sábado, 2 de junio de 2012

¡Doscientos!



“Sé que cuando
Tadeo comience
a cocinar de nuevo,
todo va a estar bien”.

Zoé.
(1993 y joderá por muchos años más, espero…)



Primero -como de costumbre- se va al mercado a ver qué pescado hay. La clase de éste no depende lógicamente de la pesca del día. Creo que depende de las acciones de la bolsa o algo más o menos de ese abstracto estilo.

“Siéntete bienvenido en éste taller. Las herramientas que tenemos aquí están a tu entera disposición cada vez que las necesites. No tienes que preguntar”. Me dice Justin.

El único pescado que conseguí entero, es decir con piel y cabeza, fue la tilapia y ya sabemos que la tilapia es el animal más aburrido que existe. Es la chayota que aprendió a nadar. Es el golf por televisión. Es el ajedrez por radio.

Laura ¿Me subirías el sueldo, por favor?

Bueno, ya los mariscos los tenía (el Pochochito y Mi Bella los habían traído de Sam’s especialmente para la ocasión) y de muy buena calidad debo decir, pues se los encuentra en bolsas ya limpios, cortados, y en proporciones más que satisfactorias metiditos en una bolsa que da para más de seis comidas si se los usa con ponderación.

Sí, claro, pensé que nunca preguntarías. Voy a consultar con Justin para cuadrar la suma y comenzamos la semana próxima. Me respondió ella.

¿Qué más lleva la parihuela? ¡Ah! ¡Sí! El ají panca y el…, bueno, lo que consiga sobre esta misma tierra. “Googleame ahí la lista de ingredientes un momentico, por favor”. Le pedí al Cyberpochocho.

Estas ventanas nunca han funcionado bien. Las fabricaron mal, les dejaron las holguras del lado equivocado. Creo que hay que desmantelarlas y rehacerlas convenientemente. Me comenta Justin.

Toca versionar o echarse el viaje hasta Jungle Jim’s y no, esa vaina queda muy lejos… Más bien vamos a experimentar con lo que se consigue en tilapialandia. Acota certeramente Mi Bellísima.

No, las que están mal puestas son las bisagras. Si me dices cómo funciona esa máquina que no había visto ni en películas, yo mismo las corto y las sueldo en la posición que debe ser. Respondí.

A esto hay que sacarle sabor. Está muy bonito todo, sí, pero el sabor le queda lejos.

¡Miércoles! Esta máquina es enfriada por agua y la intensidad la regulas con un pedal. Es como soldar con un carro de carreras… ¡Lo que haría el bueno de José Jesús Díaz con ella!

Entonces al horno con las tilapias envueltas en limón en rodajas, mantequilla y perejil, a ver si logro extraerle la humedad con este puño de sal marina. Hoy tengo ganas de quebrantar mi regla única de cocina que es nunca tener ingredientes en común entre componentes…, total, las reglas son para los que venden toallas sanitarias…

Detesto la presbicia. Tengo que escoger entre la seguridad o poder ver. Si uso mis anteojos veo, pero no me protege los ojos de los desmanes del esmeril histérico este. Si uso los anteojos de protección los platos rotos los paga el trabajo porque no veo un coño. Veré si consigo una careta más bien.

Conseguí una variedad de ajíes húngaros, españoles, y mejicanos a dólar la unidad (hay que usarlos con mesura y exprimirlos a todo dar). Al horno con ellos barnizados con manteca de cochino y aceitito de olivitas. Luego al chino, como bien aprendí de Mercedes Oropeza.

Necesitamos más luz aquí. Luz y dos o tres toma corrientes… Dame carta blanca para inventar porque afuera están lloviendo helados y tostones y no tengo ganas de ir a comprar nada. En este edificio hay cachivaches suficientes como para hacer sobradamente la instalación que necesitas, y tres más, por lo menos.

El fuego, necesito el compromiso con la llama viva que significa cocinar en el sentido más primitivo de la expresión del amor. La llama viva para extraer la capsaicina de los habaneros. Leo Garcés me explicó muy bien el uso del fuego en la cocina sin destruir moléculas, y el concurso del carbón en todo el lio…

Taladro, destornillador, localizador de studs, serrucho, y hasta lámparas inalámbricas. Ya no puedo decir que no hay nada más fastidioso y atravesado que el cable de la lijadora, pues tampoco tiene ¿Puedo usar este cable? Nunca he visto que lo usen para nada. Sería bueno, tiene la longitud y el calibre perfectos.

Ok, la idea es extraerle por separado los sabores puros a cada componente y luego ensamblarlos en el plato. Necesito un catalizador para que la reacción sea congruente y no un señor disparate.

Caramba con esta gente que tiene el sentido de la estética enfocado en un solo punto. Esta lámpara tiene que quedar paralela a la pared porque si no, no voy a poder dormir con tamaño desatino en mi haber. Hay que estudiar ese ángulo. Aquí tengo la “Swanson’s Speedline” perfecta para eso… ¡Qué maravilla es esta escuadra!

Ángel Sánchez. No el de los trajes de novia, no. El del restaurante en Galipán. Ajo sin el germen, como dice Arguiñano. Mantequilla, rodajas de limón con la concha. Perejil rizado por puñados. Sal, y el extracto de los habaneros. Al horno hasta que tengan la textura de un chutney. Luego, como es mi costumbre ya, a pasar por el chino se ha dicho… ¿Qué dónde fijé la pectina? Muy buena su pregunta, pero vuelva a leer…

¿La otra lámpara? ¿La de vapor de mercurio? ¡Verticación! Ese perolón no me gusta demasiado. Es como una señora gorda desmayada a la que no le gusta que la toquen mucho ¿cómo la levanta uno del suelo entonces? Es inevitable tener que meterle la mano en algún pliegue para anclarla convenientemente y poder izarla sin pellizcos de por medio. Dejarla ahí no es ninguna opción. En fin.

¿Apio? Nojoda, parsnip turnip o algo así… Lo que sí hay y por bojotes es batata ñema ‘e huevo conocida aquí como sweet potato… Al horno con ella así mismo, con todo y concha.

Guantes, a la gorda de dos mil vatios le gusta es que la agarren con guantes ¿BDSM no le gustará también? ¡Mi madre! Los peos en los que uno se mete… La voy a amarrar con este mecate para que se quede quieta mientras cuadro los tornillos sobre la tapa y hago la conexión con el cable del carrizo que me quedó corto… Siempre tomando las medidas sobre un San Bernardo…

Tomatillos de los que vienen con el tallo y que están a 0,89$ la libra. Cuatro libras de ellos a hervir en la olla con el tallo del céleri, el parsnip (¿o es el turnip? Como sea, es lo más parecido a un apio que hay por estos lados), y la zanahoria. Horas y horas para que se desbaraten bien los tomates. Ciertas correcciones en los niveles de ácido y el dulce son pertinentes en este punto, y en medio acuoso para mayor efectividad.

¡Cable 10AWG! A quién se le ocurre… Bueno, para lámpara gorda, cable gordo, digo yo… ¡Caramba con la gorda! ¡Prrrggh! ¡Perdón! La bicha pesa… Esta escalera, esta escalera, wobble-wobble-wobble… Si le hubiera hecho caso a mi madre hoy sería torero y viviría alejado de todo peligro ¡Pues sí!

Cangrejo rey proveniente de Alaska. La parte gorda a la olla con los tomates, y las patas y pinzas junto con los demás mariscos en el último momento para que no de me aburran ¡Hey, las tilapias! Hay que quitarles la piel y los huesos, y disponerlas en trozos en plato caliente… El extracto líquido (apenas una taza, qué pichirres las tilapias) va al puré de pimientos reservado en plato caliente también…, paso previo sea dicho, por el chino de rigor. Claro.

Estos tipos son unos genios. El invento de las caperuzas estas para hacer las conexiones eléctricas son un tiro. Se pueden hacer con una sola mano mientras con la otra sujeta uno cualquier parte de la gorda resbalosa esta… Menos mal que tiene dos mil vatios y eso lo compensará todo finalmente cuando la luz sea hecha.

Albricias y mil dones a Stella Artois. Es fuente de frescura y buena inspiración en la cocina que me halle. También me ayuda con el desparpajo y es por esto explico el plato con la soltura que aprendí de Sumito Estéves: hablar de nada y de todo al mismo tiempo que se cometen errores en la cadena de montaje, sonreír de oreja a oreja con los ojitos chinitos mientras se cuenta la historia de las especias la ruta de la seda y del padre Mateo Ricci, para finalmente alzar la copa del divino sustento. Pana, eres grande…

Estos tornillos son de acero de verdad ¡Caray! Mira como pasan la hojalata esta como si fuera vinyl. Qué potencia la del destornillador inalámbrico este. Tiene más torque que mi carro. Impresionante… “¡No, no he terminado!”… “¿Ahora qué será?”… Bueno, como les decía: puedo colgar la gorda de estos cuatro tornillos sin temor de nada. Quedaron como para guindar un chinchorro de cuatro plazas… ¿Swingerchorro?… ¡Uy! Qué imaginación tan incorrecta la mía…

¿Qué me aconsejaría mi querido amigo Hellbrunt Quintero para que este plato me quede guapísimo? ¡Que de vainas tiene mi amigo!... ¡Ah! Verde intenso sin alusiones garcialorquianas para que contraste con los distintos tonos de rojo y el amarillo de la sweet potato: céleri con todo y hojas así como el perejil con todo y tallo. Un solo corte pero menudo. Para que no se me oxide mientras espero el ensamble, unas gotitas de limón y un par de vueltitas.

