sábado, 16 de julio de 2011

Control, Los Amantes, Avance, Apego al Pasado, Celebración.




“El Zen conoce sólo una vida inmensa
Que contiene todo tipo de contradicciones
En una profunda armonía.
La noche está en armonía con el día,
Y la vida está en armonía con la muerte,
Y la tierra está en armonía con el cielo.
La presencia está en armonía con la ausencia.
Esta enorme armonía,
Esta sincronicidad,
Es el Manifiesto Esencial del Zen.
Esta es la única forma de vida
Que respeta y ama,
Y no niega nada, no condena nada.”

Osho: El Manifiesto Zen.


No es sólo pensar lo que causa problemas, porque la verdad que así, para lo tocante a la cotidianidad del devenir, pensando se resuelven menudencias y otros avatares.

El problema germina de la semilla que es el pensamiento, o no, más bien me parece que hay innumerables esporas flotando por ahí producto de no sabría qué, que vienen y le caen encima a la tierra abonada del pensamiento, que viene uno y riega después con procedimientos y metodologías aceptadas, y es ahí que surge el problema.

Como pasa con el cuento de la película de terror en la que hay un fantasmón horroroso, tan bien hecho que casi nos mata del susto. Si uno está viendo esa película y la casa está sola, rápido el ruido que hacen las cortinas al ser mecidas por la brisa nos parecerá cosa del fantasma, los crujiditos y murmullos normales de las cosas se las achacaremos al mismo fenómeno.

Pasado un rato no querremos ni ir a orinar por temor al fantasma… Hasta ahí todo bien, digamos, natural.

Pero el miedo sigue ahí y nos hará recordar una antigua oración o conjuro que le oímos a una abuela alguna vez, la repetiremos y hallaremos en ella la valentía necesaria para ir al baño a descargar la vejiga que nos estaba matando a punto de reventar… Allí es que se complica todo… Pensaremos entonces que la oración tiene poder, le daremos un carácter mágico y trascendente. Le rendiremos culto. Crearemos un enorme problema, sin hablar del tema de los royalty por ejemplo.

Basta imaginarse un poco todo lo que devendrá de ese acto cuando le comuniquemos el milagro a los demás, y lo que pasará cuando los demás vean la película con el fantasmón, y que para ir a mear recen primero la oración de la abuela… Ya los veo yo vendiendo estampitas hechas a partir de un daguerrotipo de una vieja cualquiera, y el montón de gente siguiéndola en Tweeter…

¡Por favor! ¡El fantasma era un efecto especial en una película! ¡Coño, no existe! Todo no es más que un gigante con pies de barro, échenle agua para que vean como se cae y se desbarata. Es el pensamiento quien ha creado todo el barullo.

Es así como uno inventa remedios para circunstancias de lo más variadas, tan jaladas de los pelos unas como otras, y luego jura que tiene razón.

La razón no existe.

De hecho, y yendo más allá: la verdad y la mentira no existen. Dependen de cuan bien escritas estén. Dependen de su poder de convicción que es relativo al nivel intelectual del blanco al cual va dirigido… Es aire caliente, por decirlo de algún modo…

Veamos el caso de la gente que tiene que salir al ruedo antes de completar su proceso de madurez. Me refiero a los niños que tienen que enfrentar el mundo adulto sin haber abandonado del todo su niñez… Normalmente son personas que generan estrategias más o menos exitosas para lograr aquellas cosas que no están preparadas para resolver, y lo hacen con los escasos elementos que tiene a mano, y por ensayo y error… Estos niños tenderán a repetir indefinidamente sus experiencias exitosas, lógicamente, hasta bien entrada su edad adulta sin pensar mayormente en lo que hacen, dando origen a los comportamientos emocionalmente incompletos. Es normal, pero no por eso deseable.

Los habrá que llegados a los sesenta años, o más, seguirán siendo agresivos y arreglando todo a las patadas. Los habrá que resolverán todo llorando o haciéndose los enfermitos. Los habrá que mentirán, o que no le harán caso a nadie, o tremendamente malcriados y pataleteros…, en fin…

Pero están también los que saliendo del barrial del caos logran sus éxitos poniéndolo todo bajo control, y por consiguiente creyendo firmemente en que sus logros se deben a su inmensa fuerza y poder sobre el desorden de la existencia. No se han detenido a pensar en lo pequeño que resulta todo aquello que han enfrentado comparado a lo que realmente implica el inmenso quilombo que es la existencia completa… Pasa muchas veces que para mantenerlo todo bajo control se inventan un horizonte cortito y nombran un enemigo controlable…, y sí, esto funciona…, pero no por mucho tiempo, y hay que irse haciendo de la vista corta con toda la lechuga que se le sale al sándwich por todos lados cuando vamos a morderlo.

