domingo, 2 de octubre de 2011

Bitácora comentada Segunda entrega: regreso, salida, y vuelta a la isla.



-Primero, de una forma bastante inocente,
Creí que era una terrible conspiración,
Un secreto increíble,
Que engañaban a esos jóvenes de una manera bastante fea
-dijo Saim-. Tanto que,
Llevado por la excitación y por primera vez en quince años,
Pensé en escribir y publicar un artículo que por fin demostrara
Uno de mis descubrimientos con todo detalle,
Pero en seguida cambié de opinión
-y añadió escuchando el gemido de un petrolero oscuro
que atravesaba el Bósforo bajo la nieve
y que hacía temblar ligeramente todas las ventanas de la ciudad-:
Porque ahora sé que no cambiaría nada demostrar
Que la vida que vivimos
No es sino el sueño de otro. .

Orhan Pamuk
“El libro negro” (Kara Kitap) p. 110.
Alfaguara. 1990.



Me tomé una semana mientras esperaba que mi tío Francisco terminara de arreglar su camioneta pasándola bien en casa de mi madre. Empleé unos buenos ratos en desarmar mi parte del museo que es esa casa en la que el tiempo se detuvo, boté lo que era basura, regalé lo que no lo era, volví a guardar lo que ya era patrimonio de la memoria de la familia, pero ya en un orden con algún criterio que el meramente espacial.

Encontré vestigios casi arqueológicos de una vida que fue, y que es alguna clase de principio de ésta, pero con sus hilos conductores ya imposibles de establecer. Se me formaron recuerdos que por experiencia sé literarios, inventados…, pues ya no son.

Algunas cosas las empaqueté para hacérselas llegar a las personas que creo deberían tomar la decisión de qué hacer con eso. Ya no seré más esa especie de limbo anárquico lleno de bojotitos muy bien amuñuñados como el que existe bajo las camas de algunos ancianatos -según he leído en alguna parte-, por lo menos no todavía.

Pasó una semana larga desde que Anne-Marie se fue en aquel avión que ni siquiera pude ver -aplaudo la iniciativa de los arquitectos sin familia y sin amores que cerraron el acceso a la terraza del aeropuerto de Maiquetía. Ojalá que, algún día, no les quede más remedio que amar-, y por fin, el domingo 28/08/2011, más o menos a mediodía, llegó el gitano Melquíades (mi tío Francisco) a bordo de su congorocho repotenciado a medias, y en viaje de prueba

Almorzamos pues, de un extaordinario potaje que hizo mi hermano Luís Gabriel -que ya se fue a estudiar a Osaka, en Japón-, y a las 4:30pm arrancamos carretera abajo con rumbo hacia oriente. Nos veníamos por fin a buscar las máquinas que vendí a aquel amigo en Mérida, para poder llevárselas y cobrar el dinero según lo pactado.

El congorocho repotenciado a medias quedó con una lentitud en el motor de arranque que lo hacía un poco pesado para encenderlo, y con una vibración en el cardán por culpa de unas crucetas muy desgastadas…, pero sólo vibraba sobre los noventa kilómetros por hora, y no es cosa de andar corriendo muy duro un motor recién hecho, así que no nos preocupamos mucho y seguimos adelante.

Hablamos mucho mi tío y yo (él es más bien como mi hermano mayor), tomábamos un sorbito de cocuy de vez en cuando hasta que, sin previo aviso, una inmensa cola de carros nos detuvo nueve kilómetros y medio antes de llegar a El Guapo. Eran las 7:53pm…, y en vista de que la cosa se demoraba y ni siquiera pasaban carros por la vía contraria para preguntarles, decidimos apagar el motor y bajarnos del carro a conversar con los compañeros de cola.

A las 8:32pm pasó una patrulla de la policía nacional diciendo que la cola era por culpa de una manifestación de personas del pueblo (ellos no usaron ese léxico precisamente) que protestaban porque tenían treinta y una horas sin servicio eléctrico, que la comida se les había dañado, que no habían podido vender refrescos durante el fin de semana…, en fin, que la cosa era para largo…

A las 8:39pm pasaron dos muchachas vendiendo café con unos termos y les compramos dos. Les preguntamos acerca de la manifestación y nos dijeron que había empezado a las cinco de la tarde, y que estarían ahí hasta que llegara el alcalde y les diera una explicación, y que les pusieran la luz. Las dos cosas, no una… Si nos salían con que no darían ni un paso atrás, no nos hubiera extrañado…

A las 9:07pm se corre la voz de que el alcalde viene en camino.

