lunes, 4 de enero de 2010

Razonablemente culpable.


“Olvida todo lo relacionado con el pecado
Y todo lo relacionado con la santidad:
Ambos son estúpidos.
Los dos han destruido todos los gozos de la humanidad”.

-Osho, Take it easy, vol. 1, cap.3.

“Todo lo que uno le hizo a los padres
Lo paga con los hijos”

Refrán popular.


Caray, si es que no sé si estamos guiados más por ansias liberadoras o por un profundo pesimismo.

Y es que vamos a tratar de analizar desapasionadamente, ahora que creo poder hacerlo, mi propia situación frente a mis padres y al refrán arriba mencionado. A Osho lo dejamos tranquilo porque ese es como mucho para mí.

Si tomamos en cuenta la idea que yo he tenido por muchos años sobre lo que es la idea que creo que mucha gente tiene de mí, porque vamos a ver si no es verdad el otro refrán que dice que una cosa piensa el buey y, bueno, y todo lo demás…, pero que no es una idea gratuita porque la formé basado en lo que ha pasado por estas orejas que se han de comer los gusanos, espero que después de que me haya muerto, mi deuda es heredada.

Porque si resulta que es verdad que he sido un diablito Underwood en la vida, entonces mis padres forzosamente lo han debido ser con los suyos por cosas de que la maldad ya no la hacen como la de antes y con el tiempo las cosas se diluyen…, y antes de eso mis abuelos fueron malísimos con mis bisabuelos que no hicieron otra cosa en la vida que maltratar a mis tatarabuelos, los cuales a su vez le hicieron la vida de cuadritos a mis pobres choznos y no sigo subiendo porque hasta ahí domino los nombre de los parentescos así, en subida.

El tema es que el mencionado pedacito de vox populi vox dei cancerbero de una sabiduría, por lo mismo y a un tiempo, divina y popular, e indiscutible (no hay que olvidar) es una cosa parecida a un boomerang de doble filo más peligroso que una mapanare de dos cabezas con colmillos en la cola porque es una compra a crédito, y como a crédito hasta un avión, termina uno corriéndole a los cobradores del karma porque uno tenía que joder a los padres porque ellos jodieron a los suyos, y por eso mismo mis hijos habrán de joderme a mí, para que mis nietos puedan hacer lo propio porque es ídem de la raza humana joder sin pararse a pensar que el turco de la mueblería nos tiene de las orejas, viviendo de los intereses de un crédito por la compra de un perol que ni necesitamos ni queremos.

Todo por un fulano pecado original acaecido en un tiempo y lugar inciertos como el que más, descrito muy mal, además, por ni siquiera sabemos quién aunque el para qué sí que está claro.

No me pasa por la mente proponer que declaremos la humanidad toda en rebeldía financiero kármica, ni que nos neguemos de plano a pagarle más nada más nunca a ese plan del carrizo, porque si las cosas de ese tipo funcionan como funciona la ecología, nos podemos terminar metiendo en camisa de once varas y entre el calentamiento global, el oso frontino, y el pájaro dodo, nos pueden fregar bien fregados… Como pasó con los conejos australianos…, o con las ratas…, ya no me acuerdo.

Además no sería razonable una propuesta de esta índole porque esta cadena es uno de los motores que hace girar el mundo. Nos familiariza con un concepto importantísimo catalizador de las relaciones interpersonales. Sin ella faltaría una de las fuerzas que mantiene junta a las familias que son la base de la sociedad.

Si uno paga con los hijos lo que le hizo a los padres y es culpa de la madre todo lo malo que le pasa a uno, entonces, me parece que la culpa es tan difícil de manejar porque se multiplica por la fórmula de Sierpinsky… Ya sabemos que lo que pasa con los fractales es que son multiplicidades de pedacitos que son a la vez parte y todo.

La culpa, gráficamente, se porta como un fractal.

Pero a la vez que la maldad de un hijo no es nada y es todo frente a la maldad de un padre, y la maldad de un padre no es nada y es todo frente a la maldad de un hijo, la culpa no es nada, digamos así, en abstracto. No hallará mente dónde hincarse sin el concurso activo del hombre razonable.

Hombre como género humano. Hombre y/o mujer. Persona… Individuo razonable, quise decir.

Y aquí está otra pata coja de la mesa de la humanidad: las personas razonables.

Ser razonable es, junto con la caballerosidad y la corrección políticamente hablando, las tres pendejadas más disparatadamente altruistas del mundo que indican y determinan una personalidad profundamente débil que siempre se come la peor presa del pollo. Y para nada, además.

Claro, una persona que no es razonable no es susceptible de ser manipulada y ni hablar de ser culpabilizada, porque siendo un ceporro de la peor calaña quién te jode ¿eh?

Un caballero siempre se moja, lo dejan fuera, se queda de último y lo atropellarán constantemente, pero eso sí, con estilo y sufriendo calladito. Dígame si además resulta ser un caballero elegante…, o una dama elegante, naturalmente… Sin comentarios.

Una persona políticamente correcta siempre será amarga víctima de algún sobrenombre pegajosísimo, y más aun si es bizca, jorobada, o correctísima… Y de más de una demanda por vilipendio o cosa del género por andar diciéndole afroamericano al negro o llenito al gordo.

Pero volvamos a la parte de ser razonable y culpabilizable un momento, para echar una luz sobre este asunto.

Y es que sí, es que solo una persona razonable es capaz de ponerse en los zapatos de otra persona y tratar de entender qué carrizo es lo que está tratando de explicar, y hasta avergonzarse un poco porque cómo es que si yo te quiero tanto no soy capaz de entenderte y ver claramente tu punto de vista. Punto que no entiendo pero es que ni de refilón, si soy del todo honesto…, pero eso no lo puedo admitir, y como soy razonable y siento mucho que además no te entiendo bien entonces resulta que la culpa es mía y ya me jodí.

Podemos decir que tanto la razón como el amor son herramientas de la culpa, y la culpa a su vez es herramientas del miedo. Tal vez se pueda curar simplemente con una mega dosis de ají chirel, o con una cogida apoteósica con tres vibradores, viagra, aceititos con sabores, red bull, y un fin de semana completo disponible. No sé. Pero ese es otro tema, y Michael Ende con eso…

Lo que pasa es que el amor con culpa es como el amor con hambre.

Por muy romántico que sea, y que siendo tan pobres éramos tan felices, si yo soy el razonable que amo pero que no termino de ver claro tu punto me siento culpable, además de hambre por pobre tengo hambre por bruto…, me tocará estirar la vaina otro poquito más (hasta más allá de lo que señala el módulo de elasticidad aplicable al caso) a ver si en cualquiera de esas termino por entender tus razones, y bueno, tú, de una vez por todas vienes y te convences de que ¡coño! De que te quiero tanto que soy capaz de ser ese que tú quieres que yo sea, aunque sea para después recriminarme que si yo mismo no me respeto cómo quieres tú que te respete…

Pero ya a esas alturas soy un tipo razonable capaz de ajustar en ese molde de amor hecho con paredes, techo, y piso de culpa…

La cosa es que uno es muy bruto (ya va, seamos políticamente correctos y hagamos la aclaratoria de que uno, en esta caso, soy yo) y tiene que vivir esas situaciones (hay quien dice que son kármicas) que las vivirás una y otra vez, incluso en vidas sucesiva reencarnando más pendejo hasta que aprendas.

Lo trágico y cómico a la vez es que uno sabe que lo están jodiendo de un modo hasta barato, pero se deja joder y joder porque cree que eso que te están haciendo lo produce una inteligencia superior, y que si le echas un camión de bolas terminarás por aprender y aumentar así la inteligencia tuya… O algo así por lo menos.

Es decir, que sufres horrores, te sientes pequeñito, un niño indefenso que no se explica cómo es que ha sobrevivido hasta ahora en este mundo tan difícil siendo tan ingenuo, pero que cree incontestablemente (muy agradecido) que atendiendo y respondiendo correctamente el examen que te hace quien de tan dedicado modo te entrena, educa e instruye en tan amplio tema llegarás a ascender a una liga elevada que te hará un ser admirable y profundo.