La lámpara está colgada correctamente y paralela a la pared cercana. La conexión del cajetín también está. Me falta llevar ese cable por la misma escalerilla que usan los tubos conduit y bajarla por un stud de aquella otra pared, la opuesta, para la instalación del interruptor y los cuatro toma corrientes. Piece of cake…

Ahora viene la parte arquitectónica del asunto, la parte de diseño gráfico, la parte maricona de la vaina: la escogencia de los colores, el orden del ensamblado, apelemos a Marcel Gonzales (sin alusiones malintencionadas) y a Elena Ibarra (como compensación) en una sola avanzada para lograr una inspiración digna de Hundertwasser… ¡Viva Piccasso! ¡Que la inspiración me agarre trabajando! Profesor Ernst Neufert, profesor de profesores, nunca me cansaré de agradecerle.

Ahora la norma: La fase conecta en el lado chiquito del toma corrientes y los puentes se hacen con esta laminita que está aquí ¡qué grande la revolución! Y el neutro en una sola cascada de éste otro lado sin aviso y sin protesto, y sin enmienda pa’ que sean serios… Buéh, me tendré que saltar un pelito la norma porque el retorno (la fase controlada) lo haré con este cable verde que está aquí y la tierra con este que está más corto y que es de color ojos de perro corriendo ¿Se acordará Suntay de eso? Lo dudo… En fin, esto va a funcionar de rechupete…

¿Te acuerdas de Gaby Ochoa? ¿Te acuerdas de la crema de leche y de la mantequilla? Bueno, es por eso que la base de los pimientos es liposoluble, y el caldo es hidrosoluble. Ya vas a ver lo que pasará cuando lo ensamble… Bueno, hasta donde Stella Artois me lo permita. Digo, mantener el orden en la pea es trabajo peliagudísimo ¿Eh?

Doscientos días viviendo en este país, todos con saldo constructivo. Aquel maremágnum de información que revoloteaba en mi cabeza como los libros de la biblioteca de la Universidad Invisible de Ank-Morpork, va consiguiendo sosiego… Desde manejar un equipo peligroso hasta preparar una sopa… Se siente como se debe sentir (si sintiera) una puerta con brazo hidráulico: si la empujas se pone reacia, pero si la dejas tranquila se cierra sin esfuerzo.

Un plato hondo de color azul oscuro intenso. Un cazo de cerámica fulgurante más bien. Unos trozos de batata (amarillo ocre brillante) cortados groseramente como las papas riojanas de Carlos Palacios, unos trozos de tilapia blancos como unos muslos que yo me sé (para nada aburridos), luego el caldo con los mariscos bañando los trozos ya colocados…, en el centro de este mejunje una porción del puré oleaginoso de los pimientos que no se mezcla con el agua porque el aceite es más liviano ¿verdad, Juan Pablo León? (Por cierto, pana ¡felicitaciones! Se feliz)…, un puñado del verde intenso del célery-perejil, y por último, coronando este experimento: una cucharada del chutney de ajo y capsaicina (¿adivinan dónde puse el aji-no-moto?)… Cuando uno no sabe que algo está ahí, el cerebro no lo registra… Es interesante, pero la gente que detesta el picante se lo come cuando no le dices dónde está… Vainas de la vida ¿Eh?
Finalmente está la gorda de los dos mil vatios pendiendo de sus cuatro acerados tornillos kriptoníticos. Si lo ves de abajo para arriba y le pones imaginación, podrás ver los cuatro elefantes a lomos de la Gran A’Tuin llevando el Discworld en su navegación a través del Multiverso…, pero no es necesario…

“¿Por qué los ensamblas todos de distinta manera?” Es la pertinentísima observación de mi científico amigo… “Porque Stella Artois me lleva por el camino de la incertidumbre aquí dónde tú me ves”… “Eso lo explica todo”… “Sí, pero no explica por qué me puse el delantal negro de estilo profesional, y no el que me trajo mi hermana de Italia con el cuerpo del David de Miguel Ángel”… ¡Jeje!

Laura por favor ¿vendrías a ver si te parece bien como quedó esto? Ya la luz se hizo… ¡Uy! ¡Qué sitio tan deprimente es éste! Nunca lo había visto tan iluminado y no me había dado cuenta… “Está bien, pero ¿te parece suficiente luz para trabajar?”… “¡Sí, sí, por supuesto! ¡Está awesome, you rock!”… Cierto inconfesable rubor se me trepa de los pómulos hacia las sienes, pero nunca lo admitiré, y si lo repiten por ahí, los desmiento… Son ciento veinte días hábiles trabajando aquí, y me encanta.

La parihuela deconstruida fue un éxito. No fue ciertamente una parihuela, pero quedó muy bien con su tilapia aburrida, sus pimientos internacionales importados todos del vergel californiano, sus mariscos de bolsitas proporcionales, sus cangrejos del mar de Bering siempre de un día inexacto por culpa de la línea de cambio horario pero siempre celebrando mis exactos doscientos días aquí, según la hora del midwest…

Pienso en mis amigos, los que me han enseñado tanto y tanto en la vida (principalmente en Gabriela Ocanto, mi maestra y deidad particular). En todos y cada uno de ellos y en todo lo que ahora sé. Pienso en la cocina, en el fuego, en la alquimia de los sabores y de las relaciones humanas, pienso en las edades (las de Lulú y las mías propias, digo, para no pasar por tilapia) de cada relación, pienso en los tomates, en el aceite de oliva, y termino por creer que el sentido de las cosas tiene un sentido más grande que el sentido mismo, y como le pasó al joven Ernesto de la película de Aristarain, a su regreso a Valle Bermejo, ahora sé que sigue verde mi pastito interior…, mi lugar en el mundo…

Una nueva luz sobre viejas rumas, una desusada composición para viejos ingredientes, una ruta opcional para los mismos viejos destinos, un mismo compromiso para con los mismos amores, viejos y nuevos…

Nunca pensé que diría esto: Es lindo estar vivo…

Gracias.

lunes, 23 de abril de 2012

La ubicuidad de Roma. (Roma queda en todas partes).


“O esto es bueno o es malo;
Si es bueno, no se me obste;
Y si es malo, no se me mande”.

Pedro Calderón de la Barca y Henao.
1600-1681.



Mi amigo es un tipo normal. Tan normal como puede ser una partícula de un todo navegando al garete con la exacta proporción de objetivo y sinrazón.

Es él un elemento construido con parches, remiendos, trocitos, faltantes, todo gracias a esa extraña linealidad tozuda con la que el amor enfrenta constantemente a la entropía…, sin embargo no deja de ser nada más que una partícula.

Dicen los que saben mucho que para explicar un hecho lo que hay que hacer es jugar con las conjeturas, los axiomas, los imponderables e hipotéticos, armar una realidad virtual llamada modelo matemático –Por decir algo- colocar un neutrino aquí, una cuerda allá, no sé cuántos cuantos (todos buena onda, eso sí), y nunca despreciar un Taquión porque su masa de exponente negativo da para llegar muy lejos extremadamente rápido en eso de obtener los resultados experimentales necesarios con cada vez empleando menos energía.

Es un hecho que los hechos escapan en su mayor parte a toda explicación definitiva.

-Ya va, no me he salido del tema ni estoy divagando. Deja la impaciencia y sigue leyendo por favor.

Lo que estoy diciendo no sirve sino para contextualizar una idea que me trae un poquito preocupado.

Mi amigo, y palabra que lo es, nació descreído. Lo más cerca que estuvo de llegar a creer fue la vez que se llenó de prejuicios. Sabemos que eso no es creer. No es más que tragar los bocados sin masticar y a la larga es una práctica que lleva a la indigestión, a la obesidad, y a horridas enfermedades que se parecen mucho a la única justicia que concibo siendo al final, el equilibrio.

Como quiera que la velocidad (¿aceleración más bien?) incide en la fórmula de la energía, al cuadrado, mientras más rápido se vive más energía hay en juego aunque la masa oscile notablemente hacia abajo o hacia arriba. Es por eso que mi amigo, al que aprecio mucho, es un viejito. Un ancianito. Sus Taquiones y sus hipótesis lo han llevado por esa especie de Reading Road que es su vida al borde del caos energético muchas veces a lo largo de su axiomática existencia que corre más o menos paralela a la Interestatal 71.

Mi amigo vive ahora una especie de séptimo ciclo que gravita dentro y fuera de un sistema aparentemente estático que consume la energía aumentando su masa proporcionalmente desmesurada para oponerla a toda aceleración. Esto requiere un elemento hipotético en el divisor de la ecuación que imagino (muy intuitivamente) es el tiempo elevado al cubo.

Por eso, en nuestro sistema, cuando la órbita de mi amigo corta transversalmente (tirando a oblicua más bien) el dicho sistema estático, el tiempo al cubo se lleva en los cachos a la aceleración al cuadrado, la masa se descontrola, y quien termina pagando los platos rotos es la energía.

Siempre le digo: Amigo mío, escribe, escribe, que los libros y el conocimiento que en ellos habita son el único poder que se contrapone a esa terrible parte de la ecuación que está del otro lado de la igualdad. Es decir, de la otredad.

Pero mi amigo es un científico situado del lado opuesto de ese signo, o sea, es un poeta…, y los poetas deben sufrir porque si no su obra pierde altura… Eso cree él… Creo que es eso lo que creen los descreídos ¿o será un ramalazo de los prejuicios? Sí, de verdad lo es.

Vive conjeturando sobre premisas hipotéticas, luego las mete en su matraz, la calienta, la enfría, la pesa y la mide, y saca un cerro de conclusiones que son la próxima tanda de verdades que incrementarán la aceleración que necesita –él piensa- para compensar al tiempo.

Lo único que logra, desde donde yo lo veo es un desbarajuste en el término “Distancia”, que en la ecuación no es sino una consecuencia muy subjetiva y dependiente de la unidad de ponderación que pierde con demasiada facilidad su incidencia en la percepción porque la hipótesis es axiomáticamente de alcance inestable, y siempre lo lleva a Roma…

Ahora sí merezco una reconvención. Me estoy saliendo del tema por culpa de la aceleración.