A las 9:15 Abrieron el paso. Los conductores y ocupantes suben a sus vehículos apresuradamente y arrancamos rápidamente. Contamos un kilómetro y medio de cola… Casi pasamos la barricada. El señor que iba delante se asustó porque le pusieron repentinamente unas ramas en el suelo delante, y se paró. Casi de inmediato, aprovechando la tardanza entre ese momento y la colocación de un obstáculo mayor (una rama gruesa de árbol y los restos de lo que parecía una nevera vieja) el hombre pisó el acelerador de su Toyota nuevo y salió disparado por entre los alzados dejándolos atrás en menos de lo que espabila un cura loco… Nosotros no pudimos. Entre la inercia del congorocho repotenciado a medias, y la prisa que se dieron los lugareños en cerrar bien (blandiendo los machetes como los extras en las películas sobre la independencia y toda la cantaleta esa), quedamos presos sobre el puente que habían cerrado en nuestras narices. Estábamos a menos de siete metros del fuego que le dieron en la pata a un árbol de junto de la carretera con la intención de que se cayera sobre ésta y bloqueara la vía más dramáticamente. Eran las 9:19pm del día 28/8/2011. El lugar estaba a unos ocho kilómetros antes de llegar a El Guapo (para los que no conocen el sitio, está en el estado Miranda, en la carretera vía oriente que va de Caracas hacia Barcelona, a unos 122 km después de dejar la capital), justo sobre un puente, de manera que no había cómo pasar por un lado la barricada así fuera descolgándose a un costado del camellón.

A Las 9:42pm refuerzan la candela en la pata del árbol con un caucho ardiendo. La cosa se pone fea. Empiezan a dar golpes a la chatarra que va aumentando sobre la barricada, a gritar cosas que tal vez ellos alcanzaron a entender…, se desataba el Cumbe… Empezaron a lanzar palos y piedras sin más intención que inquietar. Nosotros temíamos por nuestro parabrisas, porque los repuestos del congorocho repotenciado a medias hay que irlos a buscar a Colombia y no siempre se consiguen en el Norte de Santander haciendo más cara y demorada su consecución.

A las 10:07 continuamos bloqueados y realmente temiendo por el parabrisas, pero llega la policía por el lado oriental de la barricada. Se quedan paradotes ahí como unos bambiletes de adorno muy desafortunado y no hacen nada, pero por lo menos el Cumbe, aunque enardecido, deja de tirar corotos al aire y guardan los machetes. Algunos de los que estaban en la cola trataron de aprovechar la llegada de la policía, y argumentando que había mucha más gente en la cola que en la barricada (sí podemos, somos más) que nos pusiéramos de acuerdo para arremeter furibundos y hacernos paso (eso sí, dale vos primero, que a mí me da mucha risa)…, y claro, como toda bravuconada clase media, todo quedó en nada, porque nadie le dio primero… ¡ja!

Casi de inmediato, a las 10:08 pm, llegan dos afrodecendientes a bordo de una de esas motos chinas que han poblado este país como plaga trayendo una caja de Triple Filtrado Florida AAA ¡señores, se armó la rumba! Repartieron la caña equitativamente (cuidando muy bien que no cayera esta en manos de los menores que estaban como caimán en boca de caño. Bien por el Cumbe, que el quilombo es el quilombo, pero no hay que exagerar, y de repente y tal la lopna sí los hubiera atrincado rápido), y la agresividad aumentó junto con el candelero. Mi anotación de las 10:09pm es literalmente: “candelero, gente arrecha, y el árbol que no se caiga”…

Son las 10:14pm, la protesta recrudece, el alcalde no aparece, no va a venir. La policía se va. El Cumbe en pleno ofrece no menos que el Apocalipsis… Pero el aguardiente (fiel amigo con quién se puede contar en aciagos momentos de la existencia) hace su efecto y poco a poco la furia deviene en fiesta. Una morena subida que parecía tener toda la potencia de su raza revoloteándole en las venas aporreaba la chatarra y le sacaba sones de cumaco. Pronto se sumaron los principales metiéndose los machetes bajo sus brazos no sin antes haberlos usado para cortar las makuayas. Bailaron, bebieron, bailaron, vociferaron, y poco a poco fueron yéndose las doñas con sus proles, los colegiales, las liceístas, las parejitas alborotadas con el licor y el ritmo excitante del tambor de chatarra… Se quedó sólo el Cumbe… Una docena de muchachos tratando de que la protesta no se les volviera sal y agua, pero el daño ya estaba hecho para ellos, la estocada la dio el que trajo el aguardiente… A poco uno flaquito que bailaba hasta los cornetazos de los carros le despejó el fuego al árbol, y hasta agua del río le echó para terminarlo de apagar.

