sábado, 13 de septiembre de 2008

Construir en Margarita.

Para dominar la naturaleza es preciso obedecerla [...]
La sutilidad de la naturaleza es mucho mayor
que la sutilidad de los sentidos y la comprensión.
Francis Bacon.

¡Carajo! Apriétese las alpargatas, compadre, que lo que viene es joropo…, ya nos salió fusil con el asunto asuntino del 1º Festival Gastronómico y de las Artes plásticas Puertas Azules, que estamos celebrando en el Centro Comercial Artesanal El Güire, en pleno corazón se La Asunción, una de las pocas ciudades con título real por la gracia de su majestad de la época de Cristóforo Colombo.

Fusil y escopeta, pero no carabina 30-30 porque no es gente de Puebla, ni pueblo de ninguna trova. Lo que si son es trabas y pestillos, pero que ponen flores el propio día como para que no se hablen pendejadas.

Y diré al respecto que no me deprime. Ya sabía que esto pasaría, lo que no esperaba es que la cochina saltara tan rápido. O sea, que ni siquiera saben jugar al dominó…, y dije que no me deprimo porque tengo un padrino mucho más mágico que el que ven mis chamos por el canal de comiquitas, que se llama Sócrates y decía una frase que me gusta mucho. Aquí se las pongo: Mi deseo sería, Crito, que las masas fuesen capaces de hacer el peor de los males, pues entonces también lo serían de hacer el mejor de los bienes; ¡y esto sí que sería bueno!

También, bueno, qué puedo decir, que no me parece tan malo lo del fusil, porque la verdad es que un culatazo se le da a cualquiera, por la vía del documento, o por la vía del mérito, que así sí que lo tiene también, además, para qué negarlo.

Es vox populi y por lo tanto vox dei, que mucho del que se vino a vivir encima de este pedrusco que ni entiendo cómo es que no se derrite bajo el sol o se diluye bajo la lluvia porque es que uno se muere de hambre y de indigestión a cada rato, lo hizo porque huía y buscaba y no le alcanzó, digamos, para Miami Flo…, yo personalmente, doy fe de ello. Claro, sin exagerar tampoco porque too far east is west, que dicen por allá en la pérfida Albión como bien se sabrá, tanto por el lado populi como por el lado dei.

Recuerdo a un insigne escritor venezolano que casi se pone de moda en la terrible y ridiculísima década de los ochenta, que llamó generación boba a los que nos hicimos adultos incorporándonos al así llamado aparato productivo nacional agarrados entre los fuegos de aquel viernes negro, la crisis de la construcción, el bajonazo del barril petrolero, la exportación masiva de telenovelas, pediatras de botiquín con la botija vacía y gastos cubridos…, boba no ¿qué tipo de sagacidad hacía falta? Si hasta yo me puse pantalones bolsilludos, chemises pastel, mocasines sebago (pero sin el centavito gringo porque ni en ese entonces exageraba tanto) y con la guinda que significaba el cortecito de pelo que aun hoy utiliza Sergio Pérez… No hay que olvidar las corbatas delgaditas tejidas o de cuero, y los blazer con descomunales hombreras tipo Rodak. Ah, y los mocasines sin medias.

Bueno, una importante representación de aquel desesperanzado y aparentemente descocado pelotón vino a parar a Margarita. Unos porque huían, otros porque buscaban, otros porque no les alcanzó para llegar más lejos. Eso ya lo dije.

Aquí se formó entonces una subnacionalidad hija bastarda de la mayamera en la que las discotecas alimentadas por el puerto libre se convirtieron en la bandera, escudo, e himno nacional, de ésta micro nación, a la que me gustaba llamar el principado disco. No como el Mundodisco de Terry Pratchett.

Luego apareció la especulación inmobiliaria, la industria del tráfico de turistas, el turismo sexual, y una táctica a la que yo llamaría “la siquitrillización de todo lo que tú hagas”. Esto último porque la verdad es que el mercado es pequeño y la mayoría de la plata queda en manos de los turcos, de sigo, del sambil, de los bodegones, de los chulos, de los jíbaros, y de las cuaimas que venden apartamentos.

En una tierra en la que todo se basa en cerveza, silicón y bronceador, otras iniciativas (que ni siquiera compiten, solo, digamos, abren nuevos horizontes) quedan en manos de piratas, incompetentes, encamburados, o de algún grupito de soñadores a los que siempre se les mirará con una mezcla de desconfianza y condescendencia. Bien, mientras no nos echen la burra pal’ monte.

Si trabajas en lo que está delante de ti, siguiendo con seriedad, energía y calma la razón correcta sin permitir que nada te distraiga, salvo mantener en estado puro tu parte divina, como si debieras devolverla de inmediato; si haces esto, sin esperar nada más que la satisfacción de vivir de acuerdo con la naturaleza, pronunciando verdades heroicas en cada palabra, vivirás feliz. Y no habrá hombre capaz de evitarlo.
Marco Aurelio.


Una vez escuché un comentario que hacía Facundo Cabral sobre la vez que le presentaron, su madre, al entonces presidente de la República Argentina. Dicho presidente le preguntó a Sara, la madre de Facundo, en qué la podía ayudar. Ella le respondió: con que no me joda es suficiente… No agrego más.

Está bien, de acuerdo, yo no soy la madre de Facundo y tal vez por eso no deba esperar que por lo menos no me jodan. Quién soy yo después de todo. Además, tampoco es que me joden tanto. De repente y tal he debido mudarme, digamos, a Suiza, porque es que en verdad no lo somos. Cuanta sabiduría y conocimiento de la venezolanidad hay en esa frase.

Pero ven acá, yo no estoy hablando mal del venezolano. No tengo derecho a hacerlo ni tampoco quiero hacerlo. No solo porque el que escupe para arriba se moja, sino porque en verdad somos una gente arrechísima, una verdaderamente buena gente. Y si no me creen, pídanle plata o comida a un extraño para que vean.

Siempre me acuerdo del cuento que me echaba mi abuelito sobre la vez que dios creó a Adán. Él decía (mi abuelito, claro) que antes de a Adán, dios creo a Pérez como ensayo. Como éste le salió más o menos bien, entonces fue que se atrevió a seguir adelante. A partir de eso le echó bola al universo, a los planetas, a los animales, los países, y así, a todo lo que hoy existe empleando a Pérez como asistente.

Así un día en el que dios se levantó de buen humor le dio por crear a Venezuela. Empezó a meterle vainas bonitas: que si la sierra nevada, que si los médanos, que si ríos enormes, que si petróleo, que si oro, diamantes, hierro, aluminio, níquel, bosques, animales de todo tipo, el salto de agua más alto del mundo…, tanta vaina que Pérez perdió la paciencia y empezó a reclamar que era mucho…, dios, en su ira divina tronó: ¡coño, no me jodas más, necio, ahora lleno ese país de adecos para que acaben con todo eso!... Y por eso es que hoy estamos como estamos.

Recuerdo que también me decía que en este país lo que más hay es adecos: adecos blancos, adecos verdes, y adecos rojos.

¿Qué es un adeco, abuelito? Un adeco es un ser básicamente bochinchero, mezquino y sin imaginación. Un tipo como San Pedro que le vedó la iglesia a las mujeres. O como Bolívar que envainó a Francisco de Miranda. O como Páez, que impidió el regreso a Bolívar. O como Pérez, que hizo arrechar a papá dios… Todo por conservar un cargo sin tener que ser el mejor para conservarlo, sino jodiendo al que amenace con ser mejor. En dos platos: un ser históricamente miope.

Para ser adeco no hay que militar en el partido político, basta con temerle (y combatir) a los mejores, pintar unas cabillas de blanco, usar reloj de oro, andar con edecanes, beber solo whisky, y básicamente entorpecer cualquier idea buena, con tecnología, o con visión de futuro. Torpedear iniciativas, ganar plata hoy sin importar mañana, todo eso es lo que define a un adeco.

No nos pongamos apocalípticos tampoco porque total, el mundo se acaba cada tanto, con adecos o sin ellos. Pero echemos una miradita panorámica sobre Margarita por ejemplo: aquí no hay suficiente agua potable. Pero las casas se hacen sin sistemas de tratamiento para usar las aguas de lluvia, o las aguas servidas para el riego de sus matas. Entiendo que no existan embalses por falta de espacio, pero un tanque de agua adicional y unas simplísimas tanquillitas de filtrado en cada casa… ¿Que el asunto es que resulta un poco más caro? ¿y desperdiciar agua qué coño resulta?

Aquí la producción de electricidad es igual al consumo, pero se siguen haciendo cajones habitacionales (llamados “town house”, nombre que me mata de risa por vainas de las literalidades) en los que solo se puede vivir si le metes una refrigeración de unos mil btu por metro cuadrado por la medida bajita. No hablemos de lo que pasa en las temporadas altas, cuando no queda más remedio que racionar el servicio eléctrico.

¿Sería muy difícil y costoso aprovechar el solazo del coño este que nos cocina día a día? ¿y el ventarrón perenne qué? No somos suizos vale, es verdad… Sale más barato colapsar los servicios constantemente.

No hablemos del guiso chimbo mediante el cual se derribaron ochenta árboles de roble y guayacán, en la popular zona de Los Robles… Encima irónico el asunto… Lo peor es que la comisión a repartirse era de sesenta millones de bolívares de los débiles, o sea, sesenta mil de los de ahora, que había que repartir entre tres adecos. Tumbaron esa arbolamentazón para repartirse una miseria que no sirve ni para comprar un carro nuevo. Sí, qué importa.

Todo esto porque el mercado es pequeño y hay que repartirse lo que haya a la velocidad del rayo, antes de que lo agarre otro.

Sí he pensado en irme. Claro que lo he pensado. Pero a dónde me puedo ir que no consiga adecos. O a dónde me puedo ir que no termine sembrando en terreno ajeno y por lo tanto perdiendo hasta la semilla.

Lógicamente por esto es que me he venido quedando y trabajando en lo que creo sin pretender salvar, ni siquiera, mi mundo. Este pequeñísimo peñón que habito. Porque es que ya huí. Me fui de Caracas con el rabo entre las piernas y la verdad es que fue una mudanza muy poco heroica, pero en verdad afortunada.


Me fui de Caracas porque después de la quiebra de mi constructora no conseguía trabajo ni para hacer una casita de perros. Una raya demasiado grande con consecuencias abrumadoras… Yo me lo busqué (bien hecho, plátano jecho, cruza la calle y sigue derecho) y después de sacar la cabeza del chiquero me di cuenta de que había sido afortunado: perdí un modo de vida que no era el mío, o que mínimo iba malísimamente mal encaminado.

Ahora me doy cuenta de que cada árbol que talé, cada terreno que maquiné, cada hueco que abrí, cada viga que soldé, me pasó una factura junto con una enseñanza.

La vida examinada es la única que merece ser vivida.
Sócrates.

Ahora me doy cuenta de que el plan de crédito del karma funciona, es real, es lo mejor que puede haber en materia de herramienta de vida si se llega a entender cómo es que funciona. Y es simple: haz lo mejor que puedas con lo que tienes a mano, no te preocupes por aquello que no puedes cambiar mientras disfrutas de un trago, que si lo está pagando otro, habrás de pedirlo doble.

Compensar. Compensar. Si tienes que rajarle el cuero a alguien haz el bien por otra parte de un modo caballeresco: anónimo.

Si la cabeza no te da sino para prender un aparato de aire acondicionado, bueno, está bien, no te sientas culpable. Pero siembra árboles, o contribuye con cualquier cosa buena que se te ocurra, porque es que te vas a morir prontito y de ti solo quedará lo que dejes: tus hijos en un mierdero. Te van a odiar.

Nada contribuye más a tranquilizar la mente como un firme propósito, un punto en el que el alma pueda fijar su ojo intelectual.
Mary Wollstonecraft.

Mi trabajo es fuente de felicidad y de infelicidad al mismo tiempo. Lo primero porque trabajo enamorado de lo que hago y sintiendo que embellezco el entorno mío y de algunas personas que requieren de mi trabajo. Lo segundo porque no me da para vivir tranquilo, como yo quisiera, que de ningún modo incluye un camionetón de las que queman mil veces más combustible del que hace falta, ni un “town house” refrigerado como para conservar pescado.

Es mejor cumplir con nuestro deber, por defectuoso que pueda ser, que cumplir con el deber de otro, por bien que uno lo pueda hacer.
Bhagavad Gita.

Quiero hacer mi casa que es una maquina de convección natural, al mismo tiempo que almacena lluvia y recicla las aguas servidas para las matas, que tiene un consumo energético mínimo, y un impacto estético ambiental de bajo perfil.

Quiero mi pequeño Land Rover del sesenta y dos que con dos litros de gasolina rueda una semana, pero carga lo que le monte encima sin ni siquiera crujir.

Quiero que mis hijos y mis nietos vivan en el mundo que quieran vivir teniendo la posibilidad de elegir. Es decir, que si quieren contaminarlo y volverlo una mierda ya sea problema de ellos, pero si quieren meter los pies en el mar de vez en cuando, lo puedan hacer sin que se les ponga fosforescente la piel ni les salgan ojos de lenguado.

Por eso mi trabajo no debe ser victima de la reacción pendular que me convertiría en un adeco. Debo hacer aquello en lo que creo y lograr que eso me permita vivir tranquilo. Por eso mi trabajo debe tender a conservar con vida aquello que se está muriendo: patrimonio cultural, histórico, arquitectónico, hasta anecdótico…, árboles nuevos…, libertad de elección.

Al volver del trabajo debes sentir la satisfacción que ese trabajo te da y sentir también que el mundo necesita ese trabajo. Con esto, la vida es el cielo, o lo más cercano al cielo. Sin esto –con un trabajo que desprecias, que te aburre y que el mundo no necesita—la vida es un infierno.
W. E. B. Du Bois.

Sí, qué carrizo, soy lo que soy (cómo Popeye), soy un hombre son columna vertebral, con mis convicciones, y con un solo fin: ser feliz.

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