Cuando mi Papá me enseñó a andar en bicicleta me mantuvo bajo su control hasta que yo aprendí a guardar mi propio equilibrio. La sabiduría de él estuvo en no soltarme hasta que yo tenía el control, mi propio control. Luego confió en mi propio sentido y destreza. Me he caído incontables veces desde que mi Papá me soltó, cierto, pero si aun no me hubiera soltado ¿qué sería de ambos? Probablemente yo me hubiera acostumbrado a que él me llevara y me trajera, lo culparía por cada matada que inevitablemente nos hubiéramos dado, y para él hace rato que hubiera dejado de ser un placer, sin hablar de lo cansado y hastiado que estaría…, preguntándose que qué había hecho mal para haber criado a un hijo tan pendejo así que no para de depender de él…

El control requiere de un derroche de energía demasiado grande, y tal vez sí, digamos que en sus inicios cumplió con su cometido… Pasado un tiempo uno se agota, el pozo de agua que regaba el jardín del planeta necesita reponerse. Limitarse a un área determinada en el cual su rendimiento sea el óptimo. No podemos con todo.

La energía excedente de abandonar el control será muy bien empleada en vivir nuestra propia vida, que seguramente está necesitada de una buena inyección de energía, y hay que emplearla antes de que sea tarde.

Es fácil poner orden en la vida si uno asigna roles, como en una obra de teatro: “tú serás el bueno, yo seré el malo, aquel será el despistado, y el otro el formal”… Lo único que hace falta es que cada quien se aprenda sus líneas y se apegue a su papel, luego, con el concurso del decorado, la música, y la mano dura del director, la exitosa puesta en escena será un resultado natural… Pero ¿cuántas veces se puede representar la misma obra exactamente igual? ¿aguantará eso tanto actores como el director? Yo no lo creo…

Como pasa en la magna obra de la familia.

La semilla de todo la pone el sexo: nuestros genes, en un desmadre reproductivo escogen pareja con la cual tendrán éxito biológico en su afán de perpetuarse y nos convencen que eso es amor…, y sí, es una manera de amor, pero no todo el amor.

El amor surge luego de que las ansias reproductivas amainan y dejan lugar para el respeto, la atención, la reciprocidad, y sobre todo a la bidireccional toma de decisión de quedarse juntos. Está claro: dependiendo de que ambos quieran tomarla.

Y no es que por esto, por la toma de la decisión ¡ya está! Se abolieron todos los desacuerdos y sinsabores… No estoy hablando de “y fueron felices y comieron perdices”… No, coño, claro que no… Porque la vida está llena de contradicciones complementarias que hacen la armonía, o la felicidad, llámenla como quieran. Total, el idioma es dual, se inventó para hacer inventarios de mercancías, para comerciar, y al final no podemos expresar las cosas más allá, que sólo transaccionalmente… Pero con eso nos tendremos que defender a falta de un entendimiento más profundo…

Así pues, la pareja comienza con ese corrientazo en las partes pudendas y se mantiene por la adicción a las endorfinas, hasta que (y sólo si llega a ocurrir) surge el respeto y todo lo demás. Hasta que surge el amor.

Pero este amor puede surgir únicamente si nos quitamos del medio, si lo dejamos tranquilo, si no estamos controlándolo, si dejamos la pendejada de estarse creyendo que es uno el que sabe y el otro no. Así nunca surgirá, y cuando le llegue el momento al sexo, el momento de perder la preeminencia reproductiva y sean transferidos a nuestros hijos aquellos genes bochincheros, entonces se habrá acabado todo… Y está bien, si esto es lo que tiene que ocurrir…

Pero tenemos que darnos un voto de confianza. No estamos tan locos, ni somos tan zoquetes. La pareja que escogimos puede que tenga algo más que simple (o no tan simple) compatibilidad genética… Dejémosla surgir… Y hasta tal vez invirtamos la última gota de energía destinada al control en soltarle la bicicleta.

Dejémosla ir. Se va a caer, sí. Pero se parará y arrancará de nuevo, y al poco tiempo veremos a quién estamos respetando. O de qué tamaño hemos estado poniendo la torta…

Vamos a desbloquear la situación, crucemos el bloqueo conscientemente… Sólo así veremos al amor crecer, convertirse en una luz que lo envuelve todo, que ama contra todo pronóstico, que ama inmensamente… Que ama sin hacer ninguna fuerza amando cada vez más… Supongo que se parece al neutrino de la física cuántica, esa partícula de masa negativa que a medida que acelera requiere menos energía para seguir acelerando, para lograr velocidades hiperlumínicas en las que será cada vez increíblemente más liviano, y más rápido… No sé si me explico, tal vez suena a disparate ¡siempre el inventario!…

… En fin…, el control es un vano afán por sostener lo insostenible. Tal vez podamos parar un reloj, pero el tiempo seguirá avanzando. Haremos un esfuerzo inútil y hasta ridículo. Usemos esa energía en avanzar… Veamos qué hay más allá… Después del infinito hay otro firmamento, no puede ser de otro modo.