… Y a las 11:04pm nos dejaron pasar entre risotadas obscenas y palabrotas ininteligibles. A juzgar por la cantidad de carros, camiones, y autobuses que nos rebasaron más adelante en la carretera, pensamos que abrieron la vía ya, y que dejaron la fiesta para otro momento… No llegué a ver ese pueblo, ni esa noche, ni en mis otros dos pasos por él, con los bombillos encendidos. Creo que no les pusieron la luz eléctrica.

A las 2:32am del día 29/8/2011 llegamos al terminal de ferry de Puerto La Cruz (uno de los siete sitios más feos de Venezuela, contando a Morón, y Ciudad Cartón en Porlamar). Nos dijeron que sí había pasaje para el ferry de las siete de la mañana, pero que se empezaban a vender los boletos a las cinco de la madrugada. Decidimos comer algo de una lonchera que nos habíamos preparado en Caracas, y descansar un rato ahí, en el asiento del congorocho repotenciado a medias…

A las 5:05am del día 29/08/2011 estábamos en la taquilla de venta de boletos del ferry (esa empresa llamada Conferry y que debería más bien llamarse Sinferry) para enterarnos, después de un trajín hermético por parte de los dos taquilleros que había, que no sólo no había boletos disponibles, sino que tampoco estaban saliendo los ferry por órdenes gubernamentales…

A las 6:26am decidimos ir a entregar unos lavamanos artesanales que cargábamos en el congorocho repotenciado a medias en una ferretería de Barcelona, e irnos a probar suerte a Cumaná, porque de allá sale la otra línea disponible para hacer el tramo de mar entre el continente y la isla Margarita.

A la 11:03am estábamos en Cumaná, en la cola para abordar el ferry tratando de averiguar cómo es la movida ahí. Un funcionario anónimo que logramos acorralar nos dijo más o menos esto: sí, esa es la cola, métanse ahí, el embarque es en orden de llegada y sin compromiso, cuando la chalana llegue el capitán mide la carga y decide quien va y quien no dando prioridad a la carga perecedera, después de que el capitán mida la carga se le dará una planilla para que compren sus boletos sin compromiso, porque si después resulta que no caben, el capitán dará la orden para que se queden, sin compromiso.

A las 4:06pm por fin habíamos solventado todos los contratiempos y requisitos, y entendido que es en desorden de llegada la cosa, y logramos comprar nuestros boletos. Tenían punto de venta en la taquilla pero se colgó justo en el turno de la señora que estaba delante de nosotros. Hubo que cruzar la calle rumbo al Terminal del Cacique Express donde está el cajero automático único en la comarca, que además no aceptó mi tarjeta y no me dio dinero. Afortunadamente, sumando aquí y raspando allá, logramos reunir el efectivo y pagar los boletos. A esa hora comimos, en una taguara que hay en la punta del muelle, el cochino frito más sabroso que me he comido en meses.

5:15pm. Comienza la maniobra para abordar la chalana “Caracas”, barcaza de torreta central que prestó servicio en Maracaibo antes de que construyeran el Puente Rafael Urdaneta, pero que fue construida en el veintinueve según pude leer en una placa de identificación.

Unas chicas jóvenes ataviadas con unas chemisses rojas (buen negocio hizo el que agarró ese contrato) me pidieron la cédula de identidad y mi boleto para ver si viajaba el mismo que compró el boleto, pero no me miró a mí para ver si el de la cédula era yo o algún otro. Estaban demasiado ocupadas molestando a una señora que se puso a pelear con ellas no entendí ni por qué, pero el pugilato fue en toda regla -hay que ver lo rudas que son las orientales para darse gritos. Yo prefiero pelear con la Gorgona que enfrentar una zafia de estas-... Ahí se les coló medio pasaje de a pie por lo menos.

5:55pm, zarpa la “Caracas”. Nos conseguimos unos puestos bien ubicados en el compartimiento de pasajeros. Unos bancos de madera muy bien barnizada en torno a unas mesas enormes que pronto fueron invadidas por unas adolescentes rarísimas (como proto-cuaimáticas) maquilladotas y entaconadísimas que jugaban al bridge con una pasión y concentración desconcertantes… Nosotros tratamos de soportarlas lo más que pudimos, pero tanto estrógeno, cuando decide hacer el idiota, nos rebasa con extrema facilidad, y me perdonan por favor… En vista de eso, lo más gentilmente que pudimos pedimos permiso y nos salimos de ahí rumbo al congorocho repotenciado a medias. Esa chalana tiene la cubierta de carga al aire libre, y como quedamos estacionados sobre la manga de estribor, había sombra. De todas maneras de hizo de noche muy rápido… Yo me dormí un buen rato.