Yo mismo seré el que no quiera salir de esa situación porque temeré defraudar a esa persona que no teniendo por qué, se ha dedicado a hacer de mí una persona mejor: considerada, abnegada, etcétera, etcétera…, nada más, será, porque me ama tanto…

Aprendes cosas buenas, cómo no, aprendes a no mirarle el rabo a cuanta muchacha pasa por ahí. Aprendes a traerle, llevarle, arreglarle, acompañarle, complacerle…, y aunque nunca lo haces del todo bien (pobrecito, es que eres medio loquito, ven acá que te doy un besito…, un besito nada más, no te hagas ilusiones) esta vez no estuviste tan mal. Pero para la próxima déjate de estar conversando tanto con tu tía que me da mucha rabia ¿qué? ¿tú crees que no me di cuenta? ¿tú crees que no le oí la referencia vargallosiana sobre la tía y el escribidor mientras se agarraba de tu brazo haciéndose la cansada? Pero mi amor, si esa es mi tía vale… No me discutas que me voy a acordar de la vez que me dejaste sola en la sala de la casa de tu abuelo… Está bien, está bien, la próxima vez que vea a mi tía cruzo la calle y me hago el loco cuando me llame…

Las aprendes por razones absurdas envueltas en un traje de aparente corrección que te mantiene perplejo hasta el día en el que despiertas hecho un real guiñapo.

Aprendes cosas buenísimas como a pedir disculpas completamente desligadas de la culpa en sí porque la culpa ya la tienes en cantidades acumuladas como para reencarnar treinta y dos veces seguidas.

Y sí, eso es bueno de algún oscuro modo, pero como de lo bueno poco, rápidamente este procedimiento creará tolerancia y deberás aumentar la dosis hasta llegar a los diamantes y los carros, o cualquier otro regalo-disculpa extravagante acorde con tu imaginación y capacidad adquisitiva.

Yo no sé cómo hice cuando a mí me tocó aprender esto, pero nunca, jamás regalé oro. Es como hablar del alcohol, la marihuana, y, digamos, el éxtasis… Yo no tengo mucho problema con el alcohol, y si me apuran, con la marihuana tampoco es que tenga demasiado lío…, pero de ahí a una pepa de alguna vaina rara ni por el coño ‘e la madre porque con eso no se sabe nunca hasta dónde vaya a ir a parar ¿eh? y yo estoy muy viejo para venirme a echar una vaina así… Y si regalas oro ¿cuál es el siguiente paso? ¿un apartamento en Atenas con vista al Partenón? ¿y yo cuántas vidas tendré que reencarnar para pagar todo aquello? ¿tengo que volverme a meter a constructor o qué?

Y hay que tener cuidado, porque en aras del amor se junta uno con una maquina de estas, de generar culpabilidades, y cree de buena fe que con mucho amor y mucha caballerosidad, y las buenas intenciones que merecen ellas solas cuatro y media páginas de estas, se junta uno con personas que te hacen aprender por la peor de las rutas cómo es que no tienes que hacer las cosas.

O mejor: el por qué, equivocado, de hacer las cosas…

Sufrí pues, porque ese fue mi camino, pero traté de que al salir de ese túnel estuviera lo más completo posible porque todo lo que aprendí durante ese proceso me hizo, en efecto, una persona mejor, pero no por las razones intuidas.

Fue un aprendizaje de mucho provecho solo porque logré después cerrar las heridas, superar los traumas, y no ir a parar a un manicomio.

Digamos que frente a esta situación, forzosamente, hay que ser muy razonablemente razonable.

Nada más.

P.D.: la fotografía es de una obra de Oscar García Segui. Él tiene su blog también y vale la pena verlo. www.oscargarciasegui.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

ES INCREIBLE QUE UNA MOSCA ME HALLA DICH QUE VIERA TU PAGINA jajja, sin duda creo que la realidad es paralela a la que vemos, y que nunca hay que disculparce ni dar explicaciones, creo que la lista se agranda con la santidad y el pecado eh? las palabras son poderosas en si, como los dioses, pero en el momento en que dejas de creer en ellas, no les queda mas remedio que desaparecer jeje bueno ok, un gusto que la mosca me dice que apage el pc, que es muy tarde y que no paro con esta cosa, saludos