El control es aferrarse al viejo cajón en el que guardamos el pasado, que ya no existe. Pero este cajón es suficiente como para taparnos los ojos y no dejarnos ver el presente, y el presente (tú lo sabes, me lo dijiste) es un presente…, un regalo… Y siempre está nuevecito, resplandeciente, bello…

Escribe tus vivencias, tus experiencias, tus éxitos, y tus procedimientos, tu simetría y tu orden, cuéntaselas a tus hijos, y olvídalas… Déjaselas al papel, o a los bytes, o a los genes… Pon ese cajón en el estante y regálaselo al polvo del tiempo. Sonríele, dale las gracias, préndele una velita si te provoca, pero déjalo ahí con su bicicleta, y avanza…

Después, con la inmensa dicha del amor entronizado en la totalidad de tu existencia, camina por la vida al lado de la persona que amas. Celebra con ella el regalo. El regalo de vivir y el de morir, celebra la noche y el día, celebra el sol y la lluvia…

Celebra.

Que los motivos de celebrar están todos ahí, dentro de ti. En la decisión, en el devenir, en el avance.

No dependen del clima, ni del estado de la bolsa de valores, ni muchísimo menos del futuro ni del orden.

Están, aquí.

Hoy.

lunes, 4 de julio de 2011

Sotobosque. Despedida y saludo.


“¿Qué es la vida?
Un frenesí.
¿Qué es la vida?
Una ilusión
Una sombra, una ficción,
Y el mayor bien es pequeño,
Que toda la vida es sueño
Y los sueños sueños son”.

Calderón De La Barca. La Vida es Sueño. 2182 y sig.


Es verdad que la vida es un frenesí y todo lo demás que dejó dicho Calderón De La Barca. Pero no sólo es eso. Es un conjunto curioso del devenir, despedidas, saludos, idas, vueltas, dejar ir, atrapar…, de veras creyendo que algo puede asirse o largarse.

Conocí a Anne-Marie mucho antes de conocerla, y le dije hola, y le dije adiós, para decirle hola y adiós muchas veces más, aun teniéndola a mi lado, y estando yo denodada y completamente al lado de ella.

Un día fui obligado a asistir a una reunión en la playa y de ahí, salió ella… Simplemente la amé desde ese momento justificadamente porque ya la amaba desde siempre.

Salió del mar, como la Venus aquella, creo que de Boticcelli (no me acuerdo), pero pudo haber salido también de un bosque más bien como la Morgana de los mitos celtas (nunca como hada porque no conozco a nadie menos cursi que ella) pero sí con todo el genio femenino desplegado como a nadie antes, ni después, he visto desplegar.

Y comenzamos un afanoso entretejido onírico de utopías lúdicas, creyendo que éramos muy serios en medio de éste juego.

Nos adentramos en el bosque, y nos sumergimos en el mar. Subimos la montaña, y descendimos a la sima. Trepamos los árboles y nadamos con los delfines.

Inventamos y reinventamos, creamos y organizamos, hablamos y narramos…, nos acompañamos. Nos amamos.

Abrimos un libro loco llamado Margarita, le escribimos un preludio dedicado y prolijamente sincero. Trabajamos capítulo a capítulo con ahínco y realmente convencidos, creadores felices…, y ya terminamos esa historia. El libro loco llamado Margarita llega ahora a su fin.

Estamos escribiendo el epílogo y hasta el índice.

Pero el colofón es un nuevo principio, un nuevo acercarse a los inicios, un volver a empezar. Sólo que el círculo es más amplio, y la vista es desde otro punto.

El colofón es ésta bella muestra que se expondrá en Azularte Galería, en El Hatillo, Caracas.

Azularte Galería de los principios y los finales, de los terminar para volver a empezar.

Nuestro amigo Luciano Gimón apoya a Anne-Marie una vez más, con el empeño y la dedicación que sólo sabe ejercer un amigo de verdad. Un amigo que sabe lo que hace y cómo se hace.

En la exposición de Anne-Marie Herrera, Sotobosque, que podremos ver a partir del próximo domingo 10 de julio de 2011, a las 11:00am, está cerrándose una puerta que al mismo tiempo se está abriendo.

Se está cerrando la contraportada de ésta loca historia llamada Margarita y se está abriendo la puerta del bosque del resto de la vida.

En ésta muestra hay mucha más Anne-Marie que en otras exposiciones anteriores porque no está defendiendo un bastión, no está tratando de convencernos de nada, ni es un manifiesto…, como pasa a veces…

Ésta vez sale ella de su bosque, nos sonríe con dulzura, y se adentra de nuevo en él.

Y yo le digo hola, y me voy con ella.

La amo.