A las 10:35pm estábamos desembarcando en Margarita, en el terminal de Punta de Piedras. De ahí nos fuimos a entregar una cava que le traíamos a una amiga querida, y nos fuimos a La Guachafita…, a lo que queda de ella…

12:08am. Día 30/08/2011. Llegamos a La Guachafita ¡qué soledad! Bueno, aquí siguen los gatos… No pude con la desolación, me acosté a dormir completamente deshecho por la tristeza… Se ve que me agarra cansado. Nos tomó treinta y dos horas (ininterrumpidas) completar el viaje.

9:07am. Estoy en el taller luchando con la tristea y terminando unas piezas de Anne-Marie que debo enviar para Caracas. Son de un cliente que ya las pagó, pero no se las había podido enviar porque hubo que arreglarle un par de desperfectos que habían quedado, y no se secaron a tiempo. Logré hacerlo hoy, las empaqueté bien, y las envié. Notifiqué al cliente. Fui un rato al cyber de Traki a escribirle un poco a mi mujer. No pude evitarlo y me descargué un poco de la tristeza animal que cargaba encima con ella. Lo lamento, traté de evitarlo pero no pude… Regresé al taller a terminar otra pieza pendiente. No pude terminarla, no tengo bríos, quedará para mi regreso. Llegó a buscarme Francisco y nos fuimos a entregar algunas cosas de él, a tratar de cobrar algo, a darnos un baño, a ir a cenar, y a las 10:40pm ya estábamos en La Guachafita tomándonos un cocuy y fumando calillas de La Asunción con tristeza y cansancio, pero tranquilos.

8:30am. Estoy en el taller terminando de recoger y empaquetar las máquinas y las herramientas que van a viajar para Mérida aprovechando que ando un poco mejor del ánimo. Vamos a terminar de entregar unos productos que no se pudieron entregar ayer. Cobranzas infructuosas, pero no del todo. Cargamos el congorocho. Vamos a casa de Gisela a despedirnos. Me dan de comer un “pepito”. Me da pena rechazarlo (me lo prepararon con mucho cariño, pero sin preguntarme antes) y me lo como. Craso error, soy celíaco y esa vaina casi me mata. Me sentí como Martín Romaña una vez más. Menos mal que ya sé que no es que me estoy volviendo loco, ni que me envenené con algo, ni que necesito ansiolíticos, sino que comí gluten…

A las 4:40pm de la tarde salimos de Porlamar rumbo a Punta de Piedra a ver si teníamos suerte y agarrábamos el ferry de las siete a Cumaná… No, apenas pasamos el retorno para el aeropuerto nos detuvo otra cola como la de El Guapo, pero en Margarita. Estuvimos presos entre dos barricadas (una delante y otra detrás) de cauchos quemados que arrojaban todo el humo directo hacia nosotros por un buen rato.

7:42pm. Por fin nos dejan pasar de la primera barricada. Hay tres más que se van solventando sobre la marcha.

9:50pm. Llegamos a Punta de Piedra. Un tramo que se hace en escasos cuarenta minutos, lo hicimos en más de cinco horas. No es un presagio demasiado alentador. Además el olor de caucho quemado en nuestras pituitarias, cabellos, ropa, es desazonador en grado sumo.

