martes, 16 de octubre de 2007

Del Bolero al raggaetón

Estaba pensando esta mañana, que en menos de lo que ocupa la vida entera de una sola persona, cabe un mundo y otro mundo que lo sucede, que en nada se parecen ninguno de los dos.

Me acordaba de una amiguita de mi temprana post-niñez que una vez me comentó entre risas que claro, a los varones lo que le gusta es que apaguen la luz y que pongan boleros para bailar apretaditos.

Yo sé muy poco de eso, lamentablemente mi acervo incluye ingredientes perfectos que lograron que nunca aprendiera a bailar con la soltura suficiente como para disfrutarlo, y que cada vez que tengo que hacerlo sea como tener que aprender de nuevo. Aunque bueno, eso de bailar apretadito es como dicen que es montar en bicicleta, solo que un poco adelantado en el tiempo, y con pocas probabilidades de ser olvidado ¿no?

Los ingredientes son: pésimo oído rítmico, todo lo convierto en un fado o una gaita gallega; una tiesura corporal solo comparable con la de un caballito de madera; en mi niñez no tuve ni amigas, ni primas, ni hermanas mayores, que siempre ayudan en esos trances; un sentido de autocrítica brutal que me reprime; una dicotomía entre la música que me gustaba en aquellos tiempos en los que debí haber aprendido como hice con la bicicleta y por eso nunca se me olvidó, y los medios que frecuentaba. Total que nunca aprendí a hacerlo bien, aunque echo un pie cuando no me queda más remedio, en lugares en los que nadie me conoce, o tengo el nivel preciso de alcohol en la sangre. Y más rápido si es apretadita la cosa.

Debo agradecerle a quién le toque, o más bien a todos los que le toca, que mi formación fue totalmente “polimusética”, por usar un término de mi querido primo segundo, Jorge Mimó. Sí, en mi casa, o la que fuera que habitara, se escuchaba rocanrrol (que así se le decía) joropo, tamunangues y golpes tocuyanos, Los Ángeles Negros, rancheras (que mi Papá canta muy, pero requete muy bien con falsetes tipo Pedro Infante y demás. Se larga con unas malagueñas, que ni Joselito pues), guarachas de Beny Moré, Billo, Los Melódicos del maestro Piñero que murió en el escenario mandando a Cachita a buscar una estampita de la Virgen de la Caridad del Cobre; valses y valsecitos de todo tipo desde Strauss hasta Chabuca Granda, música académica en el más amplio espectro y no porque todo es fantasma ya, cantantes italianos románticos y melosos de voces untuosas o rasposas; boleros y más boleros, salsa brava bravísima, música comprometida o de protesta como también se le dice, jazz de toda índole, charangos, y un mundo gigantesco. Inclusive cumbia y hasta vallenato, aunque en realidad no me terminaron de calar estos estilos... Como Rodolfo Orozco tocó rock, Folk, pop, forró, dobro, tomtom con Don Jonson, tocó con todos por poco no tocó con Colón, coloso, …, jojojó…

Claro que tengo mis preferencias dentro de este universo, pero no es de eso de lo que quiero hablar directamente. Lo que me intriga es lo siguiente: el mundo se tostó.

Que por qué lo digo. Bueno, básicamente porque como que se me detuvo esa parte de la evolución, que en cierto modo supone que me hice viejo y empiezo a notar que ya la música no es como la de antes, digo, de antes de esta que me preocupa.

¿No han visto un videoclip, si se siguen llamando así, en el que hagan el performance completo de un raggaetón? Los tipos se visten de una manera que yo no me atrevo a describir para no parecer parcializado del lado derecho de las cosas principalmente por mis consabidos problemas de lateralidad. Por lo tanto me concentraré en el elocuentísimo gesto de ellos: “estos deos completos desta mano y desta otra lo que te van es padentro de eso que tienes ahí o por el otro lado también si lo meneas bien”… Mientras tanto una piara de báquiras descerebradas al mejor modo del “Harén De Occidente”, que apenas contribuyen con la industria textilera, y se me volvió a salir la derecha ¡qué vaina!, sonríen complacidas y complacientes compiten a ver quién lo menea más. Lo menean todo lo que se llama todo sin importarle un bledo la cosificación de la mujer porque qué es esa vaina.

Yo sé que la dominación femenina en occidente por parte de los machos miedosos viene de lejos, que ya en la edad media se vestía a la mujer con corotos pesadísimos y miriñaques tremendamente inconvenientes para que ni siquiera se pudiera mover, que solo se le celebraba la belleza como principal atributo, y si se querían poner inteligentes e intelectuales se les tachaba de feas…, inclusive más cerca en el tiempo, el grandísimo y celebradísimo Kant llegó a decir que una mujer que dominara temas intelectuales y que los dirimiera con soltura lo único que le haría falta para estar completa sería una buena barba… Y pensar que hemos fundado nuestra civilización a partir del pensamiento de tipos como este. Caramba con la gente.

