domingo, 24 de abril de 2011

Emigrar, Natalia, y otras importancias capitales.



Una noche dio unas vueltas por la casa,
Y no resistió la tentación de detenerse en el corredor.
A los que estaban de frente les hizo señas de guardar silencio,
Y se le acercó a Andrés Ibarra por la espalda.
Le puso una mano en cada hombro,
Como garras de rapiña,
Y preguntó:
-Dígame una cosa, primo, ¿también usted me ve cara de muerto?
Ibarra, acostumbrado a esas maneras, no se volvió a mirarlo.
-Yo no, mi general- dijo.
-Pues está ciego, o miente- dijo él.
-O estoy de espaldas- dijo Ibarra.

“El General en su Laberinto”
Gabriel García Márquez.
Editorial Sudamericana. P. 168.



“Necesito ayuda. Cualquier clase de ayuda.

Lo que tenía que suceder entre Natalia y su mamá, sucedió. La tensión que han venido acumulando entre ellas por fin estalló éste fin de semana pasado por un detalle sobre una película que estaban viendo en su casa, actividad que no reviste mayor conflicto usualmente, pero que en éste caso desembocó en gritos, insultos, y castigos para con Natalia.

Me cuenta mi niña que su mamá le dijo cosas que una madre que dice querer a su hija no diría nunca. Por ejemplo, en una misma frase incluyó ocho veces la palabra idiota… Lo anterior es una cita textual de lo que me contó mi hija.

Ayer en la mañana Natalia se quedó dormida y perdió el día de clases pues nadie se hizo cargo de ella para llevarla y hablar en la coordinación del colegio para que la autorizaran a entrar. Todo como parte de una retaliación ni se sabe a cuenta de qué.

Natalia tiene que lavarse su ropa, prepararse sus comidas, hacer sus tareas, levantarse sola en las mañanas, alistarse, y después despertar a su mamá para que le haga el favor de llevarla a clases…, y sólo tiene trece años. A veces no almuerza, sino que come cualquier tontería a la hora de la cena.

Bien, lo sé, nadie se muere de eso y finalmente las contrariedades de la vida colaboran para la forja del carácter. Sé que no es una iniquidad ni mucho menos. Lo que me enciende fuertemente las alarmas es que al comunicarle Natalia a su mamá que se viene a vivir conmigo, le fueron volteados sus argumentos de manera tal que Natalia se vio forzada a acusar a su mamá de ser una mala madre. Es decir, que no hubo ningún intento conciliatorio de parte de la mamá. Ésta le dijo que vivir con ella no era una obligación sino un privilegio, que si a Natalia le parecía que ella había sido una mala madre que era muy libre de irse a donde le diera la gana… Bueno, en fin… Eso no tiene una importancia capital, pero al culpabilizar a Natalia por lo ocurrido sembró algo que sólo el futuro dirá, y ojalá que no sea nada demasiado malo. Tal vez consiga yo un modo de ayudarla a que esa mala siembra no le cale muy hondo.

Conociendo bien al personaje en cuestión, estoy seguro de que necesitamos respaldo legal, un abogado instruido en el caso, no sé, algún tipo de defensa… Cada vez que ocurre cualquier cosa, ésta señora nos bate a todos contra el suelo porque tiene a Natalia como arma de la cual yo no me defenderé jamás…

El problema serio se presenta porque nosotros nos vamos a vivir a los Estados Unidos éste año, y en primera instancia no me puedo llevar a Natalia hasta que haya transcurrido un lapso legal. No sé que tan largo sea, pero hasta donde sé, no se puede venir de una vez con nosotros porque ella queda sujeta a mi propia visa, que tampoco ha salido aun.

Ella tendría que volver a casa de su mamá cuando yo me vaya y quedaría a merced de nuevos y renovados maltratos. Ciertamente que no son maltratos físicos, pero la vejación mental constante, puedo dar fe de ello, es horrorosa.

Tengo claro que ellas son madre e hija, que esto es un hecho indisoluble, que las relaciones con la madre siempre son un lío (en el mejor de los casos), pero yo como padre no quiero dejar a mi hija a que tenga que lidiar sola con ese tamaño problema. Tengo que apoyarla totalmente.

De hecho ya le conseguí las cajitas para que mude sus cosas para acá, esta misma tarde se las llevo, y mañana la voy a buscar para que se mude con nosotros.

Aquí ella cuenta con la solidaridad de todos, con un recibimiento para con quien llega a su casa. Esta es para nosotros una ocasión de alegría. Y es una situación que agradezco enormemente.

Lo inquietante es que no sé a qué atenerme. No sé que disposiciones legales tengo que asumir. No sé qué va a pasar cuando yo me vaya. En ese lapso en el cual tendrá que regresar con su mamá. Temo que la venganza sea horrible.

La mamá de Natalia debe tener algún tipo de problema que yo no puedo aventurar a calificar, pero es algo que la hace actuar de una manera que le hace difícil la vida a las personas que tiene alrededor. Entendiéndose perfectamente que la persona que me preocupa es mi hija. El resto ya no es de mi incumbencia afortunadamente.

En la ocasión del divorcio nuestro, con todo y que yo no ofrecí resistencia, cometió fraude con los valores del pequeño patrimonio que teníamos, botó los papeles del carro viejo que me quedó a mí y ahora es un lío porque no lo puedo vender, utilizó a Natalia de maneras indecibles…, en fin… Una persona muy extraña…

Yo, la verdad, necesito ayuda. Asesoramiento, consejo, apoyo de algún tipo… No sé si se me está poniendo otra trampa más. No la veo, pero puedo intuirlo…

Si hay algo en tus manos que puedas hacer, decir, pensar, lo que esté a tu alcance, por favor ponlo en práctica. Tal vez sea crucial para nosotros, para seguir adelante por dentro de éste espinero tan desagradable y salir con bien…

Me sirve apoyo legal, moral, intelectual, un simple espaldarazo, un “dale que tú puedes”… Lo que sea…

Gracias mil…”

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Todo lo anterior lo escribí hace cuarenta días cuando Natalia mi hija decidió venirse a vivir con nosotros aquí, en La Guachafita inconclusa. Ahora sé que es muy poco lo que puedo hacer para que podamos emigrar todos juntos. Poco no, más bien nada…

Las leyes dicen que apoyan a los menores de edad y tal vez de algún modo así sea, pero en este caso la única vía legal pasa por inhabilitar a la madre, que siendo la habilísima manipuladora que es, resulta poco menos que imposible. Ningún juez lo hará por más que ella sea adicta al Rivotril, maltrate verbalmente a Natalia, la atienda mal, y no le exprese cariño. O sea, que cualquier diligencia por mi parte choca con procedimientos que no apoyan ni mucho menos favorece a Natalia específicamente. Como tampoco apoyaría a Natalia el dejarla sin mamá, vamos a estar claros…

Afortunadamente ella sigue aquí en nuestra casa y por el momento podemos cuidarla y quererla a todo lo que damos. Podemos disfrutarla, darle montañas de cariño, y sí, por qué no, también mimarla…, pero ya sabemos que aunque vayamos a la lucha legal, perderemos todos. Natalia no emigra con nosotros hagamos lo que hagamos, por lo menos no este año.

Claro que el tiempo tiene, por decirlo de una manera, la costumbre de transcurrir. En el transcurrir del tiempo muchas circunstancias cambian, nuevos sectores de la realidad aparecen y la vida da un vuelco normalmente para donde no nos gustaría, pero si algo tenemos los seres humanos es una gran capacidad de adaptación y de superación de contrariedades. Es por ello que aunque me siento tan profundamente triste sé que no hay que desesperar. Este universo se expande, el mundo sigue girando, la vida sigue, el tiempo continúa su curso, y tal vez si sabemos esperar el viento decida soplar hacia donde queremos ir aunque sea por simple coincidencia.

Anoche conversábamos con unos amigos en una cena a la que fuimos invitados. Hablamos sobre muchas cosas relativas a la vida, al pasado, el presente…, el futuro lo tocamos poco porque es un tema nebuloso…, bueno, el pasado también lo es, pero lo parece menos porque se supone que lo tenemos fidedignamente registrado en alguna parte del cerebro y por eso pensamos que es real. En fin…, el caso es que me di cuenta de que estamos cansados, cansados a niveles de derrota. Escogimos un camino escabroso para vivirlo, y aunque lo hemos disfrutado profundamente, ya nos cansamos y queremos hacer otra cosa.

Me di cuenta de que las cosas van saliendo bien, que en su momento pude deshacerme honrosamente del carro viejo con todo y que mi ex esposa nunca quiso darme los documentos para que yo pudiera venderlo. También me deshice del velero que ya se estaba poniendo invendible. Lo compró un hombre que está haciendo una posada temática llena de restos de toda clase de botes y así el velero nuestro se convirtió en un bello adorno para su jardín… Algunas maquinas ya las hemos vendido a un amigo artesano de Barquisimeto. Mi vieja bicicleta se la cambié al mecánico por un trabajo que necesitaba nuestra camioneta… Y hasta donde vamos existe un tío interesado en quedarse con nuestra casa a condición de que la termine un poco más. Menos mal que hay tiempo aun.

En mi defensa tengo que decir que yo no decidí recorrer la vida por el lado arduo por motivos heroicos ni nada que se le parezca. Me di cuenta anoche, conversando con los amigos, que todo lo que pasó fue que no entendí bien una explicación clara que sobre la vida debí haber entendido en su momento, y al tomar mis propias riendas me dirigí hacia donde no era. Eso sí, por motivos muy loables y llenos de méritos. Eso me quedó claro.

Ingenuamente me convencí de que si yo hacía las cosas como yo creí que se hacían, obtendría exactamente lo que quería… Caramba, qué manera de equivocarse… Las cosas se hacen como se supone que deben hacerse, como se han hecho siempre, con la menor cantidad de cambios e innovaciones, con aspavientos, propaganda, fanfarria, algazara, y ruido… También como con las matemáticas y sus procedimientos, y el hecho de que si nos explican para qué sirven las entendemos muchísimo más fácil…

Pero déjenme explicar por qué. Porque no quiero que entiendan que si millones de vacas comen pasto, el pasto es el mejor alimento porque tantas vacas no pueden equivocarse… Para ello, por favor, acompáñenme en una de mis vueltas.

Estoy inequívocamente convencido de que la vida es un fenómeno colectivo, no me refiero al Perogrullo del fenómeno biológico el cual obviamente es común a todo lo que está con vida, me refiero a la parte filosófica de ella. Quiero decir con ello que desde la obviedad de las necesidades básicas, hasta los anhelos más elevados y poéticos, son los mismos en todos los seres humanos salvando sus particularidades geográficas y políticas… Esto es un descubrimiento interesante, como el del agua tibia. Y aun más interesante es que la interconexión entre las personas funciona como un intrincadísimo sistema de vasos comunicantes, y que por eso es que lo que falta aquí sobra por allá, lo que sobra por acá no se encuentra en otra parte, y que en fin, que todo lo que nos comemos nosotros no se lo está comiendo otro. Quiero decir que sí, que sólo es posible medrar en la falta de los demás, y que mientras mayor es la opulencia de unos sectores, más profunda será la pobreza de otros. Por eso el hombre es, ha sido, y será siempre, un ser guerrero e invasor.

De lo que me di cuenta anoche una vez más, es de que la vida individual es muy corta, que el único tributo que le tenemos que rendir a nuestra vida es precisamente vivirla, que una vida infeliz es una vida derrochada, una falta de respeto para con esa casualidad que hizo que en vez de piedras inertes seamos en cambio pretenciosos homínidos salvajes. Sobre todo si tomamos en cuenta que los átomos son los mismos, sólo que reunidos de otro modo…

Me di cuenta, entre otras cosas y en lo tocante a mi vida, de lo absurdo que es intentar demostrar que se puede vivir con un bajo consumo energético (y no hablamos de teorizar al respecto) que se puede vivir racionalmente, que es más, que se tiene que vivir así si queremos que la humanidad perdure y que además las diferencias sean menos profundas entre unos grupos humanos y otros. Es absurdo desde un principio. Es absurdo… Y si no me creen háganse la siguiente pregunta: ¿ayudará en algo a mi difunto bisabuelo que mi hija exista? O esta otra ¿te impide disfrutar un buen whisky creer que tal vez tus bisnietos no nazcan? Yo creo que para ambas preguntas la respuesta correcta es no sin darle muchas vueltas.

Una vez supe que la vida de unos se hacen sobre los cadáveres de otros, y que desde mi punto de vista práctico prefiero que sea mi vida, y los cadáveres sean de otros… En alguna parte de mi vida dejé entrar la idea de que en este mundo cabíamos todos, o más bien que los cadáveres de los otros bien podían ser de otros que murieran de muerte natural para dejar paso mansamente y por un profundo sentido lógico de perpetuidad de la especie, a las nuevas generaciones sin que estos tuvieran que mancharse las manos o algo así, no sé si me explico… El caso es que pensé que si uno racionalizaba los recursos, es decir, que si los repartíamos mejor seguramente habría más para todos, total, para qué quiero cinco carros y dos barcos si yo soy uno solo…

Por eso hicimos el experimento de la casa ecológica hasta ahora inconclusa. Por eso decidimos tomar un camino que no es el camino ortodoxo para vivir. Por eso nos entristecía (y aun entristece pero ya por otras razones) la mezquina visión clase media de la vida… Pero ahora me doy cuenta y doy por completo mi brazo a torcer. Los cachorros recién nacidos se pisotean compitiendo a muerte con sus hermanos por su derecho a la teta. De una camada suele morir un alto porcentaje. Mueren porque no hay leche para todos. Si cada uno bebe un poco menos de leche habría para todos, pero seguramente serían todos animalitos promedio, subdesarrollados…, nunca revelarían su potencial completo.

Ja,já…, que no somos animales dicen ustedes… Malas noticias o tal vez buenas: sí lo somos… O somos animales, o nos portamos como ellos… Es lo mismo al final…

Lo que sí es cierto es que ningún hombre debe estar al servicio de las ideas, tienen que ser las ideas las que están al servicio de las personas. Las ideas son esos modelos con los que se intenta explicar la vida. No son la vida. Téngase siempre en cuenta que para construir un modelo hay que dejar afuera tal vez más variables de las que han podido ser incluidas… Eso no es la vida, es un juego con el que se pasa la vida… La vida no se circunscribe a un laboratorio, aunque en los laboratorios haya vida, por supuesto.

Y también encuentro cierto que la vida transcurre constantemente reptando en ese estado que llaman presente continuo, y que no hay manera de esquivarla. No hay manera por más que uno se construya modelos y se ancle a ellos.

No tiene que importarme que mis hijos no conozcan aquellos pozos cristalinos de los ríos de montaña de mi niñez. No tiene que importarme que mis hijos no coman aquellos alimentos sanos que yo comí. No tiene que importarme que mis nietos lleguen a un mundo lleno de basura y profundas brechas sociales. No tiene que importarme que tal vez no haya un mundo al cual llegar cuando les toque a mis bisnietos. Digo todo esto con la mayor sinceridad, sé que suena feo, pero es cierto. Total, yo no estaré ahí, y de todas maneras la perpetuación de mis genes no son mi mayor prioridad, aunque sí, también, porque si esto de plano fuera así no me preocuparía tanto por mi hija quien al fin y al cabo lleva mis genes adelante… Qué animalito pretencioso soy…

Lo que tiene que importarme es que estoy vivo y que mientras viva debo observar ciertas reglas sencillas: que cuando se trate de cadáveres siempre sea el de otro en la medida de lo posible; no mudarme al África o más al sur en este “afavelado” tercer mundo; y al Asia, ni de paseo a menos de que sea a Shangai por el lapso justo como para hacer algún buen negocio… Por otra parte debo tender a que todo lo que aprenda sea vendible, como decían mis amigos anoche: vendible todo lo caro posible y con el mínimo esfuerzo… De hecho, sé que alguna vez convertiré todo este contratiempo en billetes de curso legal…, puedo verlo claramente ahora…

Por lo tanto, aunque emigrar en esta ocasión signifique tristemente separarme de Natalia y dejarla a merced de su mala madre un tiempo, es lo único que puedo hacer mientras adquiero un poco de orden en mi vida, mientras aprendo a pararme sobre cerros de cadáveres, mientras adquiero esa habilidad clase media de tener como única habilidad la de aprovecharse de la de los demás... Además aprovecho y hago mi mejor esfuerzo para ver si dejo de experimentar estos desengaños atroces cada vez que me doy de narices contra las paredes de concreto armado por mi propia estupidez…

O no, quién sabe… A lo mejor aprendo a disfrutar más, a dejar de pretender que hay una mejor manera de hacer las cosas, sobre todo si pretendo que es mejor para un promedio con el colectivo y no para mí y los míos ¡qué clase de imbécil! Con razón mi amigo se reía de mí ¡Ahora lo entiendo!…

Pero también puede suceder que a lo mejor el viento cambie, la marea afloje, el mar se calme… Tal vez nos suceda como al sapito que se mantuvo a flote dentro del pozo… A lo mejor más adelante pase alguna de esas cosas que escapan a mis posibilidades actuales y se dé la ocasión de que mi hija regrese con nosotros o nosotros con ella…

Pero por lo pronto está aquí y nos podemos disfrutar, máxime, si dejamos de pensar en el mañana incierto… Que hoy dure todo lo que pueda durar…

¿No?

1 comentario:

Emilia Lee dijo...

VAYA MATEO!!!!
TE HE LEIDO CON TAL "SENTIDO" QUE VIENEN A MI LAGRIMAS LIMPIAS DE RECUERDOS..... ES QUE TU HISTORIA A LA QUE HE ENTRADO -POR SERA COSAS Y JUEGOS DE ESTOS VERICUETOS QUE ES EL DESTINO- ME RONCA EN LA OREJA Y GRITA EN EL CORAZON, PUES ES MI MISMA HISTORIA PERO CON DIFERENTES GENEROS!!!!! QUE DECIRTE??? PUES SE ME OCURRE QUE NADA MEJOR QUE DECIRSE LAS COSAS DEL CORAZON COMO DEBEN DECIRSE: DIRECTO A LAS PUPILAS!!!! DALE! MIENTRAS TANTO A COMO VAS.....HERMANO NO HAY CONVICCION SI HAY CONDICION!!! Y TU ESTAS CONVENCIDO DE LO QUE TIENES POR HACER. ASI QUE DALE, DALE! NATALIA ESTARA CONTIGO Y ES TAN CIERTO LO QUE TE DIGO QUE SOY TESTIGO MISMO DE LO QUE TE DIGO: HOY EN DIA MIS HIJOS ESTAN CONMIGO
TE QUIERO POR ESTO QUE HAS ESCRITO...UN BESO Y LA BENDICION PARA TU NATALIA Y BESOS A LA HADA DE ANNE MARIE! Emilia Lee