5:00am. Día 01/09/2011. Amanece en Punta de Piedras con mucho movimiento, con un desorden de llegada peor que en Cumaná porque allá por lo menos es un ambiente cerrado, pero aquí, con bocacalles, encrucijadas, y el carácter atropellador del margariteño, es mucho peor. Por fin logramos que el funcionario nos asignara número (nos dio el 04, con todo y que estábamos de primero, y abordaron hasta el 05). Compramos el pasaje. Otra vez se trancó el punto de venta y tuvimos que volver a raspar la olla, y cuando íbamos a pasar el punto de control de la aduana y me pidieron los papeles de la mudanza (que yo había sacado legalmente en la prefectura después de haber ido a asesorarme en la oficina de la aduana aquí en la isla) el funcionario al ver que eran herramientas se antojó de que esa mudanza no era de persona natural sino de persona jurídica, me hizo pasear las oficinas llenas con mil imbéciles corruptos que me miraban evaluando cuánto me podrían quitar para dejarme pasar con mis herramientitas (con gusto les hubiera dado dinero para que me dejaran tranquilo, pero por culpa del punto de venta de Naviarca, que nunca sirve, me había quedado sin nada de dinero encima)… Como yo les explicaba que esas no eran máquinas comerciales, que no estaban a nombre de ningún taller, que eran mías a título personal, se fueron peloteando el fardo de documentos hasta que se los dejaron al funcionario de la guardia que estaba ahí como último bastión de la matraca… A todas estas el ferry ya había cargado casi la totalidad del pasaje. Faltaban sólo cinco carros que estaban siendo objeto de esculcamientos por parte de la fauna de funcionarios que hay en ese sitio… Me armé de valor y le dije al guardia después de que él me había dicho que tenía que bajar todo para revisar cajita por cajita, que ¡coño! Que qué ganas de ponérmela difícil esta isla condenada, que si nunca me iba a dejar en paz, que para mí había sido y seguía siendo una maldición que amenazaba con perseguirme el resto de mi miserable vida…, que esas máquinas era lo único que me había quedado de un pésimo divorcio en el que había perdido casa, terrenos, carro, hija, -¡mire el documento de divorcio, mírelo!- y que hasta eso se me iba a dificultar salvar, y qué sé yo cuantas cosas más le dije…, todas ciertas, además… El tipo se me quedó mirando fijamente y me bataqueó todo el paquete con los papeles contra el pecho, con fuerza, gritándome que me fuera a la mierda rápido antes de que se arrepintiera… Llegamos a bordo de penúltimos, delante de un taxi que se había recalentado en la cola justo antes de abordar, y que tuvieron que meter al ferry empujado, después de haber abordado nosotros.

7:36am. Zarpa la chalana “Caroní” con nosotros a bordo, rumbo a Cumaná. Nos metimos en su cabina, que queda como en un sótano sin claraboyas ni ojos de buey bajo la cubierta de carros, con aire acondicionado, dos grandes pantallas de televisión, y unos asientos que están bastante cómodos… Traté de dormirme, pero la película que estaban dando (algo sobre un robo de bancos, unos policías corruptos, y qué sé yo qué más) captó lo suficiente de mi atención como para no dejarme dormir.

11:59am. Desembarcamos en Cumaná. Bajé del congorocho frente a un cajero automático para sacar algo de dinero, y ¡suerte en la vida! Me dio la plata, así que teníamos efectivo para costear el viaje, por lo menos, hasta Barquisimeto. Tres alcabalas nos pararon en este tramo para “martillarnos” algo para los refrescos. En una le dimos diez bolívares al funcionario que nos dijo que no nos iba a hacer perder tiempo revisándonos, que le diéramos alguito para completar. En la siguiente alcabala, el policía ni siquiera nos hizo la velada amenaza de revisarnos, nos preguntó que si estábamos legales, y de una vez nos pidió algo “pa’la calol”. Le dimos cinco bolívares… En la siguiente, ya entrando en la zona de Mochima, nos dio pena, pero ya no teníamos sencillo y le dimos al pobre policía ¡dos bolívares con cincuenta céntimos! Yo pensé que se iba a molestar, pero no, los aceptó con simpleza y nos aclaró que era pa’completá, que era pa’completá, pa’completá, completá, completá… Ojalá el buen hombre haya logrado y siempre logre completá… Lo digo de corazón ¡pobres criaturas condenadas a vestir de negro bajo el inclemente sol venezolano! El que les diseñó el atavío (y se ganó la comisión) es el que debería venir a darles pa’completá…

Paramos un poco más adelante a comer pescado por ahí, por la zona de Mochima y seguimos hacia Puerto la Cruz.

A las 2:55pm, llegando a Pertigalete conseguimos otra cola gigante. El congorocho se negó a seguir prendiendo por sí mismo. El motor de arranque se terminó de echar a perder por lo que en adelante tuvimos que arrancarla empujada. Poco rato después nos enteramos que había ocurrido un accidente en Pertigalete, pero que ya lo estaban despejando. Ya a las 3:35pm estábamos dejando atrás Pamatacualito, que está casi en Puerto La Cruz.

En Puerto La Cruz debíamos dejar unos cubos de madera en casa de la tía Lena, trámite que resolvimos con bastante rapidez, y a las 5:32pm ya estábamos saliendo de Barcelona por el lado de Los Mesones. Había bastante tráfico, pero a las 5:45pm estábamos francamente en carretera rumbo a Píritu.

6:20pm. Píritu. Sin novedad y sin martillo.

8:11pm. Cúpira. Paramos a comprar casabe. Seguimos sin novedad.

9:35pm. Llegando a Tapipa. Cola de carros. Nuevo accidente. Dos gandolas atropellan un pequeño carro. Lo escachapan entre las dos y trancan toda la vía. No pasan ni las grúas ni los socorristas, ni los fiscales de tránsito.

11:05pm. Por fin quitan las gandolas y empieza a moverse la cola de carros. Lenta, pesadamente. Los idiotas pícaros que se meten por el lado izquierdo de la vía para adelantarse trancan la carretera en ambos sentidos, y los fiscales, en vez de multarlos o algo se hacen de la vista gorda y todo el mundo se jode.

Desde ahí, hasta Caracas tardamos mucho porque los camiones que habían atropellado al pequeño carro, rotos como iban, con cauchos desinflados, no tenían dónde apartarse de la vía, y obstruían el libre flujo vehicular. En la vía contraria vimos accidentados, carros recalentados, gente desesperada… Un circo…

12:39am del día 02/09/2011 entramos a Caracas por el lado de La Urbina. De ahí al Paraíso donde vive mi mamá tardamos veintisiete minutos. Se ve que no había un carro en la vía ya…

Cenamos y dormimos ahí, en casa de Licha, mi madre.

A las 7:23am ya estábamos dejando atrás la ciudad de Caracas. Estábamos dejando el peaje de Hoyo de la Puerta, conocido también como el peaje ‘e Tazón. Natalia venía con nosotros rumbo a Barquisimeto para pasar unos días con sus tías, mis hermanitas menores.

8:27am. Pasando San Mateo sin novedad.

11:18am. Entrando en Puerto Cabello a dejar unos paquetes.

12:10pm. Pasando por la refinería El Palito, en las inmediaciones de Morón, el pueblo más feo del mundo. Estaban arreglando unos huecos en la vía donde está el paso de trenes, y la cola era triplemente espantosa. El calor, la anarquía, y la fealdad…

1:09pm Farriar. Sin novedad. El congorocho muy caliente y vibrando, pero sigue avanzando…

2:08pm. Urachiche. Sin novedad. Esa parte de la carretera está muy buena. La verdad es que hay una diferencia abismal entre las vías de oriente y las de occidente en éste país.

2:37pm. Entrando en Barquisimeto. El congorocho viene casi recalentado.

3:47pm. En casa de mi papá. Natalia está feliz. Se me pierde rápido entre tías y códigos adolescentes. Luisa nos guardó almuerzo.

4:40pm. Ya almorzados vamos a buscar un mecánico amigo de Francisco para que le revise el arranque. Lo revisa y nos comunica la nueva de que no sirve, que habría que bajarlo y llevarlo a reparar. Decidimos seguir así para Mérida…, ¡total!

5:56pm. Saliendo de Barquisimeto por el lado de Cabudare vía Acarigua. Buena carretera. Nos paran en La Campiña para pedirnos para los refrescos. Yo tomé la previsión de cambiar cincuenta bolívares en billetitos de a cinco. Les dimos uno.

9:31pm. Felices en las inmediaciones de Barinas. La estrategia de cambiar el billete de cincuenta en sencillo de a cinco surtió efecto. Nos pararon seis veces y en todas las alcabalas se nos acercaron diferentes versiones del mismo policía, o el mismo policía en distintas versiones, todos de negro, con barriga unos, sin barriga otros, pero todos oliendo a sudor resudado (si yo agarro al que condenó a estos pobres tipos a vestir de ese color, que se agarre ¡que se agarre! Que le voy a dar pa’que complete), y con más o menos la misma cantaleta, que si no los vamos a hacer perder tiempo revisando –a ver ¿de dónde vienen y para dónde van? ¿de Margarita? ¿y van pa’Mérida? ¡ah, no! ¡ustedes lo que vienen es en regla y son bravos pa’ echá rueda es lo qué! ¿no tendrá alguito ahí pa’completá?-. Y bueno, nosotros colaborando con el trajín nacional, porque para algo es que estamos trabajando para cambiar las viejas estructuras… No, disculpen, me pasé…