El que se queje de la existencia de las así llamada cuaimas, es por lo menos un simplón de mierda…

El romanticismo es una cosa ridícula y mal vista en más de un nivel de la vida, incluyendo el del comercio en general. Los que venden ropa, carros, estilos de vida, pólizas de seguro, tetas de goma, botox, bisutería y perfumes, cosméticos y horas de gimnasio, música, alcohol, drogas, la noche nocturna que llaman, y todo aquello que se me escapa (también para no hacer de esto una ruma de palabras redundantes), me parece que perdieron el norte. No sé, ingenuamente lo digo, con seguridad. Pero es que pasa como con los bancos y las empresas telefónicas que gastan sumas ingentes en publicidad cuando más efectivo sería emplear esos fondos para mejorar el servicio que prestan.

Creo que vender placer está bien. En todo caso está mejor que vender dolor o disgusto, como suelen hacer la prensa y la televisión (pero eso tampoco lo voy criticar para que no se me vaya a salir la izquierda, ya se sabe que no hay que exagerar) el sin sentido que le veo yo es que, como dicen los británicos, mucho al este ya es el oeste, y el placer como producto está sujeto a los cambios de temporada, los remates por cambios de inventario y un montón de cosas más que hacen de la economía una ciencia que se porta como una religión o algo así. Y no voy a abundar en ese tema para no ser descortés.

Esa carrera por ofrecer un placer más de moda que el del almacén de al lado, sacar el producto a la venta antes, y la campaña publicitaria, y lo demás, van creando tolerancia por un lado además de la obligada decadencia de la calidad, porque no es que tampoco sea una industria básica que dé de comer a la humanidad y entonces qué carrizo importa si cagas donde comes ¿no?

Vamos a reencarnar cada vez más pendejos hasta que aprendamos, como alguna vez le oí decir a Facundo Cabral.

Tampoco es que estoy a favor de crear una especie de OPEP de los placeres que mantenga la oferta por debajo de una cuota determinada de producción porque para eso es que existen todos esos bichos que llaman políticos y militares de alta jerarquía mundial, que con un botoncito fríen a miles en segundos.

Solo me llama la atención como fue que del modo de relacionarnos con las chicas por el lado de ofrecerles lo mejor de nosotros para agradarlas, con un despliegue de ingenio y vulnerabilidad para dejarnos ver tal cual somos, con todos los gestos alegres o delicados según la educación y estilo de cada quién, pasamos en menos de una vida a convertirlas en corotos que solo sirven para menearse. Hicimos a la inversa y con más malignidad que en oriente, que cubre a la mujer en las áreas públicas de la vida diaria para dejar claro que el mundo es de los hombres y ellas solo sombras que aceptando esa situación le dan el visto bueno. Nosotros no, nosotros las destapamos y las ponemos a la vista de todos, las declaramos bellas y bobas, y así lo aceptan porque es el único camino permitido para ascender socialmente, y si se les llega a ocurrir ser más inteligentes que nosotros, rápido les colgamos el cartelito de feas, y se joden ahí mismo… Pero no critico los puntos de vista religiosos, solo los comento… Esta no me la cree ni mi abogado…

Pre-púberes flacas a niveles insanos, porque si ya tienes la máscara de neurotoxina ni se te ocurra (no hay nada más inquietante por decir lo menos, que la inexpresividad de una careta de botox) menearte en pelotas en un video de esos... Redondas nada más de nalgas y tetas (de goma). Los pelos de colores y texturas improbables. Todas ellas promulgando que poseen esos huecos receptivos para todo lo que se quiera meter por ahí y que mientras más le quepa mejor. Y ojo, que no tengo nada en contra de los huecos de marras, pero de ahí a ponerlos en pantalla gigante…, coño, es mucho ya.

Yo, personalmente, me quedé. Para mí la música es un oficio noble de hecho y de derecho. Es un algo constructivo que de puro mágico casi parece (como los veleros) que no fueran invención del hombre. Es una forma de acompañar o inducir un estado de ánimo también por aquello de la subliminalidad de los ritmos. Es una galantería que uno se proporciona. Y no me irán a decir que una letra como la del bolero que cantaba Beny Moré con Olga Guillot (…Tu mirar, con sublime ternura dijo adiós, y al hacerlo en mi pecho dejó recuerdos de tu amor…) no está un poco mejor pensado por lo menos que esa apología a la mafafa (…dame la gasolina, quiero más gasolina…), en fin, es solo un punto de vista. Todo está en la mente, y así, hasta el infinito.

Sé muy bien que no hice el curso de apreciación musical, ya que ni siquiera terminé la entonces prelatoria cátedra de piano complementario que impartía la profesora Bilbao, porque fue esa la época en la que me tocó convertirme en personal costoso. Pero sí me siento en la obligación de relatar aquí un descubrimiento que hice en estos días de temporada alta… Ya lo he dicho: vivo en una isla, y por la condición de isla no me resulta tan sencillo huir de aquí en las temporadas altas, en las que nos toca sufrir y sobrevivir a la avalancha de estresados citadinos que nos caen encima como la marabunta y nos atropellan horriblemente. Sí, ya sé que hay quién dice que de eso vive esta isla, pero lamento decir que de eso vive el dueño de sigo, de rattan, y de los bodegones. ¡Ah! Y también uno que otro revendedor textilero. Por mí está bien así… Lo cierto es que esto se llena de carros y gente desesperada que forman unos colones que se salen de nuestra habitual escala de isla, y fue estando preso en una cola de esas que me sucedió que tuve que escuchar como veinte minutos continuos de raggaetón que ponía a todo volumen un boomcar temporadista que me acompañó todo el rato, y como a mi carro no le funciona el acondicionador de aire, me tocó calarme el set completo: se me subieron las palpitaciones hasta las sienes, me empezaron a sudar frío las palmas de las manos, se me hizo una sensación de vacío en la parte baja del cuello junto con un dejo amargo en la parte de atrás de la lengua, apareció una opresión a nivel de diafragma, y una columna helada me comenzó a subir del cóccix… Fue un ataque de miedo puro. El raggaetón me produjo una sensación igualita a la del miedo. Miedo sin adrenalina. Miedo a secas… Y yo me pregunté varias cosas: ¿por qué no me había pasado antes? Porque apenas oigo uno huyo a tiempo ¿qué carrizo sería exactamente? Creo que fue el ritmo, ya saben: cu-tu-cun-chún, cu-tu-cun-chún, cu-tu-cun-chún…, creo que esa repetición constante induce como un trance que te hace pasto del ambiente que exista en el momento. Yo soy un poco claustrofóbico y me sentí atrapado, creo. Debe ser. O esa vaina es monstruosa, y me importa un pito si soy descortés. Más descortés es el que me somete a esa tortura. Libre Dios a este país de que yo llegue a dictador, porque me los echo con guasacaca.

Y por supuesto que me acuerdo de la opinión de la generación anterior a la mía en la que mucha música que yo escuchaba solo eran estridencias sin sentido, y en resumen, una cosa muy poco seria. Lo cual va más en mi favor y yo tampoco respeto eso que llaman la música de estos tiempos. No toda, claro.

Recuerdo a un pana de mi primera adolescencia que decía que la buena música (entiéndase la que a él le gustaba, claro) era como un buen pajazo. Yo me reí muy de acuerdo con él, porque había descubierto eso recientemente, pero agregué que pajazo interruptus, más o menos… En resumen: la música para mí es algo que me aporta elementos para acceder a un estado positivo, y eso también es un punto de vista empírico y amateur, por cierto… Claro que habría que consultar con la contradicción que encarna el Punk que nace como contestación válida contra el virtuosismo del Rock Sinfónico, pero que al ser escrito y vuelto a ejecutar deja de ser Punk. Vainas de la anarquía…

Por supuesto que sé perfectamente que mi visión, como cualquier otra, es completamente subjetiva y que esto de lo bueno y lo malo, no es sino una convención como para no volvernos locos. Como los nombres de los colores, y mi lío con la derecha y la izquierda. Menos mal que no me pasa con arriba y abajo…

Ojalá que no me salga nadie con que lo que pasa es que la vida es elíptica, que hay que llegar a padres para saber lo que son los hijos, o cualquier comentario del género. Prefiero, si acaso, algo que me ponga a pensar y me añada un punto de vista más.

Pero aun así no me da la gana de entender cómo fue que en menos de una vida pasamos del bolero al raggaetón. No quiero saber qué me diría mi amiguita Lily si me lo hubiera dicho en estos tiempos…, pero puedo imaginar que tal vez hubiera sido, claro, si a los varones lo que les gusta es que uno se menée sin ropa para meterle a uno los dedos (llenos de bisutería barata o muy cara, que es peor) y otras cosas por todas partes…

Lo que más me jode es que lo diría con una sonrisita complacida y complaciente, la mirada vacía, pre-púber flaca famélica, prematura (y quirúrgicamente) redonda de nalgas y tetas (de goma), tan pero tan lejos de los trece años que debería tener en realidad…, y yo tengo dos hijitas que ya van para allá…, ¡qué vaina!

O debería más bien concluir con un romano y obsoletísimo: ¡oh tempora, oh mores!

3 comentarios:

Rosalinda Laya dijo...

¿Cómo fué que en menos de una vida pasamos de bolero a reggaetón?... je,je primito... de la misma manera que pasamos de ser hijos a padres, o sea, de rebelarse a educar... que requetedivertido!!!... siempre fuiste así? o eso viene junto con el lumbago?... jeje

Anónimo dijo...

Aqui tengo un TABURECOPTERO que nos regalo MONNA... una MARAVILLA... Me debato entre el nombre original o renombrarlo como TABURERACNIDO...!!!
Saludos... Gustavo y Kira.

Tadeo dijo...

Hola Kira y Gustavo,
Me alegra gigantográficamente como hasta el piso trigésimo noveno que tengan esa pieza y que la disfruten tanto.
Si le quieren cambiar el nombre se lo cambian, por favor. Creo firmemente que las cosas han de tener el nombre que quienes lo quieran, le quieran poner.
Precisamente le puse taburetóptero porque me parecía una mezcla de taburete con insecto. Pero lo de arácnido también le va y me hace feliz.
Muchas gracias por el afecto,
Abrazos,