Una vez me comentó el papá de mi amigo, que es como un padre para mí, que mi amigo le preguntó que si cuando uno se mueve es uno quien se mueve o es el suelo que retrocede.

Mi padre que es el papá de él le respondió con otra pregunta: “¿Eres tú quien remolca tu sombra, o es ella quien te lleva delante?”.

-Sí, con eso se zanjó la situación…

El problema es que en lo sucesivo mi amigo ha vivido bailando un minué que lo hace pasar por loco al muy poeta a donde quiera que vaya sin lograr por ello desprenderse de su sombra.

Bueno, sí, por supuesto, toda ecuación tiene dos lados y un signo de igualdad en el medio…

Queriendo decir esto que karma y darma, yin y yang, poeta y científico…, todas las realidades juntas sucediendo simultáneamente es lo que hace que por donde quiera que mi amigo se meta siempre llegue a Roma. Más exactamente a un cierto rinconcito del Trastevere donde siempre es jueves por la tarde… La realidad ¡Ah! La realidad…

Pero discutiendo con él en muy buena lid, es decir, dándole vueltas a la base de una idea para irla redondeando bellamente con volutas hipotéticas, hemos llegado a pensar que Roma está dentro de uno, o como la sombra del padre, remolcada o empujando según se mire.

A veces se le acerca alguien que nunca ha sufrido para hacerle sufrir hablándole de sufrimiento, y no lo consigue.

Otras veces el turno lo toma otra persona que no se ha enterado de lo que adeuda a atormentarle hablándole de deudas y deudores. Esto lo inquieta.

Hay un especial ente maléfico, tan maléfico o más que el tiempo al cubo, que le espera atrincherado tras un planeta fijo y simétrico de esa muerte de la que habla Víctor Hugo, y que al verle pasar hace gavilla con el cinturón fijo de asteroides de masa desorbitada y le ataca con saña demostrándole que la entropía se conjura con Windex y pañitos Yes (que son infinitamente mejores que los Bounty) organizando el aquelarre de los coletos automáticos.

Todo sin desplazamientos ya que la masa es antagónica y su igualdad mira hacia el descorazonamiento absoluto, que es la nada hacia la que te diriges indefectiblemente, quieras o no…, lo mismo tú, que mi amigo, que yo, y hasta el ente de porra ese…

Me contaba el otro día que se le acercó uno que –¡Coño! Tengo que decirlo- que es más pendejo que él mismo debido a que la pendejada es un hongo que no necesita oxígeno y que medra a sus anchas cuando no hay luz, a preguntarle si el carro que su otro amigo vivía reparando se estaba portando bien…

(Parece que la simetría es una muerte contagiosa ¿eh?)

-…En fin, sí, mi otro amigo se ha destacado mucho en la mecánica siempre y el carro le ha quedado muy bien reparado ¿por qué?

-¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¡Las cuatro! ¡La piñata!

(¡Especie de pitirusporum ovale! ¡Necesitas extenderte al sol!)

Roma, Roma, Roma ¡Cuánto quisiera entenderte!

… Y él no es una mala persona. Yo, que lo conozco bastante bien puedo decirlo. El problema que tiene es el descreimiento.

Sí, esta infausta circunstancia lo hace, ilusoriamente, aferrarse a lo que él llama, los hechos… Si le hacen una invitación, digamos, para las siete de la noche (por dar un ejemplo) él se presenta a las siete de la noche…

-¿A quién se le ocurre? Él no tenía ni siquiera que haber ido. No lo invitaron para que él saliera a estar asistiendo ¡Sí que es bien zoquete!

Siempre le repito que la norma precede (antecede, prela) a cualquier hecho, a lo que él invariablemente me pregunta: ¿cuál? Y hasta ahí llega todo.

Mucho bien le haría no darse por enterado haciendo como hago yo que recibo, celebro, y aplico toda enseñanza aunque venga de Azúcar Moreno…

-¡Uy! ¡Eso fue críptico! No merece explicación. No importa…

El caso es que la pelusa de ombligo existe y no hay que hacer tanto drama por ello. Es una consecuencia como tantas que tiene el número áureo. Tal vez sea nada más una coincidencia y Fibonacci ni siquiera fue romano. Una vez más: qué importa.

Pero sí sé que mi amigo debería escribir, poner en orden sus ideas, sus partículas hipotéticas siempre en movimiento entre parámetros arbitrarios, y darse cuenta de una vez y pa’l resto de la vida que el problema (quid) de este asunto no radica en el otro lado de la ecuación pues para la rubia belga la otra margen del río es esta, sino en la pésima idea, el atrabiliario supuesto de que entre las dos partes hay un signo de igualdad para unos, y un “menor-mayor-igual”, para otros…

En todos lados se cuecen habas y se fríen alcachofas, igual que en Roma, hay que decirlo…

He tenido que marcar distancia con mi amigo. Esa distancia tan relativa que no es más que una función del tiempo y del punto de vista que a su vez nunca pasa de ser asumida como tal, una presunción, una hipótesis, una percepción…, y he tenido que marcarla porque me tiene frito su clarividencia, su frente amplia, su magnanimidad…, y su descreimiento.

Así no se puede vivir.

¿Quién ha dicho que las órbitas cortan oblicuamente las trayectorias de sistemas fijos aferrados al “no-cambio”?

No se puede, Víctor Frankenstein, no se puede: un corrientazo mata y punto. La maldad existe. La truculencia contamina. La vía entre el Edén y el Averno es de doble sentido. Siempre ocurrirá que los mismos que te encarguen te critiquen y tus detractores sean tus mecenas. Nada es rectilíneo, ni constante.

Las creencias te simplificarán la vida una vez que dejes de pensar.

Los prejuicios son la consecuencia directa y serán escudo y espada a un mismo tiempo con los que habrás de herir a quienes menos lo merecen: a tus hijos.

Te vendrá bien escribir, amigo mío. Escribir mucho. Acumular cerros de hojas escritas aunque sean  consideradas virtuales, porque tu único bastión ha de ser el primigenio, el del verbo, el del conocimiento…, aunque siempre ande tendiendo a cero frente a un error de cálculo, una aberración del número “phi” que agrede con su masa conceptual arbitraria.

Sé que tu papá, que es como decir mi padre, nos echaría por tierra todo el tinglado con una sola pregunta, pero otra vez ¿qué importa?

Lo mismo da si todos los caminos conducen a Roma o es Roma la que queda en todas partes.

Te quiero decir con esto, mi querido amigo, que es igual si el cometa que habitas atraviesa de parte a parte la espuma cuántica del multiverso después de un viaje sumamente accidentado y poético, y quedarse anclado consumiendo toda la energía que produces en permanecer inmóvil…

En materia de corte de cuentas actual, lo es.

Al final (parcial por los momentos) coincides, colides inexorablemente, en tiempo y espacio con ciertos organismos unicelulares de mucha masa, cinetófagos especializados en blandir pesados manuales llenos de normas arbitrarias absolutas imposibles.

Piénsalo bien una vez más: eres gitano, tienes tres nombres, y sabes que es mejor gastarse andando que cuidarse en Roma, sobre todo tomando en cuenta su especial don de ubicuidad.

sábado, 17 de marzo de 2012

Primavera y San Patricio, todo junto.


“… Por la nave, que es el paso natural,
El hombre no llegaba a la tabla cuadrada,
La de la comprensión,
Sino hasta haber recorrido la tabla redonda
(laberinto).
Después de haber conocido un nuevo nacimiento,
Haberse despojado del egocentrismo humano,
Para integrarse en la armonía
De las fuerzas terrestres y cósmicas”.

Louis Charpentier.



Los misterios del conocimiento son infinitos.

Nunca sabemos, y me refiero a mí mismo, claro, si tan siquiera es útil el conocimiento. Es decir, en el sentido que llamamos “el lado práctico de la vida”.

Ciertamente a estas alturas de la vida ya no me interesa para nada ufanarme vanamente de lo que poseo, sea por fuera (que resulta más bien poco) o por dentro (cantidad insustancial tirando a abstracto) que tal vez resulte siendo, entonces, menos.

Y ahora se le suma a todo el caldo, que llegó la primavera.

Época del amor y de la locura, de los tornados y de las flores, de la tiranía del apareamiento y de la lluvia, de las motocicletas y los pantalones cortos… El afán de calorcito, de las sandalias, y de guardar los abrigos.

Si tuviera que escoger entre los santos no sabría si quedarme con el valiente San Judas Tadeo, el sabio San Bernardo (cisterciense), o el célticamente bonchón San Patricio, ahora, por cosas de mero frotamiento y roce social ¡ja, ja!

“Many rivers to cross”, diría el bueno de Joe Cocker… Demasiadas decisiones y de utilidad seriamente discutible… Es la vida…

Pero aquí estamos, viviendo, desplazándonos lateralmente por un mundo multidimensional con una rotación de los ejes más bien desconcertante, tanto, como la sorpresa constante por la capacidad de adaptación del “mono oportunista” que tan bellamente nos explicara D. Morris.

Y es que ahora está aquí la primavera. No sé si me gusta del todo. No sé si lo que me pasa es que estoy siendo nuevamente víctima de mi propia inercia y este nuevo cambio me cuesta mi buen esfuerzo, como siempre lo hace todo cambio y mal rayo parta a quien me dijo que los cambios son buenos… Será bueno lo que traiga, acaso, pero el cambio en sí mismo es una mierda. Yo opino.

El invierno es introspectivo. La gente va tranquila arrebujada en sus carros con calefacción cuidándose muy bien de no pisar el “black ice” en la autopista sin molestar a nadie. Hay una distancia prudencial entre los individuos y el espacio vital de cada quién está patente en todo momento.

En la primavera encuentro una cierta promiscuidad que me resulta incómoda (tal vez la incomodidad del que no se a lavado bien el culo y sabe que le huele, cómo hacemos ¿eh?). La gente va en los carros con las ventanas abiertas. Se les oye las conversaciones vía celular (poca gente conversa con quien tiene al lado), la música que llevan, los gorgoritos de los carajitos que van en las camisas de fuerza fuertemente atados al asiento trasero comiendo algún pegoste infernal sobresaturado de azúcar de maíz…

En la primavera se despiertan los olores. Los edificios huelen al aliento mañanero de quien cenó fabada. Los sitios públicos huelen a caries. Las calles huelen a desaguadero de friega platos. Las plazas huelen a fermentos, humus, detritus, fimo… Y las flores… Polen, alergias, cortisona, y propagandas en la televisión para su venta y la de las entradas al beisbol que comienza en verano, creo, no sé…, no importa…

… Y San Patricio (St. Paddy, porque aquí tiene sobre nombre –más bien apócope- hasta George Washington) recordándonos que en la esfera del conocimiento hay un agujero, una pinchadura, llamado locura por la que se escapa toda la erudición de San Bernardo (cisterciense) albacea de la sabiduría de Salomón y transcriptor en código del Cantar de Los Cantares…: tréboles, bombines verdes, duendes, y gaitas escocesas aunque el pana sea irlandés.

Un circo de tres pistas. Hace falta la bravura y valentía de San Judas Tadeo a quien expresa y manifiestamente no declararé deberle una porque es bien sabido que soy ateo, y ¿cómo explico eso?

El que dijo que los gringos no se saben divertir no tiene ni peregrina idea… Y no sólo se divierten, sino que saben ganar dinero mientras lo hacen…, me refiero a ganar dinero mientras se divierten. Salvedad que hago porque al parecer no a todos les divierte “hacerlo” dada la profusión de cuñas en la radio para vender Viagra…, pues sí. “Métete con el santo pero no con la limosna” reza el refrán popular. Así que dejemos eso…

Ya vi de cerca a San Valentín y ahora veo a San Patricio. Algún otro santo he visto pasar de cerca pero sus nombres se me escapan ahora y no quiero hacer el esfuerzo de recordarlos. Pero sí he podido aislar la constante productivista de que en todos los casos la oportunidad la han pintado calva…, porque le arrancaron la peluca estas especies de Heliogábalos.

Según la teoría de “Lo” –nada teórica, por lo demás- “toda actividad humana viene a ser regida por la obligación de servir a sus intereses”, los de Lo, claro.

No me voy a poner pesado hablando de “Lo” porque sé que incomoda y desasosiega, y hoy no tengo ganas de molestar. Palabra ¿les comenté que llegó la primavera?

Más bien tengo ganas de disfrutar de una “Brown Ale” danzando con el vicario galés en una suerte de advocación a St. Paddy, total, es primavera ¿ya lo dije? –Perdón-.

Y todo lo anterior me trae de nuevo a la consideración y valoración relativa del conocimiento humano, pero como ciertamente desconozco a la humanidad y no me gusta del todo que se haya ido el invierno porque ahora es más patente que vivo rodeado de gente, hablaré de mi propio conocimiento. Si es que lo tengo…

Ayer mi jefa andaba de pésimo mal humor y me dijo: “Luís, por favor, dime algo budista porque no aguanto más”… Yo la miré unos segundos nada más que para dar más efecto teatral, y desde el fondo de mi ser saqué una joya: “tómate una cerveza”, le dije.

Luego me eché un buen rato explicándole por qué esa frase era lo más Zen y budista (en aquel momento) que podía haber escuchado ella. No les voy a explicar por qué, porque lógicamente perdería todo el sentido original que es la esencia Zen…, y budista… Je, je…

Lo que sí diré es que Zen es aquí y ahora. Y budismo es sobre el sufrimiento. No sufrir ni hacer sufrir.

Esa es la razón por la cual los budistas que comemos carne vamos a comprarla en la carnicería de algún musulmán o algún católico (aquí, para facilitar la comprensión del chiste, le recomiendo leer un poco sobre el karma y la reencarnación)… Por otra parte, es por cuestiones de gusto que no le entro a lo Kosher… Bueno, y por no meterme con Lo, que luego se mosquea y todo el budismo del multiverso cuántico me valdrá una mierda… Ya saben: no sufrir ni hacer sufrir.

Pero regresemos a la esfera del conocimiento.

Decían los Maestros Adeptos del Gótico, que “un hombre vale según lo que sabe hacer”…, lo que me obliga a relacionar la época de finales del románico y principios del gótico, con los beatnik existencialistas y Sartre (el más loco de todos) por su enunciado “To be is to do”… ¡Pobre Maitre Jacques! ¡Ah, el bueno del Padre Soubise! Se me van a aparecer en mis pesadillas de esta noche para jalarme los dedos de los pies por decir lo que dije… Hereje que seré y yo no lo sabía… En fin…

Sí, pesadillas otra vez… Debe ser la primavera que no me termina de gustar del todo. Demasiada gente en el mundo, y todos haciendo ruido y emitiendo olores… ¡Es la vida!

Si alguien me preguntara qué sé hacer me la pondría difícil. No sabría qué responder pues me resulta imposible dejar de cotejar lo que se hace con la utilidad real de ello en ésta dimensión, en éste mundo.

No sé hacer nada. No sé producir dinero a costa de los santos, no me termina de gustar la primavera (demasiada gente emitiendo ruido y oliendo a mal aliento, y por sobre todas las cosas manejando por ahí con las ventanas de los carros abiertas), y ahora por budista no anhelo nada. O sea, pregúntame si me importa a estas alturas…

Diré que por budista no paso de una cerveza al día, y eso si es Zen y me la tomo nada más que porque me provoca ¿será que transito el camino de la iluminación? Total, a las ocho de la noche aun hay luz de día… mal chiste…

Sé que todo lo que sé me ha traído hasta aquí sorteando las mil festividades de los santos productivistas para hacerme engranar conscientemente en la teoría de Lo, que viene a ser la misión que tengo encomendada. No sé bien cómo ayudo a Lo, yo, personalmente, pero no me cabe duda de que ciertamente lo hago pues aquí estoy como prueba irrefutable de ello… Los mil caminos de la tautología podríamos llamarlo, como buen título para otro post… Pero dejemos eso…

Volvamos. No sé cómo decirlo… Bueno, ahí va: el conocimiento mío es una quimera. Una entelequia. Una Hydra que se muerde la cola (¿La tienen las Hydras?). Una cinta de Moebius… Un circuito cerrado, un loop, un cuento de nunca acabar como el del gallo pelón…, un ocho acostado (yo me entiendo), el proceso en el sistema inflacionario de la anti economía y flujo monetario del aparato improductivo venezolano que hasta cuenta con un ministerio para refrendarlo ¡Maravilla!…

Sí, yo escribo para mí y sólo por esto no debería tratar de explicarme… Pero lo cierto es que tiene más razón que él mismo el gran Alfredo Bryce Echenique cuando dice que él escribe para que lo quieran: yo también escribo para que me quieran… Yo necesito mucho que me quieran. Todo el tiempo… Yo, a cambio, quiero mucho a los que quiero…, y a hasta a los que no quiero no les digo nada para que cierren las ventanas de sus carros para que no se les escapen los ruidos y los olores… A eso llamo yo respeto, y es purito amor, y del bueno… Perdón, me puse exuberante.

Mi riña con el sentido práctico de la vida es algo que va mermando como la luz de una vela que se apaga para permitirle el paso a otra luz. No sé qué luz será esa. Pero es la única imagen que me viene a la mente para ponerla aquí. Cosas de la primavera, yo presumo.

No tener el más mínimo sentido práctico de la vida era una especie de punto de honor importado directamente de las reminiscencias del mayo francés al cual llegué de retruque con un año de atraso ya que estuve en París en mayo del 69. Buen año…

Lo cual, transitando los mil caminos de Lo y siendo tremendamente simplistas, me trajo hasta esta primavera en las inmediaciones de Loveland Ohio, con olores y ruidos que siento que provienen del interior de los defenestrados carros ajenos ¿ven lo que quiero decir y no encuentro cómo?

Pero, queridos amigos: no sé nada ¡y es tremendamente bello! Me estoy vaciando. Sólo quedan adentro algunas viejas rencillas atando los extremos aun medio abiertos de casi olvidadas cicatrices, de las cuales una de las últimas se cierra hoy pues mi esposa renunció a un empleo que detestaba –para ser generoso- y emprende de nuevo un trecho fuera del infierno ¡cuánto lo habremos de celebrar!

¡Éjele! que no estoy hablando de Alzheimer ni arterioesclerosis, estoy hablando de decir algo budista entre flores y tornados siendo consecuente con el olvido.

Estoy hablando de que saber hacer cosas es tan vacuo de toda vacuidad como pretender ser por lo que tienes, o peor aun, por lo que eres capaz de endeudarte, sorteando el devenir entre el amargo capitalismo y el autodestructivo socialismo. Penduleando entre lo sublime y lo ridículo. Alternando los tacones “Stiletto” con las alpargatas de cocuiza, los pantalones de tweed y los chalecos de argyle con lo bluyines desteñidos y las sandalias de meter el dedo… Pero es necesario… Es primordial e imperativo. Como casar la anarquía con la tradición la familia y la propiedad…

Es tan necesario como lo es la búsqueda del yo.

El yo yace debajo de nosotros mismos. Está tapado por nuestra propia imagen. Su voz se enmudece por el ruido que hacemos constantemente ¿Será por eso que no me está gustando mucho la primavera ésta con St. Paddy productivista de por medio? Yo está debajo de mi ego. Debajo y detrás… Y hay que hallarlo… Aunque escribir sea una actividad opuesta al Zen ¿qué importa?

Lanzarse en la cruzada de la búsqueda del santo grial que es el yo, matar moros y todo lo que se atraviese (que también están buscando el santo grial correspondiente), apropiarse de conocimientos ajenos, desarrollar habilidades dudosas, adquirir ese porte respetable que tiene todo héroe ladrón, es indefectiblemente necesario. Es imperiosamente ineludible. Hay que hacerlo.

Pero al santo grial del yo hay que encontrarlo para vaciarlo (constatar que está, de hecho, vacío) y volverlo a enterrar para la correspondiente búsqueda de los sucesores. Sea otro o uno mismo o como quiera que sea… No hablo ni de transmutación de las almas, ni de la resurrección, ni mucho menos de la reencarnación. Todo me parece monsergas de Lo para que le tengamos menos miedo a la muerte, cosa por demás definitiva, a mi modo de ver, y sigamos trabajando para él como unos descosidos…

Veámoslo así: si las posibilidades son simultáneas e infinitas ¿por qué escogemos la que escogimos? Buena pregunta. Y haciéndole caso a Luís Buñuel diremos que ciertas ideas no deben pasar al campo de lo material. Asumamos que Lo nos echó esa vaina porque siempre es mejor tener a quien echarle la culpa -¿eh, señores republicanos adecos todos?- y que estamos aquí con una misión (qué sé yo, dejar las ultrosidades, aprender a comer pimentón, romper con las larga cadena de abandonos familiares…, ¡ser felices, coño!) tan clara como difícil de identificar…

Entonces es válido todo y cosas como lanzarse en una cruzada legal para conseguir del ayuntamiento el permiso de construcción para una vivienda de tierra también será un camino. Hazlo. No dudes más. Simplemente hazlo. Las Mastabas egipcias son dos mil años más viejas que las pirámides, no tienen piedras ni cemento en su construcción, y aun permanecen en pie. Esto es un argumento tautológicamente indestructible. Sólo aprende a combinar en la proporción justa la arena, la arcilla, y la fibra vegetal. Desarrolla un buen sistema de secado bajo presión y construye tu camino al yo. Piensa que el cemento es un elemento obligatorio para la construcción desde que un ministro (un Harpagón cualquiera) la incluyó en el manual de sismo estabilidad porque él era el dueño de la fábrica de cemento. Sí, siempre las razones parecen ser una cosa pero al final termina siendo otra. Y ésta razón es, ganar más dinero…, que tampoco tienen nada de malo, digo yo…

Será entonces, cuando lo hayas conseguido, que te hallarás debajo de todo lo demás. Tus hijos tendrán un buen ejemplo que no les servirá para nada en el momento (y luego tampoco) pues esa búsqueda es intransferible, pero los problemas normales, la falta de consideración, los líos con el aprendizaje se hallarán más allá de tu esfera emocional y podrás lidiarlos con perspectiva, y sin cerveza lo cual no lo hace menos válido.

Se dice que todo es reflejo de uno mismo, lo cual crea un problema paradójico pues termina siendo un asunto de punto de vista que nos lleva a ser nosotros mismos un reflejo de todo… Razón tenía quién dijo que “todo está en la mente”… Pero por otra parte nos da una vía hacia una solución: encontrándonos a nosotros mismos llegamos al mismo tiempo hacia todos los demás. Todo: lo laboral, lo financiero, lo ideológico, lo emocional, lo físico, lo ético, lo que sea, cambia de inmediato para identificarse con nuestro propio reflejo. Es tan simple que resulta dificilísimo… Aparentemente no se puede aprender nada que previamente no sepamos…

Sal en tu cruzada. Recluta partidarios. Designa acólitos. Siembra las plazas con hermas y estípites todas con significados secretos cuya lectura sea exclusiva para los Adeptos, como ocurre con la simbología de las patas del caballo sobre el cual monta el prócer… Crea tu propia marca. Celebra a St. Paddy. Págale tu deuda al invencible San Judas Tadeo (desconociendo por completo el hecho irrefutable de tu ateísmo). Llega a Buda caminando el interminablemente constante camino del zen. Ríete de las costuras que siempre se dejan ver los malos, sobre todo cuando llega la primavera. No somos maniqueos. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Citar a los demás es una dudosa validación de las opiniones propias, pues ellos tampoco saben nada. Nada de nada. Tal ves sólo sepan ganar dinero utilizando las normas de sismo estabilidad y a los que figuran en el santoral. O sólo fueron capaces apenas de notar la inexorable conspiración de Lo…

Yo escribo para entenderme. Y escribo para que me quieran. Necesito todo el amor del mundo, hasta el que se halla del otro lado del desamor. Todo el amor es poco y es todo.

Valga decir entonces que aquí llegó la primavera, época del amor y de la locura, de los tornados y de las flores, de la tiranía del apareamiento y de la lluvia, de las motocicletas y los pantalones cortos, del afán de calorcito, de las sandalias, y de guardar los abrigos.

Aquí llegó la primavera con su locura, y yo, que no sé nada de nada y que cada vez sé menos, tengo muchas ganas de empezar de nuevo a hacer una casa de tierra…, con esa tierra que hoy amaneció emanando olores y produciendo locuras y flores…

domingo, 4 de marzo de 2012

Mojojoja, o la Inteligencia del Lagarto.



“Est propium stultiatem aliorum vitia cérnere,
Oblivisci suorum”.

Cicerón, Tusculanos, III, 30.

… Pero por otra parte…

“Fortuna multis dat nimis,
Satis nulli”.

Marcial, XII, 10.


El cerebro, como lo sabrá mejor que yo casi cualquiera, funciona en niveles o algo así.

No sólo es un asunto de compartimientos. Que si en esta gaveta van los recuerdos, en esta otra la inteligencia, en aquella otra el miedo, con esa parte de allá usted lleva la cuenta de lo que ha comido, pero con esta de más acá es que hace el inventario de lo que guarda para el día de mañana. No. Es un asunto de que el cerebro tiene como capas en las cuales se centra uno o varios tipos de actividades que rigen acciones, comportamientos, etc.

Y es sobre el nivel reptiliano, o más bien el cerebro lagarto, que quiero hablar hoy.

Ya me perdonará usted, mi paciente lector (término genérico, nunca sexista), mi falta absoluta de seriedad digamos, científica, que hace que mezcle los conceptos creando un batiburrillo horroroso.

Dicen por ahí que es en ese nivel físico del cerebro, científicamente hablando o no, que se centran todas las actividades automáticas que uno realiza en la vida para no tener, digo yo, que contar cuantos golpes de cepillo de dientes le dio a cada pieza dental para asegurarse que la higiene fue completa y profunda.

En el nivel reptiliano. En el cerebro lagarto, que me parece entender queda, debajo del cerebro, más o menos detrás de la nariz, como quien dice bajando a mano derecha (Funciona tan bien, que un tipo con un tiro calibre treinta y ocho metido dentro del cráneo pero que no le toque esa parte del cerebro, es capaz de levantarse de la cama y prepararse un café… Y bueno, yo no sé, eso leí… No citaré mis fuentes porque al fin y al cabo esto no es periodismo) residen las funciones automáticas del cuerpo.

Yo personalmente abrigo serias dudas con respecto a la existencia y utilidad de este tal nivel reptiliano cerebral, porque lo que soy yo, hasta cuento los segundos que tardo orinando para corroborar mi nivel de hidratación…: Frecuencia alrededor de cuarenta minutos, y el tiempo entre treinta y noventa segundos… Pero esto, naturalmente, son pendejadas mías…

Lo que pasa, y aquí me remito a las sagradas escrituras aunque no textualmente, fue la serpiente la que tentó a Adán y a Eva para que comieran el fruto del árbol de la ciencia…, maquinación y perseverancia que no creo que se le pueda atribuir a un cerebro reptiliano, o ¿sí? No sé, de pronto me pareció que precisamente es a un cerebro de reptil al que se le puede atribuir el automatismo de las funciones sexuales… No sé, escabroso asunto en todo caso…

¿Es automática la función sexual? Eso no sé si me gustaría saberlo. En fin… Cambiemos argumento.

Mojojoja, reptil, Cuaima: bichos inteligentes como para querer dominarrrr el mundo ¡jiá jiá jiá, ñaca ñaca!!! Lo gracioso es que siempre llegan las chicas súper poderosas, las mangostas, y los jueces que firman divorcios, y les tiran el tinglado al piso impidiéndoles por un pelo, lograr su imperio del universo aunque el desmadre que causan no es despreciable…

Yo sé de qué hablo… He establecido a lo largo de mi vida varias relaciones de pareja con distintísimas mujeres, que han tenido solamente tres cosas en común: femeninas, bellas, y por sobre todas las cosas, inteligentes.

Por eso sé que mi tipo no es rubia, ni pelirroja, ni morena. Ni flaca, ni llenita, ni alta, ni baja…, solo femenina, bella, e inteligente. Sobre todo inteligente… El orden en que las enumero es así nada más porque es el orden en el que primero vemos las cosas los hombres a los cuales nos funciona bien la caja de cambios… No denota preeminencia ni jerarquización ninguna. Mosca pues…

Una mujer inteligente es lo mejor que le puede pasar a un hombre que como yo, no lo es tanto… Vamos a ver: yo soy soñador, cínico (no señor, una cosa no quita la otra), trabajador, y un poco tonto. Pero como el búho del cuento (el que vendieron por loro) “a hablar no he aprendido, pero pongo mucha atención” (imaginarse esta frase dicha por alguien que abre mucho los ojos como hacen los búhos).

Una mujer inteligente me permite ejercer el respeto por la pareja (que no sé qué significará para usted, pero para mí es la piedra angular de toda la relación), y echando las bases en ese punto, crecer. Es un producto inevitable cuando usted incorpora nuevos puntos de vista y abandona los puntos de honor.

Una mujer inteligente es un tesoro. Pero un tesoro que hay que cuidar como a una planta o a un animalito. Si usted no lo riega, lo poda, lo abona, le mueve la tierra…, en fin, que lo alimenta y lo abriga, compadre, se le va…, o lo bota a usted, que es lo mismo pero peor.

Una mujer inteligente hará de usted un hombre inteligente. En otro ramo complementario de la vida distinto al de ella, porque una mujer inteligente nunca competirá con usted, lo estimulará para que usted consiga su camino y se dé fuertemente en él.

Si usted se consigue con una mujer que parece inteligente pero que le dice cosas ligeramente desagradables con una sonrisita torva bailándole en la comisura de la boca ¡huya rápido! No se arrepentirá.

Porque existe la inteligencia amigo. Y la inteligencia femenina es una vaina seria. La más seria de todas. Porque se encuentra usted muy a menudo con la inteligencia reptil femenina que es automática por culpa de los factores socioculturales, de los que usted (por puras cosas del género) también tiene la culpa, y llevará, mi amigo, la peor de las vidas posibles.

Una mujer inteligente plantea un reto, no un sacrificio. Una mujer inteligente lo estimulará a usted siempre positivamente, no con el viejo método judeocristiano del miedo al castigo. Una mujer inteligente es alguien a la que usted admira, no alguien a quien usted teme.

He ahí que aparece una complicación esencial: discernir los tipos de inteligencia que existen, o los niveles si lo prefiere así, para poder adelantarse entre los múltiples vericuetos y dobleces tras los cuales puede parapetarse una parte de ella para tirarle encima cualquier objeto contundente o punzo penetrante capaz de descerrajarle la caja craneal a un búfalo cafre…

Pido excusas por sostener lo que sostengo como si fuera verdad. Me refiero a la existencia de más de una clase de inteligencia como si hubiera más de un tipo, un montón de modos de serlo.

Trataré de variar el asunto para acomodarlo mejor planteando que el “súmmum” de la inteligencia comprende gran cantidad de ingredientes: más o menos un curry… La inteligencia es un curry, o un mole: mil ingredientes que redondean un sabor.

Porque hay personas a las que todo “les sale bien”… Otras se afanan mucho (personas promedio sin nada descollante que declarar) y van aceptablemente bien por la vida pero que por más que se tongoneen siempre se les ve el bojote… Están los genios. Los malditos genios. Generalmente genios del mal. Archienemigos de la sociedad y de Batman, especies de Mojojojos que “siemprrre quierrren dominarrr el mundo”, que ven una fórmula matemática y ya con eso saben de qué color llevaba puestas las pantaletas la muchacha que nos sonrió en la ferretería…

… Y está usted (y yo), mi querido amigo, que una vez sin comerlo ni beberlo se cayó entre las moledoras de esa especie no por bruto sino por presuntuoso…: Las Cuaimas… Y de ahí no ha podido escapar porque le tiene mucho amor a su integridad física…

Las Cuaimas… Personas inteligentes, no cabe duda, que siempre saben lo que los demás tiene que hacer. No solo el marido, también los hijos, los primos, los hermanos, las cuñadas, las suegras, el vecino (y su hijo, claro), y sobre todo la desnaturalizada esa que no cuida ni a sus hijos ni a su marido y que van a terminar dejándola como una pendeja…

Me refiero a la Cuaima que quiere ser rica pero “dale vos primero que a mí me da mucha risa”…, la que busca un tipazo para después querer que el tipo “cambie”, pero que si lo llega a hacer le pierde el poquito respeto que le tenía… El tipo de mujer que lleva casada más de diez años con un tipo tranquilo y trabajador que no se mete en líos, y ella sigue hablando en primera persona: mi carro, mi casa, mi cocina, mis muebles, mis hijos… ¡Caray! Debería casarse ella con una mujer igualita a ella a ver cómo le salían las canas verdes y los cachos a borbollones… Luego va el marido y conoce a alguien que simplemente le escucha los cuentos y le habla, no digamos bonito, sin asperezas…, y ¡ay! Se jodió la bicicleta… “El perro ‘e Chacón” ¿Ah, Chepina Viloria?

Pues te quito la casa, el carro, las ollas, las tazas, los cuchillos de cocina, el juego de herramientas, te embargo el sueldo, te rajo todo lo que se llama reputación, y de paso despídete de tus hijos…

Una hija de puta a la cual uno le pagó hasta los estudios, le regaló el carro, la enseñó a cocinar, a cambiar pañales, a dormir a un bebé, la hizo reír, la acompañó a través de ese maldito infierno que creó viene y te sale con eso: “¡despídete de tus hijos!” y te lo dice en automático, como si llevara toda una vida pensándolo ¡Caramba con el cerebro reptiliano ese! Digo yo…

Después de que utilizó “ESO” como arma y herramienta para lograr de uno cualquier cosa, resulta que crea tamaña inflación por baja oferta, viene uno y aplica el popular salto ‘e garrocha comprando en otra parte, y entonces el perro es uno.

Y dígame cuando vienen y visten al marido (a uno), y hasta deciden qué es lo que le gusta a ella que uno coma… Están criando un hijo, no están casadas con él…, y hasta donde sé a uno lo crían para que se vaya de la casa ¿no?

No es secreto para nadie que estuve dieciséis años casado con la persona no diagnosticada más difícil del planeta que casi logra un zombie de mí.

Logró que me alejara de mi familia, de mis amigos, de mi ciudad. Todo porque pensé que complaciéndola mejoraría la relación, que mejorarían las cosas entre nosotros, pero no fue así. Me aisló nada más que para dejarme sin apoyo y poder vapulearme de lo lindo…, y lo hizo. No me respetó ni siquiera el paladar… Que me hablen de los quereres, que yo les echo un cuento…

Traté por las buenas buenísimas, pasé por las indiferencias más profundas, llegué a las malas monstruosas, y siempre obtuve el mismo resultado: Terminar pidiendo perdón y plegándome a sus loqueras.

Me echó de casa y después me lloró para que volviera. No me daba de “AQUELLO” para después reclamarme que yo no la buscaba. No hacía nada de ejercicio y acusaba mi cocina como la autora de sus “michelines”. Era especialista en arrugar la nariz con un desdén horrible frente a cualquier regalo, fiesta, o agasajo que le hiciera, y si entonces no le celebraba nada pasaba yo directamente a ser una inmunda mierda y ya.

No cocinaba nunca, no lavaba nunca, no hacía mercado nunca (y menos mal, porque destrozaba el presupuesto comprando pendejadas inútiles), no regaba el jardín nunca, no podaba la grama nunca, no lavaba un baño, no barría el piso, no instalaba un ventilador, ni un closet, ni cambiaba un bombillo, no lavaba un carro…, pero ¡ay de mí! ¡qué peo infernal, señores! Porque yo, el vago de mierda, no había pintado las paredes, ni barnizado el techo… Y antes de que nadie venga a decirme que esas no son actividades que se esperan de una mujer actual déjeme atajarle diciendo que no le atinaba a ninguna salvo estar descontenta todo el tiempo. Eso, durmiendo de día, o tejiendo con aguja de crochet delante del televisor con una relación de amor odio por el Rivotril que compraba falsificando récipes médicos.

Yo regresaba de trabajar todo el día, recibía la guardia con la bebé, preparaba la cena de los tres y el almuerzo de las dos para el día siguiente, bañaba a la carricita, le daba su cena, le sacaba los gases, y la acostaba… Luego en su etapa escolar, desde levantarla y vestirla y darle su desayuno amén de llevarla al colegio, hasta las actividades de la tarde después de irla a buscar.

Ahora aun siete años después del divorcio es un lío para ver a mi hija… No ahora que abandoné Venezuela (con la sana intención de no volver), sino siempre… Menos mal que el tiempo pasa, que mi hija ya tiene catorce años, y que pronto ya no necesitaremos la firma de ese personaje para vernos con la frecuencia que queramos mi hija y yo… Paciencia ¿quién me mandó a no hacerle caso a los letreros? Ahí estaban, yo los recuerdo. Y aun así no les hice caso…

Y yo que pensaba que ella era una mujer inteligente, una genio… Perrro del mal, que quierrre dominarrr el mundo… Me engañé yo mismo, como Chacumbele…

En base a eso he decidido romper mi silencio con respecto al tema de la cuaima, y hablarlo abiertamente dirigiéndome especialmente a la víctima. A ti…, no a ti a ti, sino a ti, que sufres, avisándote que en la entrada del infierno hay un letrero que dice (en italiano “lasciate ogni speranza voi che entrate”… Más o menos, me perdonas la ortografía) en español: “abandonad toda esperanza ustedes que entran”… Y Dante sabía de qué hablaba, te lo aseguro…

Quiero decir que hay siempre un letrero en cada entrada que tiene el infierno. Si usted está atento y no muy desesperado podrá leerlo y tomar sus previsiones. Haga caso, sea humilde, ni se engañe pensando que así es que se hacen las cosas ni que usted sí está en capacidad de vencer: no lo está. Perderá. Usted y sus hijos…, y hasta ella… Pero esa última parte no importa para nada, no se me ablande. Al enemigo, ni agua…

Yo he podido aislar una sustancia y hacer una breve síntesis de los elementos básicos que denotan con claridad la preeminencia de una inteligencia reptiliana más del lado del mal que del bien, pero que indudablemente le mantendrá a usted mal a todo lo largo de la relación, no lo hará a usted mejor cuando salga de ella, y aun años después de que salga de ese problema seguirá arrastrando cadenas que ni recordará de dónde salieron. Sí lo hará, pero no querrá acordarse.

La ignorancia de cualquiera de los siguientes síntomas lo responsabilizará ineludiblemente a usted, hasta kármicamente hablando, de todos los traumas grabados en la psique suya y de su progenie perdurable a través de los tiempos y las generaciones.

Los síntomas principales, que a mi juicio le indican a usted que se haya a punto de descender a los fuegos del Hades son:

-La tipa es interesante, no parece hacerle el más mínimo caso, pero se le acerca mucho y le enseña las piernas o el escote distraídamente. Amigo, ninguna mujer enseña nada distraídamente.

-En las conversaciones ella le hace ver a usted que su novio actual ha tenido que hacer un gran esfuerzo para merecerla, por estar a su nivel, pero que no ha logrado mucho, la verdad... Esto es clave: habla como si el pobre diablo fuera de su propiedad.

-Habla en primera persona siempre, pero no le deja sombra de duda de que ella tiene una relación en la que ella es quien lleva las riendas… Usted piensa de inmediato con el corazón latiéndole en las sienes: “a ese güevón lo tumbo yo”, porque hacia allá están siendo dirigidos sus pasos…

-Luego termina con el tipo y viene ella con unos llantos (no necesariamente textuales) a estarle contando lo idiota que es ese tipo. La utilización de la palabra idiota es clave, pero están también, pendejo, gafo, perdedor, inútil. Cualquier término que haga resaltar la falta de inteligencia de él. Esto le llevará a pensar a usted que es, en efecto más inteligente que el otro (el tumbado), demostrando fehacientemente que no lo es. Pero ¿no tiene cada cual lo que merece en la vida?

-Usted la invitará a ver una película y a cenar. Ella dirá que la película no le pareció la gran cosa, y en la cena apartará el pimentón y alguna partícula oscura como la conchita de la pimienta. No deje pasar ese detalle: no existe cuaima que coma pimentón ni especies con agrado. Puede haber personas con inteligencia reptiliana que no coman pimentón por reacción automática hipnopédicamente aprendida (neurosis), pero lo contrario es rarísimo. Cae fuera de mi esfera de conocimiento. Existe de hecho una estrecha relación entre el cuaimismo y la pendejada para comer. No sé si es que la pendejada para comer denota miedo y el miedo es lo que hace que una persona inteligente sea una cuaima, pero lo que sí sé es que si llevas a la tipa que le gusta a comer a un restaurante griego o de la india y la susodicha te sale con que ella prefiere arroz masacotúo con carne frita y plátano sancocháo, ¡pana! ¡corre, carajo! ¡Jajajaja! No, no hay que tomarlo tan textual, claro, más bien esté usted pendiente de los mil y un caminos que son casi los mismos y que van hacia el mismo sitio…

-Y después las complicaciones que surgen cuando usted deja pasar esas señales y sigue adelante. Cosas como que te revisa los mensajes del celular, la agenda, los talones de chequera, te hablará mal de tu mamá y de tus hermanos, te separará de tus amigos, llamará puta a cualquier amiga tuya, si sales a montar la moto o la bicicleta con tus amigos después vas a tener que llevarla al restaurante más caro de la ciudad para redimirte mientras te reclama que siempre la llevas a comer grasa… Hermano mío, si llegas a este punto lo mismo te dará pegarte un tiro tú o pegárselo a ella, igual estás jodido…

-Pero el síntoma más claro, el peor y definitivo, la quinta esencia que denota que estás en presencia de una inteligencia ofídica es la conjunción de tres cosas en una sola: es ella la que sabe como se hacen las cosas, es ella sola quien sabe qué es lo que tú tienes que hacer (lo sabe, según ella, mejor que nadie), y principalmente el hecho de que jamás está contenta con nada ni con nadie… Ni siquiera cuando escribieron entre los dos y a pedido tuyo un catalogo completo, un manual de instrucciones, lo seguiste al pie de la letra resultando que así tampoco eran las cosas.

Si llegaste hasta este punto quiero que comprendas que no tienes remedio: estás frito. Agarraste gangrena y lo único que te queda por hacer es amputar. Es decir, divorciarte (no, no considero así, en general, que el divorcio sea una amputación, pero en este caso será como si lo fuera). Con el divorcio habrás salvado la vida, y al mismo tiempo algún miembro importante perdiste… Generalmente tus hijos, o tus pertenencias, las pocas que no sean de ella pero que siempre sobraron en la casa (la moto, las herramientas, la escopeta, los discos de Gong y los de Jethro Tull, los libros de Terry Pratchett, y los cuchillos profesionales de cocina, el equipo fotográfico, la guitarra y la trompeta, así como tus zapatos y las corbatas que tenías desde antes de casarte) por los que ahora deberás pagar un rescate principesco. Tu biblioteca, pobre pero honrada, morirá deshuesada en un mercado de los corotos junto con la colección de LP de Jazz desde Dizzie Gillespie hasta Gato Barbieri, y desde Glenn Miller hasta Chick Corea… Pasto para las viles garras de los cazadores de órganos… Una vergüenza…

Amigo mío que estás empezando a ver síntomas en donde no sabías que los había, no te dejes, pero tampoco te me vuelvas un hipocondríaco en el tema. No pierdas los papeles. Mantén la objetividad por más que te duela hacerlo… También aceptar que uno es tan bobo como para ser víctima de las feromonas, las gónadas, y la testosterona, resulta duro, lo sé. Pero si no ves el síntoma o a sabiendas lo dejas pasar, sufrirás horrores indecibles por más tiempo de lo que cualquier crápula (que no eres) ciega y sorda merezca.

Ese infierno tiene en común con los carros que no te sujetan a sus veleidades sin avisarte. La batería del carro empezará a fallar antes de morir del todo. Cambiarla a tiempo depende de ti y también escoger esperar hasta que el carro te deje botado por ahí lo es. A ese infierno entrarás pasando múltiples umbrales, y en cada uno hay al menos un aviso ¡léelo!

Pero si ya estás metido no retes a las fuerzas desatadas de la naturaleza pues eres insignificante. La inteligencia de una Cuaima por más que sea solo una parte de la inteligencia te sobrepasa largamente. Simplemente córtate el brazo o la pierna y sal de ahí… Salva algo, no lo pierdas todo.

Seguramente encontrarás, con la experiencia que adquiriste (“indio pica’o ‘e culebra cuando ve bejuco brinca” y es sano que lo haga), una pareja con una inteligencia total que te ayudará a restañar la heridas para que en verdad seas todo lo que puedas llegar a ser. Eso sí, dale pa’lante. No te escudes en el trauma. No te quedes pegado ahí. Da el siguiente paso. No dejes que los fantasmas de tus pesadillas pasadas se filtren a tu nueva vida o seguirás sumido en el oscurantismo. Llévala a comer pimentón relleno y observa bien la cara que pone.

Mantente lúcido, no pendulees. Déjale las oscilaciones a los fenómenos magnéticos. Tú eres un hombre útil, no eres un vago ni un idiota, tu mamá no es egoísta ni mala gente, tus hermanos no son aprovechadores y vividores, tus amigos no son borrachos irredentos ni tus amigas son putas, y en tu mesa siempre se come muy bien con o sin grasa y pimentón.

Eres un hombre adulto que sabes perfectamente que si el grifo bota agua hay que repararlo de algún modo o pagarás las consecuencias.

Ya puestos sal a la cordura atravesando de parte a parte la locura (ya no puedes devolverte), pero sal de ahí. Nada vale ese esfuerzo. Nada vale un brazo o una pierna tuya.

Déjala sola maquinando sus torturas. Hazlo ahora. Ya. Lo mejor que puedas pero sin afanarte demasiado en correcciones. Hagas lo que hagas, a estas alturas ya, siempre estará mal hecho.

sábado, 25 de febrero de 2012

100-48-22-2-2012-Miércoles-41ºF-Soleado.


“La belleza de la luz es debida
A la simplicidad por la cual
La luz va al unísono con la música,
Más armoniosamente vinculada a sí
Misma por la ratio de la igualdad”.
Roberte Grossetete.
(1175-1253).


Cien días en éste país. Se dice fácil. Bueno, y se vive fácil también si a uno le da la gana de mirar en ese sentido.

Quiero decir, la vida es un fenómeno casi contra natura que se da más que nada por puro empecinamiento incomprensiblemente maravilloso (porque maravilla) de un conjunto de moléculas a las cuales les da por estar vivas, cagándose así en la entropía, la termodinámica, en Schopenhauer, en Bizet, y en tantas otras cosas y personalidades muy respetables por lo demás, que la hacen, además, maravillosamente envidiable. Me refiero, claro, a su tozudez y su desinformación, amén de su desparpajo.

Es que la vida existe, sospecho, porque ignora completamente su propia imposibilidad y es que aquello de que la ignorancia es atrevida nunca fue más cierto.

Decía que la vida es, entonces, un fenómeno inexplicable al cual podemos mirar de tantas formas como individuos decidan mirarla. Refiriéndome, por descontado, a los individuos aquellos que existimos contra todo pronóstico y que además nos da por pensar poniéndole nombre a todo que es, al final, la única manera (que conozco) de pensar por uno mismo, sin tragar los bocados sin masticar.

Yo decidí, durante por lo menos treinta y cuatro años de mi vida (cuenta que saco restándole a mi edad mis primeros siete años de vida durante los cuales me recuerdo inconscientemente feliz, y éstos últimos siete en los que me veo, me huelo, me oigo, y me siento tremenda y conscientemente feliz también) ver la vida como una mierda. Un infierno horroroso que menos mal que no es infinito… Depresión, desencanto, tristeza, rabia, sacrificio, cansancio, abnegación… Luego, pendularmente, agresividad, hiperactividad, atropellamiento, diversiones indecorosamente impropias, egoísmo, flojera, escurrimiento de bultos, descuido…, hubo una época en la que ni siquiera quería bañarme ni afeitarme ni que nadie me viera…

Durante más o menos treinta y cuatro años viví por pura caligüeba de morirme, para decirlo en caraqueño puro y duro.

Caligüeba, sí. Pero también curiosidad, lo que catalogaría el bueno de Martín Romaña como la más clara demostración de la existencia de unas inmensas ganas de vivir.

Una curiosidad literariamente ingenua, como me parece que es un poco mi ego…

No me morí porque, como decía mi profesor de trompeta “Pepe” Villaravid cuando sacaba correctamente la lección por pura suerte: “es que usted tiene un santo grande”… O, realmente quería saber si de verdad esa mierda era todo lo que esta vida tenía para mí.

No se asusten, no los voy a cansar con otra disertación infinita sobre los caminos que he transitado para llegar hasta aquí. Dejémosle eso a herr Hermann Hesse.

¿Para qué? Si es que cada individuo tiene que amanecer más pendejo hasta que aprenda, digo yo… Y la vida, el devenir es como una marea con todos sus flujos y reflujos por entre los cuales derivamos creyendo que navegamos, jurando que hay un propósito en todo esto. Un propósito superior, preexistente, inefable, insoslayable, como el destino escrito en un papel… Y tal vez eso sea ¿qué sé yo? Lo que sí sé es que en esa carretera que llamamos vida transitamos todo aquello que necesitamos transitar –tautológicamente hablando, que no soy ningún científico yo, ni mucho menos- para terminar en ese punto que los budistas llaman iluminación. El estelar y revelador momento Zen.

Sospecho que el budismo dista lo suyo de ser lo que en realidad quiso decir Buda, al igual que el cristianismo no puede ser ni de vaina lo que trató de explicarnos Cristo, es decir, Jesús, el contestatario y utópicamente anarquista contradictor.

Déjenme, disculpen, poner un ejemplo de esos que a mí me gustan ¿sí? Bueno, vamos a ver a éste país, su gente, y sus dirigentes.

Éste país será muy pronto el último bastión del confort y del modo de vida como lo hemos aprendido gracias a la televisión, a la flojera y tracalería de los dirigentes del resto del planeta.

Digo que en la faena diaria de los campos agrarios del mundo no hacen falta teléfonos celulares ni computadoras. Una vaca no se ordeña con iPods. Pero como estos carajos son muy pilas le informaron a todo el mundo que la cibernética es chévere, le dieron sus comisiones a los generalotes y gamonales del mundo, bueno ¡zás! Ahí tenemos entonces que le regalamos los recursos a esta gente para que nos vendan enviciantes chatarras inútiles lo más caras posibles, y se nos olvide pronto cómo se hace una casa o un trapiche culero.

Poco a poco éste país ha ido comiéndose los recursos de todo el mundo. Donde se les ponen duros van y montan una guerra en nombre de la libertad, la democracia, dios, o quién sabe cuál otra monserga y ya: tienen el oro y el moro…

Ya vemos al África hecha una mierda, a América del sur que no sabe en dónde darse el tiro que les duela menos, a Europa bailando en un tusero (de Oceanía y se Asia no digo nada porque esa vaina está tan lejos que no entra en mi realidad)… Y a éste país llenándose de inmigrantes.

Me parece muy bien.

Inglaterra, en su momento, hizo su fortuna armando corsarios y conquistando territorios (no hablemos del Sacro Imperio Español, por favor, que ese es más complejo) incluyendo éste que ahora piso.

Aquí aprendieron la lección y al negociar la desanexión con la Pérfida Albión (que aquí se conoce como Guerra por la Independencia) aplicaron la misma dosis nombrando y otorgando patentes de Corso.

Así tenemos grandes corporaciones sufragando guerras en nombre de lo que ya dije antes a todo el alrededor del mundo, que les quitan los bienes a los demás para mantener el standard de vida que aquí hay.

Eso y una campaña interna de desinformación capitaneada por los mil tentáculos del infame pulpo ecuménico que maniqueista y conservador es origen de toda la ignorancia que ha mantenido, mantiene, y aun lo hará por algún tiempo más, la rueda girando.

La vaina es que el pan de piquito se está acabando. Un mal síntoma es que aquí se está haciendo con la industria nacional lo mismo que en su momento hizo Breznev con el petróleo siberiano que mató el agro soviético al mismo tiempo que benefició el de aquí. Se está mandando a hacer todo en China. Aquí quiebran empresas al mismo tiempo que fortalecen el aparato de allá. Breznev lo hizo porque un estado comunista no podía, ideológicamente hablando, propender la creación y fortalecimiento de un aparato agrario casi capitalista que le garantizara la independencia alimentaria y gastó el petróleo siberiano comprándole el trigo a los Estados Unidos, su némesis… La ridiculez de los puntos de honor… Aquí, en nombre de la libertad económica de los capitales, se le está comprando las cosas a China debilitando el aparato local y fortaleciendo el de allá nada más que porque a corto plazo, sale más barato, y es así que se multiplican la ganancia… Pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana… Bien bonito pues…

Solía decir –sardónicamente, aclaro- que yo tenía toda la confianza del mundo puesta en los judíos porque ya se estaban dando cuenta de que acabar con todo no es el mejor de los negocios… Ahora no estoy tan seguro… Creo que acabar con todo es el mejor de los negocios, si tomamos en cuenta lo que dura la vida de un hombre, pues, el que venga atrás que arree.

Ahora, todo aquel a quien no le queda de otra, se viene para acá. Aquí no te atracan en la calle, vives decorosamente de tu oficio, los trámites son rápidos (para muestra un botón: ayer fuimos a registrar mi carro a mí nombre y a hacerle el cambio de placas de circulación. El trámite duró una media hora. Nos dieron el nuevo título de propiedad y el nuevo juego de placas… En Venezuela tuve como ocho o diez carros a todo lo largo de mi vida laboral y fue solo a uno de ellos que logré hacerle todos los papeles completos y correctamente), la mayoría sigue las reglas, en fin, que puedes vivir tranquilo.

Claro, esto no será eterno. El modo de vida éste se acabará tarde o temprano. Puede que incluso suceda antes de que me muera. No sé. Llegado ese momento ya revisaremos nuestras opciones y alguna determinación tomaremos.

Entonces, la vida, ese fenómeno cuya única explicación que le consigo para su existencia es la ignorancia de su propia imposibilidad, me deja ver que, a sabiendas o no, es a través de la ignorancia (ignorando, o “ignorandum” más bien) que podemos llegar a verlo todo claro. Es con lentes, o más bien alguna clase de membrana filtrante, un dispositivo que seleccione instantáneamente todo lo que sucede, la información disponible, que vamos a poder desarrollarnos como personas funcionales e interactuar satisfactoriamente con todos esos individuos que decidieron sentir como sienten, creer en lo que creen, y hacer lo que hacen, quién sabe por qué.

Por eso puedo disfrutar la vida, amar, compartir, y en definitiva hacer todas las cosas que hago, buenamente, de todo corazón, y con la mejor disposición. Ignorandum dum sumus, yo diría.

Ahora puedo decir que la vida es divertida, que tiene ratos exultantes, que el clima y los acreedores son como ralladuras de concha de limón que redondean con su amargura el sabor de ese plato de cordero en salsa de yogurt. Puedo ver con tranquilidad a esa dirigente republicana que ataca la contracepción “porque en nombre de la iglesia”…, y qué sé yo qué otra pazguatada más…

Ella está defendiendo la ignorancia (“nunc est ignorandum”) de su gente (para que entre otras cosas sigan apoyando a los veteranos) que al fin y al cabo son la piedra angular de todo el negocio, aunque ahora se lo están llevando para China.

Por eso se llaman conservadores, y conservan el poder, que no es otra cosa que el conocimiento de la ignorancia ajena y sus múltiples posibilidades y aplicaciones.

Yo los admiro y hasta los respeto. Y dicho sea de paso, les agradezco, porque gracias a ellos es que yo estoy aquí desde hace cien días poniendo el pan en la mesa de los míos honradamente ganado con el ejercicio de mi oficio. Limpiamente, tranquilamente, sin zozobra alguna. Sobre todo sin el capsaicínico acicate llamado ambición que no es más que no es más que miedo, es decir, pegar antes de que te peguen, ser grosero antes de que te insulten, robar antes de que te roben, obtener rápidamente (no importa cómo) todo lo que sea de los demás y luego defender lo obtenido tan ilegítimamente enarbolando y blandiendo palabras como derechos y otras altisonancias… Exactamente como los héroes de los cantares de gesta… Una mierda…

Yo no, “Basirruqui no monta en coche, boto tierrita y no juego más”…

Mi vida es la vida más importante de éste universo. Cuántico o no. No es mucho, lo sé. Más bien es poco pero no hay que dejar de lado que al mismo tiempo es todo. Es básicamente ignorancia y la confluencia del caos y el ocio en connivencia con una panda de moléculas anarquistas.

Mi vida es un fenómeno infinito que cabe, por exagerar dándole un volumen, dentro de una nuez. Se pliega y se repliega sobre sí misma tantas veces que sus partes son incontables, virtualmente infinitas entonces. Pero al mismo tiempo es una nuez si acaso. Un ocioso con un objeto no muy pesado podría chafármela inclusive hasta sin mala intención. Por imbecilidad o ignorancia.

Quiero decir que la vaina más preciada de éste universo está sujeta a las veleidades de cualquier oligofrénico con poder. Y los hay en cantidad regados por ahí. Es una realidad tan enorme que he decidido ignorarlo pues no hay quien pueda contra semejante frente (Nihil illegitimo carborundum). Me niego de plano a vivir pegando antes de que me peguen, o quitándome del medio para no estar ahí, como Lao Tze.

Los tres principios de Zao Meng Yiang no son Zen. Pero pueden serlo si uno ignora un poco aquí y un poco allá… Total, no se puede saber todo ¿verdad?

Así que ¡señoras y señores! Alcemos la copa ignorando por completo la pregunta de si está medio llena o medio vacía dejándole eso al estudio de los misterios de la relatividad, y brindemos por estos cien días, ignorando conscientemente todo lo demás.

Eso sí, selectivamente, y a sabiendas.

Nota:
100: los días aquí.
48: los días laborales en mi empleo.
22: los días del mes.
2: el mes.
2012: el año en curso.
Miércoles: el día de la semana.
41ºF: la temperatura que hacía esta mañana.
Soleado: que no había nubes.