9:37pm. En Barinas comiendo parrilla revuelta… Sí, resulta que la única forma de hacerle un exorcismo al gluten (que yo conozca) es meterle un buen trozo de carne sin carbohidratos hipócritas. Eso hace que se me acelere el metabolismo, y aquello que me echa a perder tan feamente, sale más rápido de mi sistema (teoría no del todo científica que me ha apoyado incondicionalmente en mi gusto por la preferencia y profusión de carnes rojas en mi dieta habitual), la cosa es que llegamos a un corredor de comederos de carne que mide como un kilómetro de largo y, qué decir, que nos paramos a cenar… Le pregunté al amigo que estaba ahí ahumándose en los fogones sobre lo que ofrecía, que si tenía una parrillita mixta o algo así… Me dijo que no, que lo que tenía era parrilla revuelta, que traía carne, chorizo, morcilla, pollo, y chinchurria todo revuelto en un mismo plato… Le dije que esa era mejor que la que nosotros queríamos, y que nos diera dos… Celestiales pedazos de cadáver exquisitos aquellos… Comimos con la sola tristeza de que el amigo no tenía picante. Me miró con cara de chivo comiendo tamarindo cuando le pregunté que si tenía, pero me respondió que no, que se le había acabado. Ahí, a un lado de la carretera me quité la pinta playera que traje de Margarita y me vestí de pantalones largos y franela manga larga también, para enfrentar al páramo más adelante.

A las 10:04pm estábamos en la alcabala de Barinitas justo en el pie de monte. Allí no nos matraquearon sino que nos informaron que no había paso por el páramo, que había que irse por San Cristóbal, o por Barquisimeto porque había tres derrumbes y la máquina no trabajaba a esta hora. Nos lo pensamos un rato ahí, más adelantito de la alcabala, y decidimos esperar un rato a ver qué pasaba.

Habían camiones delante de nosotros aparentemente esperando que despejaran la vía, y en cierto momento de la noche (lamentablemente no anoté la hora exacta, pero pasaban las tres de la madrugada) encendieron motores y empezaron a avanzar… Hicimos lo mismo.

Un poco más adelante, antes de empezar a subir el páramo nos detuvo una alcabala de guardias nacionales o de soldados (ya no los sé distinguir) y nos pidieron todos los papeles, casi les da por hacernos bajar la carga para revisarla, pero en un momento dado uno de ellos, el que tenía más cara de aburrido me preguntó que si yo era el dueño de la carga (había leído los papeles no menos de cuatro veces hasta que dio con ese detallito), le dije que sí, que los corotos eran míos. Nos devolvió los papeles, mandó a cerrar, y nos recomendó mucho cuidado en la vía del páramo. Le preguntamos lo del paso, y nos dijo que estaba despejado, pero que tuviéramos mucha precaución.

Nos amaneció arriba, en la cumbre, justo en el cambio de vertiente. Cerca de la laguna de Mucubají. Un amanecer claro y muy frío. Tenía tiempo sin sentir un frío tan afilado, ni idea de la temperatura que estaría haciendo, pero en comparación a la que hizo durante toda la travesía, era un congelador…

Llegamos a Mérida a las 7:34am. Encontramos el lugar donde debíamos descargar sin ningún problema, aunque dimos una vuelta innecesaria por el lado de debajo de la ciudad por estar de zoquetes siguiendo los letreros que indican la vía del aeropuerto… El caso fue que llegamos, descargamos, les instalé las máquinas a los amigos allá, les hice una demostración de su uso, me aseguré de que me hubieran entendido, me pagaron, conté los reales, y a las 10:04am del día 03/09/2011 estábamos arrancando de regreso.

10:30am. Pasamos la vuelta de Lola y entramos en la vía del páramo otra vez camino a Barquisimeto. A las 10:52am le aviso vía mensajito con el celular a mi hija que ya habíamos entregado, que todo estaba bien, que ya íbamos de vuelta, y le di las gracias por traerme tan buena suerte en la vida…

En la carretera del páramo habían tres derrumbes esta vez, razón por la cual llegamos a Barinitas a las 3:52pm. Menos mal que los encontramos de regreso, descargados, y en bajada. Así no era tan difícil empujar al congorocho repotenciado a medias para que arrancara el motor, con todo el dolor de las crucetas…

Ya a las 5:23pm estábamos pasando por Guanare. Sin más novedad ni martillo. El cardán ya vibra a setenta kilómetros por hora. No le digo nada a Francisco, pero temo que se salga de su sitio…, pero lo cierto es que mientras no se salga seguimos avanzando.

7:46pm. Entrando a Barquisimeto. Toca a su fin esta etapa del viaje. Es sábado en la noche, no puedo ir a depositar este dinero hasta el lunes. Bueno, tocará esperar… Llegué a casa de mi papá con una urgencia casi sobrenatural de usar el baño. Primera vez que yo recuerde que tengo la necesidad de bañarme a esos niveles… Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me bañé… Le quité una toalla a mi papá y lo dejé con la palabra de saludo en la boca. Entré a la ducha y me estuve echando agua por encima por cuarenta minutos contados. Cerré por conmiseración con todo aquel que carece de agua corriente.

La visita en casa de mi papá duró seis días. Los primeros tres más o menos programados. Los siguientes porque nos dejó el avión que nos traería de vuelta a Caracas.

Sucedió que conseguí pasaje para Natalia y para mí para el día 7/9/11 a las cinco de la tarde. Llegamos con cincuenta minutos de holgura al aeropuerto y ya habían cerrado el vuelo porque estaba sobrevendido y la lista de espera era enorme. Pregunté para cambiar el pasaje y me informaron que sí, que cómo no, que hiciera la otra cola y que lo cambiara para mañana a la misma hora… Me pasé de cola y me formé detrás de una señora que estaba ahí flanqueada de sendos guardias nacionales. Se tardó más de una hora ahí, y fue tanto lo que se tardó que ya la gente detrás de mí protestó furibunda y tuvieron que abrir otra taquilla. Por supuesto pasé yo de primero para que me informaran que la señora de al lado había comprado las dieciocho plazas disponibles en el avión de mañana, que sólo quedaba para el del día 9/8/11 a las 9:10am… Bueno, lo cambié para ese, qué iba a hacer…

Total que fue ése día que pudimos Natalia y yo emprender el regreso. A las 8:21am ya estábamos chequeados, y a las 9:13am a bordo del aparato.

A las 10:13am ya estábamos en Maiquetía abordando el autobús que nos subiría a Caracas.

Llegamos a casa de mi mamá a las 12:13am bajo una tormenta de granizo como tenía años que no veía. El granizo sin derretirse rebotaba de los techos de los carros, caía en el piso, y corría por las cunetas. Estuve haciendo memoria de cuándo fue la última vez antes de esa que vi granizar así, y llegué a la conclusión de que fue en los setenta, más o menos cuando tenía la edad de mi hija… Qué extraño…

Esa misma tarde, después de almorzar, llevamos (mi hermano Luís Gabriel nos llevó en su carro) a Natalia a casa de su abuelo -papá de su mamá- quien vive en San Antonio de Los Altos en el estado Miranda. Allá la dejé con todo el dolor de mi alma, y regresamos a Caracas mi hermano y yo.

Antes de mediodía del día 11/09/11 llegó a Caracas mi tío Francisco con el congorocho casi completamente repotenciado, y emprendimos el viaje de regreso a la isla. Me explicó que nunca consiguió las crucetas originales (y eso que el congorocho es una camioneta panel nueva y de marca conocida), que compró unas de otro carro y las trabajó en el torno para ajustarlas. Se trajo las crucetas que le quitó para mostrármelas. Parecían las estrellitas esas con filo que lanzaban Los Agente Fantasma… No se salieron ni se sabe por qué…

7:29pm. Llegamos a Puerto La Cruz sin novedad y a las 9:24 ya estábamos cenados, con pasaje comprado para el ferry de las 2:00am, nos habían captado la huella en el kioskito de identificación, y haciendo la cola en los andenes esos donde se estaciona uno para esperar… Otro guardia se antojó de fastidiarnos porque la carga no coincidía con la guía. En ella la carga venía reflejada en cantidad de recipientes, pero como dos de ellos eran enormes e inmanejables se cambiaron por dos más de la mitad de capacidad para poderlos mover a mano, y por eso el guardia contó dos de más… Bueno, cuando ya el ferry estaba por dejarnos a las dos de la madrugada, nos martilló para los refrescos y Francisco le dio, en vez de dinero, un galón de desinfectante líquido para pisos… Matraca polifacética la de esta gente… Ya las muchachas de las chemisses rojas se habían ido y nadie nos chequeó la identidad, es decir, si la huella que me habían captado era la misma huella del pasaje que yo cargaba y que podía haber cambiado, porque así es la vida de madrugada en los muelles de la nación.

A las 7:33am del día 12/09/11 estábamos desembarcando en suelo margariteño con mar de leva del suroeste, condición que complica mucho la maniobra, que se hace a riesgo, y en (des)orden de salida, como debe ser…

Ya a estas alturas cubrí los pagos que tenía que hacer y para lo cual vendí las máquinas, el año completo del colegio de Natalia, sus uniformes, y todo el corotero pendiente… Ahora resta terminar de cerrar esta otra etapa…

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