pasar el día hablando por teléfono con las chicas de las voces sensuales (0-800-porn) porque yo estoy al frente llevándome el pan a mi casa, con las únicas molestias de tener que haber lidiado con estos chicos con pistolas más grandes que sus cerebros, y tener que tratar con educación a la Fat Bitter que pese a hacer la compra todos los días en el establecimiento en el cual trabajo desde que llegué aquí jamás se ha dignado llamarme por mi nombre, y no perder la paciencia con el llorón hijo de la señora Mariada…, pero que a cambio recibo la visita de gente interesante como los hermanos teniente lío el gordo flaco y su trailer, gano mi dinerito en cantidad suficiente como para vivir humilde pero dignamente…, y encima tengo tiempo para mis pasatiempos que no he llegado, por falta de oportunidad y por no parecer indiscreto ya que tampoco me lo han preguntado, a explicarles a ustedes… Señores ¡gracias por acogerme en su país! ¡Cuenten con este servidor para lo que salga, que nobleza obliga, y aquí está Óscar Pancracio Guzmán Rebolledo, caraqueño y leal amigo, para lo que gusten mandar! He dicho…

El honorable juez se secaba las lágrimas con una esquina de la sotana disimuladamente, la abogada de la fiscalía empalidecía y enmudecía parpadeando a punto de perder el equilibrio, el atontado attorney de la defensa sacaba pechito orgulloso por el discurso de cierre de la defensa y miraba con aires de suficiencia en derredor, el jurado no necesitó retirarse a deliberar y dictaminó de inmediato y por unanimidad el fallo Non guilty haciendo prorrumpir en estruendosa ovación a la concurrencia, los alguaciles no pudieron impedir que la prensa entrara en tropel y que sacara en hombros del recinto tribunalicio a un augusto Asca Pan-crazy-o-Gazzmann Ribolirou que gesticulaba mesuradamente unas cruces de bendición papal a diestro y siniestro agarrado de micrófonos y cabelleras alternativamente y según fuera menester…

En el noticiero de las seis de la tarde, antes de las predicciones del tiempo, Óscar Pancracio Guzmán Rebolledo tuvo sus merecidos quince minutos de fama en un micro de TV que relatando su vida con cobertura de costa a costa desgranaba sobre una conmovida audiencia las peripecias del pequeño héroe de turno. Con lo que le pagaron por los derechos pudo, por fin, devolverle el préstamo al portugués venido de Francia tío de su esposa que lo llevaba por el camino de la amargura con los intereses compuestos, cancelar la hipoteca de la casa, y hasta le alcanzó para la universidad de su retoño.

También para Óscar Pancracio Guzmán Rebolledo, el American Dream se había vuelto realidad, aunque ahora se llamara Asca Pan-crazy-o-Gazzmann Riboulirou…, o mister Riboulirou a secas.

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