martes, 3 de mayo de 2011

Éste ciclo tiene que ser detenido.



“¡Paren el mundo!
¡Quiero bajarme!”.

Consigna atribuida al Dadá,
A Goucho Marx, a Mafalda,
Y a quién sabe cuantos más.

“Qué alivio para el porteador que ha caminado
Mucho tiempo por el mundo del sufrimiento
Dejar en el suelo su pesado e inútil fardo”.

Longchen Rabjam. (1308-1363)
Representante de la tradición Nyngma
Del budismo tibetano.


Para un sencillo ejemplar de la formación occidental, como yo, hijo de la tradición judeo cristiana no es nada fácil simplemente acatar aquello que sabemos que nos dará tranquilidad, por la tonta razón de que la culpa está profundamente enclavada en la totalidad de nuestro ser.

Sí, y aquí no voy a meter a más nadie sino a mí mismo, tengo la estúpida convicción celular de que si no sufro mucho, no estoy viviendo en plenitud. Parece tonto y ciertamente lo es, pero me he sorprendido en medio de mis períodos de felicidad preguntándome si eso estará bien, es decir, que si el ser feliz mientras hay tanto sufrimiento en el mundo no será una retorcida forma de egoísmo.

Sí, sí, sí, está bien, hasta el Dalai Lama ha dicho que hay que ser “inteligentemente egoísta”, y yo, humildemente, estoy más que de acuerdo con él y no añadiré ningún pero, porque ya es mucho llover sobre demasiado mojado.

Acabo de pasar por un período de profundo sufrimiento, como bien se refleja en el artículo anterior y no abundaré en el tema porque ya eso es, no voy a decir que clavo pasado, pero sí material procesado.

Lo que quiero tratar aquí es el cómo. Sí, cómo hice para procesar tamaña amargura y salir de pie. Quiero decir con esto que si bien sigue existiendo un fondo de tristeza sé que todo va a estar bien, por decirlo de un modo simple, aun sabiendo que ninguna parte de esta realidad ha sido modificada.

Soy un hombre normal, un representante típico de una parte de la población pseudo intelectual del hemisferio occidental como ya he dicho. Fui formado en un hogar dicótomo en el cual mi madre nos envió a un colegio de padres jesuitas, y mi padre nos hablaba de Marx, de Sartre, de la revolución cubana, de Descartes, de Serge Renaud de la Ferriere, y del método de control mental Silva. Es más, cuando se supo la noticia de que habían matado al Che mi padre lloró, y mi madre rezó por él.

Leíamos a Nietzsche, a García Márquez, a Julio Verne, a Dickens, a Melville, a Cortázar, y a los demás también…, sí, Facundo Cabral era el trovador de la casa… Y para enviarnos a la cama interrumpían nuestro juego cantando “Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”… No es de extrañar que llegara a considerar a Puebla como un aguafiestas.

Poner en duda la existencia de dios era un ejercicio de lógica corriente, matemática, filosófica, o cartesianamente hablando, pero al mismo tiempo era un proceso que dejaba siempre un rastro de culpa, porque después de que hizo todo lo que hizo para que existiéramos y fuéramos perdonados por ello, para luego venir a dudar, era una cosa difícil… Cuando se lo comenté al hermano Zelaya no se molestó conmigo, me sonrió con dulzura y me explicó con una profunda lógica jesuítica a secas el por qué de mi equivocación, que era natural, normal, y deseable, porque según él, la fe que procede de la duda termina resultando la más sólida…

Bueno, no terminó siendo así, pero la herramienta que me dio el hermano Zelaya a mis ocho años de edad me ha servido toda la vida de mil y una manera distinta. Aunque el hecho real es que me quedé flotando durante mucho tiempo entre el desencanto por la no existencia de dios, y la esperanza de que me hubiera equivocado y él existiera. Y ciertamente a la manera de Miller, durante mucho tiempo deseé que existiera básicamente para tener a quien patear por lo requetemal que van las cosas.

Uno de los Rimpoché, no me acuerdo exactamente cual pero prometo buscar el dato antes de terminar aquí, dijo que la infelicidad mayor procede de buscar nuestra propia felicidad, y que por el contrario, la mayor felicidad procede de buscar la felicidad de los demás… ¿O tal vez fue el propio Sakyamuni? Bueno, lo buscaré porque el margen de error es demasiado grande para mi gusto…

Entiendo entonces el por qué de muchas cosas. Una de las cosas es la educación en el sufrimiento y el sacrificio que nos (me) ha inducido la tradición judeo cristiana. Como lo veo yo, simplemente se trata de un problema de profundidad de campo en el enfoque del asunto… Digo que si la enseñanza dice que la búsqueda de la felicidad de los demás nos hará personas felices, entonces yo me sacrifico mucho y seré feliz… ¡Buéh! No se puede culpar al primer hombre que mintió, que mintió, pon pon…, como dice la canción de Silvio Rodríguez… Es una cuestión de que no se puede saber nada que no esté previamente dentro de nosotros. Es como abonar y regar la tierra dentro de la cual no hay ninguna semilla y pretender obtener alguna cosecha… Pero no nos pongamos puntillosos al respecto para no pasar por anticlericales, o antisemíticos (por aquello de la mala maña de inculcarnos la culpa para todo) porque no es cierto. De hecho, estoy leyendo historias tradicionales en lengua sefardí y las encuentro, bellas, interesantes, y sabias…

Ser auténticamente altruista es una tarea. Digo que es una tarea porque hay, en una buena parte de los casos, que ponerse a trabajar en ello. Hay que someterse a una estrecha y constante vigilancia nada más que para estar consciente de las razones por las cuales busco la felicidad de los demás… Es que resulta muy común hacerlo, como diría Thomas Hobbes alguna vez “que el altruismo no existe, que cuando uno realiza una acción de caridad o de ayuda a los demás, lo hace por razones meramente egoístas”. Pero no nos desviemos, que no es para allá para donde quiero ir…

El caso es que nada de lo que sucede, bueno o malo, cambia por el simple hecho de que nos atribulemos y angustiemos, o lo aceptemos con tranquilidad. No cambia nada hablando del hecho. Es decir que si se nos cae la casa encima por culpa de un terremoto o una inundación, y nos desesperamos horriblemente por ello, la casa sigue en el suelo. Y claro, si nos lo tomamos con calma, la casa sigue igual de destruida… Pero…, la diferencia está en que obnubilados por la tribulación tardaremos mucho más en encontrar una solución para esta desgracia. Y, si nos mantenemos lo más serenos posibles estaremos en mejor disposición para tomar una decisión ya sea ponerse manos a la obra para la reconstrucción, o emigrar, y me perdonan la machaconería con el término.

Pero no puedo negar que soy un occidental judeo cristiano, pseudo intelectual, y millerianamente ateo… Esto hace que necesite echar mano primero a conocimientos cercanos y conocidos aunque sea como catarsis para no explotar cuando se me llena de conflictos la cabeza por culpa de los pensamientos tormentosos textualmente hechos de aire caliente… En muchos casos hago como Martín Romaña, personaje de Alfredo Bryce Echenique, quien decidía volverse loco un rato cuando las circunstancias lo desbordaban. Lo hago porque no puedo evitar que me quede más cerca Bryce Echenique que el Dalai Lama. Sí, puede ser una vergonzosa confesión para alguien que busca seriamente la espiritualidad, pero no por eso es menos cierto.

Esto no quiere decir que no esté caminando en una dirección espiritual en la búsqueda de mi propia paz mental. Claro que voy hacia allá, pero aun las cosas que tienen que ver con mi rol en el mundo, me detonan una carga explosiva en mi talud de las malas ideas, y viene el derrumbe de mis aprendizajes… Veo el desplome mientras se da la reacción en cadena, pues una carga hace detonar la siguiente y esta a la próxima, y así, hasta que se viene abajo una buena cantidad de material, hechos escombros. No es nada raro que me desespere.

Mi proceso pasa por verlos caer, tratar de aislar las cargas para que una no haga explotar la otra, y a veces lo logro. Es decir, trato de desmontar la cadena de pensamientos que ya sé bien que me hacen caer en la desesperación (ya seré más específico al respecto), pero es después de que se calma todo que puedo evaluar los daños y ver qué puedo hacer al respecto… A veces es tanto el estropicio que para no volverme loco de verdad decido volverme loco un rato y profiero cuanto improperio conozco. Es una válvula de seguridad… Por eso escribo… Buéh…

La cadena de pensamientos que en mi caso me convierten en un cerro de escombros emocionales tiene como primer escalón mi rol de protector. Es decir que todo el lío empieza por ahí, por mi desempeño que considero real, comparado con lo que yo creo que debe ser el ideal. A mi ego le atormenta profundamente ser un mal padre, o un mal esposo, o un mal hermano mayor, o un mal jefe, y cuando siento que fallo en mi tarea. Cuando no puedo darles comodidad a mi esposa y a mis hijos, cuando no puedo protegerlos, cuando no puedo ayudarlos, cuando no puedo darles tranquilidad, paz, y sosiego, me siento muy mal, un completo fracaso… De inmediato comienza la cadena de explosiones: primero está el fracaso como protector, después arranca la voz de mi madre cuando me decía que cuando yo creciera no me iba a querer nadie, luego el fracaso económico y la voz de mi ex esposa diciéndome con odio que jamás serviría yo para nada en la vida, y a continuación la memoria se esmera en enumerarme y detallarme las veces que me he equivocado (que han sido muchas, pero la verdad no más que cualquier otro hombre de cuarenta y siete años), y eso me lleva a un profundo estado de pesimismo que me va ralentizando más y más hasta que me detiene y atrapa en el fondo de un hueco de nihilismo.

Esto sucedió imperceptiblemente durante tres cuartas partes de mi vida hasta que logré identificarlo. Lo hice con la ayuda de mi terapeuta, la lectura, y un desnudo auto análisis. Esta es la parte mas difícil, porque es muy fácil volverse una especie de hipocondríaco mental y ver síntomas donde no los hay, y no ver los que realmente existen. Es, supongo, lo mismo que pasa con las adicciones… Bueno, finalmente sentirse mal también es una adicción. Lo es porque cuando en el cerebro las neuronas se alinean en ciertas sinapsis dan órdenes a las glándulas para que segreguen ciertas sustancias a las que luego se vuelve adicto, y por eso es que el cerebro seguirá procurando alinear las neuronas de la misma manera… Es decir, que uno es susceptible de hacerse adicto a las cosas más estúpidas e inconcebibles… Esto es una buena noticia, porque quiere decir que también puede hacerse adicto a la felicidad, y cosas por el estilo.

Ahora tengo identificado el primer eslabón de la cadena y muchas veces soy capaz de aislar esa carga explosiva de las demás, pero no siempre, lamentablemente. Y el problema radica en el método que escogí para combatir esta situación… Sí, ciertamente soy un generador de métodos supongo que por carecer de lo que creo sería una genuina inteligencia integral, y me refiero a la inteligencia formada, no a la potencial, que de esa sé que tengo la que necesito. Por eso genero y genero métodos para todo. Algunos rayan en lo absurdo ¡pero qué carrizo! también hay que divertirse en la vida…

En ese sentido diseñé un sistema (no pretendo decir que yo inventé este procedimiento ni mucho menos, ya se sabe que las ideas emergen de manera simultánea en muchas cabezas al mismo tiempo) que llamé sustitución de pensamientos, y que funciona así, y expondré mi caso: surge la ilusión ególatra del fallo en mi rol de protector, se detona la siguiente carga que es la de no haber sabido (según mi mamá en aquel entonces) proteger a mis hermanitos, y después la de mi ex esposa por no haber sido rico antes de los treinta (ya se sabe, si a los treinta no eres rico, borrico)…, y después todo lo demás… Bueno, la primera explosión es muy difícil de atajar porque para el primerizo es casi imposible verla venir, entonces se toma cualquiera de los pensamientos subsiguientes y antes de que exploten se le sustituye por otro totalmente diferente, y de preferencia constructivo. Por ejemplo, al de mi mamá le anteponía que mis hermanos de hecho me quieren y no me consideran de ninguna manera un mal hermano mayor. Esto funciona porque rompe la cadena. Lo que pasa es que también se rompe lo que me dio por llamar la ecología del pensamiento.

No, no es ningún disparate porque, vamos a ver ¿quién no ha sabido que para combatir determinada plaga se hayan introducido una especie nueva y esto haya desencadenado una plaga mayor, como pasó con los conejos en Australia? Imaginémonos lo que puede pasar con la introducción voluntaria de un pensamiento artificial. Total, no hay manera de garantizar que los pensamientos tengan determinados caminos y resultados a la larga. Es muy probable que terminen causando algún otro tipo de desastre en el tiempo.

Una alternativa que me parece viable es la del no pensamiento de Krisnamurti, pero ¿quién es el machito que puede decir que la domina?

En condiciones ideales puedo ver a mi esposa molesta porque está incomoda en un momento dado, y aunque eso me haga sentir puntualmente mal sencillamente porque no puedo hacer nada inmediato al respecto, puedo darme cuenta de que ella ha decidido vivir conmigo y apañar con lo malo que tiene lo bueno y lo bueno que tiene lo malo, y que lo nuestro es un camino, una situación dinámica (sí, claro, la vida es, digamos, una situación dinámica idealmente hablando), y que si esta vez nos toca pasar un momento incómodo no hay ningún síntoma de que esto sea definitivo. De hecho, estamos iniciando un movimiento que cambiará radicalmente nuestro entorno y circunstancia, y que indudablemente influirá en nuestro confort, y en todo lo demás.

En esas mismas condiciones ideales puedo generar un pensamiento de resultados y consecuencias más o menos conocidos, e intercalarlo entre la generación de la incomodidad y la siguiente detonación anímica, y así romper la cadena de la desesperación.

El problema se presenta cuando la situación me agarra con un mal estado de ánimo. Sucede que, o no lo veo venir, o me le cae más leña al fuego…, y una vez que esto sucede ya se pone mas cuesta arriba detener el proceso intercalando pensamientos.

He estado usando un simple sistema de lo más pavloviano entrenando mi mente con la repetición como un mantra hipnopédico de frases que me ayuden a cambiar el tema de los pensamientos. El problema surge cuando la reacción está desencadenada porque la voz de mi ego es tan fuerte que acalla y avergüenza cualquier intento de apaciguamiento.

¿Qué puedo hacer contra eso? He encontrado que la sustitución de pensamientos es un subterfugio difícil de tragar por mi polifacético ego. Pero, la sustitución de pensamientos desagradables por emociones agradables puede ser un camino viable para lograr lo que busco y no correría peligros al destruir el equilibrio ecológico del pensamiento… No sé, déjeme usted explicarme, o al menos intentarlo.

Una de mis actividades que más tranquilidad me genera es mi trabajo. Sucede que me encanta mi trabajo. Soy básicamente un artesano de amplio espectro. Todo lo que hago lo hago artesanalmente. Trabajo la carpintería artesanalmente, hago mi casa artesanalmente, reparo cosas artesanalmente, fabrico cosas artesanalmente, y me gusta la sensación que esto produce por partida doble: porque me gusta hacerlo y porque me da la sensación de que ocupo mi tiempo provechosamente… Esto merece un comentario aparte: desaprovechar el tiempo es algo que me molesta tanto que hace algunos años saqué la cuenta de que un hombre de treinta años ha dormido diez, y padecí seriamente de insomnio llegando a tener que tratármelo para dejar de padecerlo… Bueno, pero no nos desviemos.

Lo que estoy experimentando ahora y me ha permitido salir adelante, es una sustitución de malos pensamientos por buenas sensaciones. Las llamo buenas sensaciones por el simple hecho de ser agradables y constructivas… Pienso en mí trabajando en algo en lo que haya tenido que invertir pericia e ingenio, y cuyo resultado me haya hecho sentir satisfecho. Luego llevo eso a un siguiente estado evolutivo y vivo la sensación de lo no creado aun, como dado por hecho… Es bonito, es agradable, es constructivo, rompe el ciclo malo del pensamiento, y no genera (hasta ahora) ningún desbalance ni obsesión.

Acabo de salir de un mal ciclo compuesto por todo lo que relaté en el artículo anterior, y una desagradable sensación de fracaso relativa a la construcción de nuestra casa ecológica. Cuando hablo de fracaso me refiero exclusivamente al hecho de que nuestra situación económica aquí en la isla Margarita nos esté obligando a dejar el proyecto por la mitad para ir en pos de mejores oportunidades de trabajo y de las consabidas y deseadas mejorías económicas. Exclusivamente a eso.

Debo hacerle honor a la verdad y añadir aquí que el procedimiento ha sido tan eficaz que no sólo me sacó del hueco en el que estaba metido, sino que no me ha permitido volver a él. Me doy cuenta con anticipación de lo que mi ego se trae entre manos pues constantemente estoy vigilando y sustituyendo sus nefastas invenciones… Pobrecito ego, no es más que un parásito ignorante y malcriado. Ojalá se ilumine ¿eh? ¡Jajaja! Mejor no me burlo. Ha resultado un enemigo formidable…

Además de todo lo anterior, este sistema me ha permitido tener las ideas claras y la mente receptiva, y esto me ha llevado a encontrar alternativas para uno y otro problema que no hubiera podido ver antes simplemente porque la vastedad del panorama que podemos percibir está limitado por la capacidad de nuestro sistema sensorial, y todavía se reduce más cuando tratamos de verlo desde el fondo de un hueco…

… Por cierto, la cita que más arriba atribuí a alguno de los Rimpoché o al Buda Sakyamuni es realmente de Shantideva. Me disculpan esa por favor…

No hay comentarios.: