lunes, 4 de enero de 2016

Balance.




There is a phrase:
«neither flesh nor fowl nor good red herring».

Terry Pratchett.
Unseen Academicals. p. 8.
Harper 2009.

Se está terminando el 2015 y se me ha hecho corto de una manera que definiría de buena sin temor a ser simplista.

Debo confesar que escribir en este blog a descendido en mis prioridades aunque al mismo tiempo lo eche de menos. A veces se me acumulan las ideas en la cabeza y me producen insomnio. Eso también.

Y está la fecha.

Hoy quiero dejar sentado para mi propio récord que ha sido un buen año, tanto, que no me siento llorón como de costumbre ante la inminencia de un nuevo cumpleaños.

Hemos sido capaces poco a poco de ir creando nuestra propia realidad y ese pequeño espacio en el cual encontramos sosiego. Bueno, sigue pasando que con cierta frecuencia también se encuentre una sinrazón para el desasosiego, pero esa es harina de otro saco y no es mal de morir. Sólo es un poco tonto.

Laboralmente hablando la cosa dista lo suyo de una situación perfecta, pero ¿quién realmente goza de una situación laboral perfecta? Habrá alguno, no lo dudo, pero no es lo más común ¿eh? Sin embargo no me quejo sobre todo después de haberlas pasado canutas, con los ojos abiertos, y durante tanto tiempo.

Poco a poco nos vamos deslastrando de esa mugre que se le queda pegada a uno junto con la experiencia de caminar por la vida, y vemos más claramente lo interesante y hasta bonito que ha venido siendo el paseo.

Tengo cosas graciosas qué contar y otras no tanto. Aun así el promedio se mueve más hacia el propio corazón de la columna en azul.

Tanto insistir en el tema de la creación de nuestra propia  realidad, tratando siempre de dejar los recuerdos exclusivamente como tópicos literarios si acaso, que esto empieza a suceder.

Se me mezclan en la fórmula desde los genes hasta la anécdota en una sopa que vendría a ser esa marca que uno quisiera registrar y todo. Sí, tengo que redondear mejor esa idea a ver si la puedo comunicar con la claridad debida.

Digamos que al ser trasplantados se pierden los pelitos finos de las puntas de las raíces y que eso duele por un tiempo y, siendo un hecho irreparable, no es insustituible. Al fin y al cabo cada pedazo de realidad deja de existir al momento para dar paso a otro nuevo.

Cada individuo tiene sus propios motores que le son dados por una mezcla de factores colectivos y otros de forma casi esotérica de puro inefables que me resultan, que terminan por moverle a construir sus propias peculiaridades. Y así como piensa (o no piensa en absoluto que de todo hay) que forma parte de algo, también se cree un hecho irrepetible.

En las dos cosas tiene razón.

La vida es larga y corta al mismo tiempo, y en esas dos cosas también hay razón así como también la habrá en tantas otras ¿no?

Puestos en eso diría que aprender es como comer, que una parte nos nutre y otra parte se va a alimentar las matas en otra parte, allá dónde las cloacas van a dar.

El asunto está en saber escoger qué quedarse de la formación, información, educación, entrenamiento, y filosofía recibida, y qué dejar ir para que vaya a alimentar a otro lo más lejos posible de uno. Porque incluídos el bien y el mal, todo, bien exprimido, depende del punto de vista.

Lo que uno come puede ser el desecho de otro. Lo que uno desecha puede irle a servir a alguien más.

¿Cómo dice el enunciado físico? “Nada se destruye, nada se conserva, todo se transforma”, o algo así.

Pasa con los conceptos, pasa con las personas. Pasa.

Los extremos carecen de lateralidad, son incompletos, y por eso andan por ahí con muy poca autoridad a la hora de dictar cátedra. Sin embargo, medidas de fuerza mediante, ejercen el poder. Se les hace fácil precisamente porque los extremos no son para nada complejos. Son simples. Fáciles de comunicar, fáciles de entender, fáciles de insertar en un modelo ideal que, fíjese usted que por complicado que lo diseñemos, nunca será la realidad más que desde un cierto ángulo de visión y requerirá de mucha energía para mantenerlo andando, que ya funcionar es otra cosa. Es muy difícil que trabaje correctamente una vez que se lo suelta en medio de la complejidad de la vida.

Es como amarrarse los zapatos teniendo una sola mano al tiempo que paseas al perro y saludas al vecino. Requiere entrenamiento, terquedad, energía, comprar mocasines, o andar descalzo... En fin...

Por eso es tan difícil vivir con una persona cuyo infierno son los otros, como con alguien cuyo infierno es él mismo.

Una persona cuyo infierno son los demás es un eterno adolescente y ellos son divertidos y están locos. Vale la pena conversar un rato con ellos y  compartir unas cervezas. Pero ¿vivir con ellos perennemente? ¡No, mátenme! No tiene sentido esforzarse por congeniar con alguien que te ve como parte de su infierno.

Una persona cuyo infierno es ella misma resulta pesada como una atmósfera viciada, como una beata tía solterona... Sin ánimos sexistas... Está bien, como un tío republicano solterón y homofóbico, pues... Pueden tener buenas intenciones, no queda excluído, pero la manipulación constante que tratan de ejercer sobre los demás utilizando ese pasivo-agresivo culpógeno... ¡Uy! ¡No! ¡Bien lejos! Lo mantienen a uno con la sensación de deuda sin pagar (por impagable), y eso no se le hace a nadie. Menos todavía a unas personas que uno dice querer. Es mejor dejarlos ahí comoditos y marcharse, total, si haga lo que haga no va a estar bien ¿para qué siquiera lo intentaría entonces?

¿Qué les pasó? ¿Por qué desarrollaron esa característica?

Se quedaron atascados en un extremo simple de la vida en un momento dado de éxito. Fue una estrategia que funcionó muy bien frente a un complejo problema que los desbordaba, una coyuntura específica, y lo siguieron repitiendo con ciertas adaptaciones pertinentes hasta adoptarlo como comportamiento habitual.

Para un carpintero una solución sería un martillo o un serrucho, así como para un herrero no habría ninguna mejor que una máquina de soldar. Pero ¿qué pasa si el problema es de salud, o legal, o matemático?

Si el problema es el capitalismo, seamos comunistas, y si el problema es el comunismo, seamos capitalistas y hagamos oscilar el péndulo del mismo clavito.

Eso es como decir que el problema era mi ex-esposa así que me quedaré célibe, y si el celibato no me funciona volveré con ella ¡Que ¿qué?! ¡Sí, Luís!

¡Eh! ¡Cuidado! ¡Es el péndulo que viene y va todo el rato, y no llega nunca a ninguna parte!
Digo que quedarse cirscuncritos a una misma área de acción es tan absurdo como irse a los extremos, y si esa misma área de acción casualmente es irte a los extremos, pues estamos jodidos también.

A ver si puedo ponerlo en otros términos: sea si nuestra reacción frente a un problema tienda a la repetición de más o menos los mismos procedimientos o si nos vamos a los extremos, digamos, de la misma cuerda todas las veces estaríamos haciendo un poco como el hámster que corre y corre y corre dentro de una rueda que gira inclusive muy rápido pero que no va a ninguna parte.

Podemos hacerlo, claro, pero mejor si no pensamos siquiera en ello o la depresión será de antología.

La idea aquí es que tanto habiendo acertado como fallado, la siguiente vez lo haré de otro modo por dos razones: porque éxito o falla no es indicación meridiana de que esa era la única manera posible de hacerlo. Y porque al fin y al cabo ya se me olvidó cómo fue que hice y bueno, que no quiero ni aburrirme ni mucho menos sentar dogmas.

Estamos bastante tranquilos aunque lejos de contentarnos con esto. Hemos ido saltando las zanjas, contruyendo puentes para los abismos, nadando en los torrentes, y para los mares tenemos la contemplación y los aviones, ¡ah! y la paciencia.

La idea es respetar la individualidad de cada quien y entenderlo como pieza cuasi-irrepetible del todo que nos conforma incluyéndonos porque ¿somos todos iguales? ¿somos todos diferentes? ¿Nos parecemos más de lo que nos diferenciamos? ¿Tenemos la razón?

Qué te puedo decir, no tengo materia de fanático y me alegra esto como no te imaginas aunque no por ello se ma haga más fácil la vida, sobre todo en lo que corresponde a la interacción con otras personas.

Vamos a decir que esas ideas libertarias de revolucionarios comprometidos con la historia, la verdad, y la justicia, me parecen meramente el otro extremo de la misma cuerda que tienen agarrada por la otra punta los republicanos que mandan portaaviones a paises indefensos llenos de petróleo  y gobernantes sinvergüenzas para preservar la democracia. O los vegetarianos que no se comen un pollo porque pobrecitos pero matan una planta porque no le pueden oír los quejidos. O los carnívoros que dicen que lo que importa en un alimento es la eficiencia en la entrega de proteínas y esas cosas... Prefiero tomármelos todos a broma. Francamente.

Tomar partido por esto o por aquello, en mi caso, es cosa de cada quien. Una decisión personal que a mi juicio tendría que ser sometida a revisión lo más  a menudo posible para evitar dañarle la existencia a los que van de otro modo por sus propias razones que a su vez también deberían revisarse con la debida frecuencia y por lo mismo. Aunque no sea más que por darle a los demás el respeto que tanto reclaman.

Tomar partido es, para mí, aislarse dentro de un saco que excluye a todo lo demás... Y de verdad hay tanto que aprender en la vida...

Déjame decirte que cómo lo veo, si yo tengo razón estamos todos fritos.

No descarto que tenga alguna de vez en cuando, porque si no para qué estoy garabateando esto aquí ¿no? Pero de ahí a sabérmelas todas hay una distancia a la que no me atrevo a ponerle medida y si quieres degollar mudos por mí está bien, pero te aviso que alguien te las va a hacer pagar todas juntas algún día y de un modo amargo. No pela.

Tratamos de no repetir estrategias en la medida de lo posible, pero sobre todo hemos tratado de no  hacernos eco de lo que generan los demás que por muy bien intencionados que podrían ser si así fuera, la verdad es que arrastran sus propias mugres bien fortificados en sus extremos, siempre los más puntiagudos posibles.

No es que no  te quiera hacer caso porque me parezcas mala persona. Es que no puedo hacerte caso porque estás tan perdido como yo...

Aunque...

Sí, te he escuchado cosas que desechas que a mí me vienen de perlas, y con tu permiso, muy agradecido, las adopto como mías.

No hay comentarios.: